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Servicio - 27 septiembre 2020

El decimoséptimo domingo después de pentecostés

(Verde)

Tema del día: La gracia de Dios, su amor inmerecido por nosotros viles pecadores, nos motiva y nos da la fuerza para poder perdonar a los que pecan contra nosotros.

La Colecta: Oh Dios, ya que sin tu ayuda no podemos agradarte: Concede misericordiosamente que tu Espíritu Santo ilumine y dirija nuestros corazones en todo; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

La Primera Lectura: Génesis 50:15-21 Aunque los hermanos de José pecaron contra él al venderlo en esclavitud, José no respondió con venganza ya que se dio cuenta que Dios había obrado por medio del pecado de ellos para salvar a mucha gente.

15Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. 16Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: 17Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. 18Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. 19Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? 20Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. 21Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.

 

El Salmo del Día: Salmo 103

 

Salmo de David.

1 Bendice, alma mía, a Jehová,

Y bendiga todo mi ser su santo nombre.

2 Bendice, alma mía, a Jehová,

Y no olvides ninguno de sus beneficios.

3 El es quien perdona todas tus iniquidades,

El que sana todas tus dolencias;

4 El que rescata del hoyo tu vida,

El que te corona de favores y misericordias;

5 El que sacia de bien tu boca

De modo que te rejuvenezcas como el águila.

6 Jehová es el que hace justicia

Y derecho a todos los que padecen violencia.

7 Sus caminos notificó a Moisés,

Y a los hijos de Israel sus obras.

8 Misericordioso y clemente es Jehová;

Lento para la ira, y grande en misericordia.

9 No contenderá para siempre,

Ni para siempre guardará el enojo.

10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,

Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.

11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,

Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.

12 Cuanto está lejos el oriente del occidente,

Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.

13 Como el padre se compadece de los hijos,

Se compadece Jehová de los que le temen.

14 Porque él conoce nuestra condición;

Se acuerda de que somos polvo.

15 El hombre, como la hierba son sus días;

Florece como la flor del campo,

16 Que pasó el viento por ella, y pereció,

Y su lugar no la conocerá más.

17 Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen,

Y su justicia sobre los hijos de los hijos;

18 Sobre los que guardan su pacto,

Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.

19 Jehová estableció en los cielos su trono,

Y su reino domina sobre todos.

20 Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles,

Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,

Obedeciendo a la voz de su precepto.

21 Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos,

Ministros suyos, que hacéis su voluntad.

22 Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras,

En todos los lugares de su señorío.

Bendice, alma mía, a Jehová.

La Segunda Lectura: Romanos 14:5-9 Al llevar una vida perfecta y morir en la cruz por nosotros, Cristo cumplió con toda la ley del Antiguo Testamento. Nosotros ahora tenemos libertad en cuanto a lo que comemos y los días santos. No obstante, hay unos que son obligados por su consciencia sensible. Por tanto, en vez de juzgar a nuestros hermanos en cuanto a asuntos de adiáfora, debemos reconocer que servimos los dos al mismo Señor, tanto en este mundo como en el venidero.

5Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. 6El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. 7Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 8Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.

El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza. ¡Aleluya!

El Evangelio: Mateo 18:21-35 ¿Cómo puede una persona que rehúse perdonar vivir en compañerismo con el Dios que le ha perdonado incondicionalmente? El que se goza en la gracia de Dios va a perdonar de buena voluntad no solamente siete veces, ni setenta veces siete, sino cada vez que alguien peque contra él.

21Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

23Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 29Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 34Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

 

EL PERDÓN QUE NOS MANTIENE VIVOS

Las lecturas para este día nos muestran dos realidades que vivimos los cristianos actualmente. La primera realidad es lo que vemos en este mundo donde es fácil asesinar, robar, destruir matrimonios, mentir, dañar el nombre del otro y tener las cosas materiales cueste lo que cueste por la avaricia y esto es un reflejo claro de la falta del temor a Dios porque muchas personas no conocen la fuente del amor hacia el otro que es el perdón. La otra realidad que vemos es en nuestras vidas de cristianos porque en oportunidades somos el reflejo de no sentirnos perdonados, siempre queremos ponernos por encima de los demás a cualquier costo y las divisiones que hay en las iglesias por el egoísmo, la envidia es porque olvidamos cual es la fuente del amor hacia el hermano en la fe que es el perdón. Muchas veces nos equivocamos con este término porque creemos que el que pide perdón está perdiendo o se está humillando y muchas deserciones del cristianismo han sucedido porque no se ha entendido que es el perdón que viene de Dios.

