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Meditación - 2023 marzo 17

(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Samuel 10, Lucas 17:25–29)

EL TESTIMONIO DE DIOS, EL PADRE

Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y él vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. Y una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.»

Mateo 3:16-17

La Palabra de Dios nos dice que «no hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque.» (Eclesiastés 7:20, DHH cf. Romanos 3:10-12) Eso es una muy mala noticia, puesto que Dios exige obediencia perfecta y al no existir nadie que obedezca perfectamente significa que toda la humanidad está bajo la ira de Dios. Desde los tiempos de Adán hasta que Juan el bautista comenzó su ministerio esa fue la triste realidad del ser humano.

El texto de la meditación de hoy nos habla del importante cambio que significa la venida de Jesucristo. Después de ser bautizado, el cielo se abrió y el Espíritu de Dios descendió sobre él. Este magnífico evento, que señalaba a Jesús como el Mesías prometido, fue acompañado por el testimonio audible de Dios, el Padre. Ese testimonio dice que Dios está complacido con Jesús pues él sí obedece perfectamente la voluntad de Dios. Para comprender mejor esto necesitamos recordar que Dios exige obediencia perfecta (Mateo 5:48) Es nuestra obligación obedecer perfectamente los mandamientos de Dios, y al no hacerlo quedamos endeudados. Solo alguien que haya obedecido perfectamente puede pagar por nosotros (eso significa la redención). El Padre dio testimonio audible que Jesucristo le agradó con su obediencia perfecta y el Espíritu Santo también lo hace descendiendo visiblemente sobre él. Esta es la mejor buena noticia para nosotros pues significa que hay uno que puede pagar nuestra deuda. El apóstol Pablo dice que Jesús pagó esa deuda con estas palabras: «Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos.» (Romanos 5:19). La obediencia perfecta (justicia) de Cristo nos es atribuida a nosotros (justificación) gratuitamente por medio de la fe. Para salvarnos Cristo también sufrió toda la ira de Dios en lugar de nosotros (1 Corintios 15:3-4). En gratitud vamos a querer vivir en obediencia a la voluntad de Dios, no para ganar el cielo, sino porque Dios cambió nuestros corazones y queremos obedecerle.

Oración:

Señor, solo merezco la condenación eterna. Pero gracias a tu bondad y misericordia, quisiste enviar a tu Hijo como nuestro doble sustituto de tal manera que por sus méritos ahora somos declarados justos. En gratitud, te suplico me concedas, por el poder del evangelio en los medios de gracia, vivir santa y piadosamente mientras espero la segunda venida de Jesucristo. Amén.

 

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Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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