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Meditación - 2019 diciembre 17

Meditación - 2019 diciembre 17

(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 4:1–14, Marcos 15:42–47)

EL NACIMIENTO DE EMANUEL

El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto.

—Mateo 1:18–19

Si José era un hombre justo ¿Por qué quería divorciarse de María?

En tiempos de Cristo el esposo y esposa, ya casados entre sí, pero que todavía no habían consumado el matrimonio con el débito conyugal eran llamados comprometidos. Puesto que una mujer comprometida no estaría embarazada, a menos que hubiera sido infiel, José consideró que María había sido infiel. La infidelidad conyugal disuelve el matrimonio. Por eso José pensó en darle a María una carta de divorcio. Una carta de divorcio declaraba a la mujer libre para casarse de nuevo y garantizaba que el ex esposo no presentaría ningún reclamo al nuevo cónyuge de su ex esposa. José pensó hacer eso secretamente para guardar el buen nombre de María. Un divorcio público provocaría que muchos preguntan el por qué. Pero José no era justo por sus buenas obras o su conducta intachable. Era justo ante Dios mediante su fe humilde en la promesa divina del Salvador que vendría y por esa razón estaba interesado en llevar una vida justa: no deseaba vengarse ni deseaba infamar a María. Dios intervino, mediante un ángel que habló en sueños a José y le mostró la verdad. José con docilidad y fe asumió la responsabilidad de ser, secretamente, el padre adoptivo de Emanuel: Dios con nosotros. También nosotros podemos vivir con Cristo en nuestro hogar y disfrutar la bendición de saber que Dios vive con nosotros. ¿Cómo? Cristo viene a nosotros mediante su palabra. Cada vez que nos alimentamos de la Palabra de Dios, podemos tener la seguridad de que él está con nosotros. ¿Cuál lugar corresponde a Dios en nuestros hogares? Él no quiere ser un invitado de honor, pues su lugar es el principal: él es el Señor de la familia y cabeza del esposo. Por causa del pecado heredado nuestra naturaleza pecaminosa se rebela contra el Señor y cuando tratamos de obedecerle no lo hacemos perfectamente. Por eso somos merecedores de toda la ira de Dios. Cristo nos salvó de la condena eterna al obedecer y rendirse perfectamente a la voluntad divina en lugar de nosotros y al morir en la cruz pagando nuestro pecado. En gratitud vamos a querer se súbditos leales a nuestro salvador, rey y Señor Jesucristo.

Oracion:

Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas. Digno eres, Señor Cordero de Dios, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación, y junto con ellos me compraste a mí. Gracias porque, aunque merezco el infierno, me regalas el cielo. Amén.

 

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Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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