El Apóstol Pedro después de escuchar los pasos para la amonestación fraternal hizo una pregunta interesante ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Esta pregunta fue inspirada por el límite del hombre, nosotros decimos que la paciencia tiene un límite y más cuando se trata de practicar el perdón con el amor fraternal. Esta pregunta nos lleva a reconocer nuestro pecado en contra del tercer mandamiento porque somos expertos en usar nuestra boca para ofender, nuestras acciones para hacer daño y lentos para reconocer nuestra culpa y perdonar al otro. Un ejemplo claro de esto lo vemos en un matrimonio que paso por un momento dificil y se ha perdonado por la obra de Dios superando así la situación dificil que vivieron y de un momento a otro en el transcurso del tiempo viene a la mente la situación dificil y se vuelve a recordar la ofensa. Los hermanos de José es un buen ejemplo para esto, en la lectura de Génesis para este día nos ubica en el contexto en los días después de que murió su padre ellos sintieron temor de su hermano que era un hombre poderoso en Egipto y creyeron que su perdón que les había dado como lo leemos en el capítulo 45 de Génesis era una farsa, ellos creyeron que se merecían el perdón por eso dijeron Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. Génesis 50:15. El otro ejemplo que representa nuestro pecado lo vemos en ejemplo de la parábola que Jesús nos cuenta en el evangelio para hoy con el siervo del rey que le fue perdonado su deuda de diez mil talentos y para tener en cuenta el valor de su deuda la NVI en español lo traduce como miles y miles de monedas de oro. Este hombre estuvo a punto de perder su familia por su deuda porque su señor los iba a vender para recuperar lo perdido, más aún así nos dice el texto sagrado 27El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo de este problema se encontró con un deudor que tenía y Jesús nos dice 30Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. La arrogancia de los hermanos de José y de este hombre muestra nuestra arrogancia frente al perdón, muestra nuestra falta de entendimiento frente a la bondad que hemos recibido de Dios y es por lo que al pecar en contra del tercer mandamiento por no hacer lo que Dios nos manda con el perdón merecemos sufrir el castigo eterno como lo dice nuestro Señor Jesucristo 34Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Jesús le respondió a Pedro 22No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Esta respuesta muestra la paciencia de Dios y es el equivalente a la manera en la cual Dios nos ha perdonado, esta equivalencia la leemos también en el Salmo 103:10 10No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Y el versículo 12 12Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Y este perdón el cual nos ofrece y da nuestro Dios solo viene de su misericordia, y es un regalo inmerecido que nos ha concedido en Cristo Jesús quien vino a este mundo con el propósito de ser nuestro Buen Pastor buscándonos a nosotros ovejas perdidas y Pedro fue testigo de esta misericordia de Jesús después de que pecó al negar que le conocía en el momento más difícil para nuestro Señor Jesucristo el jueves santo cuando estaba reunido con incrédulos tuvo miedo negando ser amigo del Señor, y después de resucitar Jesús se le apareció a Pedro 15Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. 16Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Juan 21:15-17. Estas palabras de apacentar sus ovejas son el resultado del perdón que Pedro recibió después de pecar contra su Señor. ¿Pedro lo merecía? No ¿Los hermanos de José merecían el perdón? No ¿Este siervo de la parábola que fue perdonado merecía el perdón? Tampoco, y ¿usted y yo merecemos de este perdón? No lo merecemos. Pero encontramos en Jesús el perdón, cuando perdonó a Pedro lo hizo como nuestro redentor puesto que nosotros pecamos en contra del tercer mandamiento al no saber perdonar, pero Jesús lo hizo perfectamente por nosotros. Pero no solamente encontramos perdón de nuestros pecados en la vida perfecta de Cristo también en todo su sufrimiento y muerte, las Escrituras nos dicen en Juan 19:33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. En su muerte encontramos vida eterna, Él murio para pagar nuestra terquedad al perdonar y al no quebrarse sus piernas nos enseña que en verdad Él es el Cordero Pascual que quita el pecado del mundo y es por esta obra que somos perdonados.

 

Por lo tanto dejemos que sea el Espíritu Santo quien nos mantenga firmes en este camino de ser los primeros en pedir perdón, ser los primeros en perdonar y ser los primeros en olvidar, y seamos conscientes cuando oramos el Padre Nuestro diciendo: Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, porque estas palabra no son una opción, encontramos en ella una petición espiritual para que se cumpla en nosotros y, el Espíritu Santo hace que esto suceda porque para nosotros es fácil perdonar porque conocemos del verdadero perdón, puesto que también nosotros en cierto sentido somos ese siervo que se le perdonó mucho, teníamos una deuda que cada día crecía con nuestro pecado y Jesús pagó esa deuda por nosotros y por lo tanto hoy nosotros podemos perdonar como José lo hizo con sus hermanos, las palabras de él son también un hecho para nosotros 19Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Génesis 50:19 y esto nos enseña siempre que perdonemos es en el nombre del Señor y no podemos dudar del arrepentimiento del hermano o nadie puede dudar de nuestra petición al pedir perdón puesto que hay que dejar todo en manos de Dios que sí conoce el corazón de cada uno de nosotros. También San Pablo nos enseña en la lectura de Romanos a tener cuidado con el hermano débil y aún cuando tiene que ver con temas de adiáfora, es decir, las cosas que la Biblia no manda ni prohíbe. Por ejemplo, no podemos pedir a un hermano que pida perdón si hace las cosas diferente a las costumbres nuestras en la adoración, en su forma de vestir al presidir un culto, en sus posturas de oración y también en cuanto a la celebración de ciertas fiestas cristianas y es por lo que Pablo nos enseña Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Romanos 14:5. Y finalmente recordemos esta bendición que tenemos como lo enseña Romanos 14:8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Somos del Señor y no dudemos que el perdón hace parte integral de la vida de cada uno de nosotros que somos cristianos practicándolo siendo los primeros en pedir perdón, los primeros en perdonar y los primeros en olvidar hasta el último día de nosotros en esta vida. Amén

 

Los Himnos:

Cantad al Señor:

17 De tal manera Dios amó

88 Sublime Gracia

90 ¡Oh Cristo de infinito amor!

109 Padre nuestro

 

Culto Cristiano:

133 Amémonos hermanos

202 Oí la voz del Salvador

205 Venid pecadores

210 Santo Dios, ¡oh Dios de amor!

217 ¡Oh gran Dios!

255 Qué mi vida entera esté

257 Mirad y ved

260 Un raudal de bendiciones

 


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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