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Meditación - 2021 noviembre 22

(Lectura de la Biblia en tres años: Lamentaciones 1, Hebreos 9:23–28)

LA GRATITUD DEL FARISEO.

El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos.

—Lucas 18:11

Con respecto a la oración muchas personas, erróneamente creen que Dios responde toda oración y que cuanto más personas oren por el mismo asunto mayor es la posibilidad de que Dios responda concediendo la petición. Pero Dios no es como lo es un gobernante humano que no tiene otra opción que ceder concediendo la petición cuando la mayoría exige unida. En realidad Dios no concede las peticiones de una oración, a menos que sea su voluntad.

Es verdad que Dios puede responder las peticiones que le son presentadas en su presencia con un sí, un no, o un espera. Pero solamente escuchará las oraciones que son elevadas por genuinos creyentes quienes descansan únicamente en los méritos de Jesucristo para poder entrar a la presencia de Dios y ser así escuchados. En el caso del texto de la meditación para hoy, Jesucristo narra su parábola teniendo presente su público: «A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y que despreciaban a los demás» (Lucas 18:9). Eso significa que quienes opinan que pueden agradar a Dios con sus propias buenas obras no son escuchados por el Señor. El fariseo confiaba en que él mismo era recto y no injusto como los demás. Sin embargo, según el juicio de Dios, el cobrador de impuestos fue el auténtico justo ya que su justicia se basaba en la confesión de que era pecador y en su fe en la misericordia de Dios. Esta es la justicia que cuenta para la salvación. Muy a menudo, Dios hace lo que es contrario a la razón humana: humilla al que se enaltece y exalta al que se humilla. Esta es la justicia de Dios. Aunque el fariseo da gracias a Dios, su gratitud nada vale delante de Dios pues no da gracias por la misericordia ni por el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Las palabras del fariseo no son una oración, sino una expresión de jactancia de sí mismo, de su justicia y de su superioridad moral sobre los otros. El fariseo se refiere específicamente a «ese recaudador de impuestos». Solo la persona arrepentida por sus pecados y confiada en los méritos de Cristo puede dar verdaderas gracias al Señor.

Oración:

Señor, confieso que mi fe no es tan fuerte como me gustaría. Pero sé que tú fortaleces y afirmas la verdadera fe mediante tu evangelio. Te doy gracias, pues por los méritos de Jesucristo me declaraste justo y me diste fe. En gratitud quiero adorarte solo a ti. Concédeme, por tus medios de gracia, ser afirmado en la verdadera fe para la vida eterna. Amén.

 

Lea el Capítulo Completo Aquí


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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