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Meditación - 2021 mayo 8

(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 119:97–120, 1 Corintios 12:15–21)

LA VOLUNTAD DE CRISTO PARA SU PUEBLO

No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.

—Juan 15:16–17

Los diez mandamientos, es decir, la ley moral que Dios ha escrito en el corazón del hombre y que también entregó, de forma resumida, a Moisés en el monte Sinaí, son la voluntad de Dios para todo ser humano de todo tiempo y lugar. Sin embargo, hay un mandamiento adicional que expresa la voluntad de Cristo para su pueblo ¿Cuál es?

La ley moral se resume en dos principios: amar a Dios con todo nuestro ser y amar a nuestro semejante como nos amamos a nosotros mismos. Dios quiere que le amemos a él con toda nuestra devoción reconociendo su primer lugar en nuestra vida y que amemos a nuestro prójimo tal como queremos ser amados (Mateo 7:12). Sin embargo, Cristo dijo a sus discípulos: «Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.» (Juan 13:34–35). Así manda que entre sus seguidores haya otra clase de estimación superior a la de amarse a sí mismo. Ese amor, el amor ágape, es el amor con el que Cristo ama. El amor de Dios es ese amor que tiene la disposición de sacrificarse por el bien no del que merece ser amado, sino de quien necesita ser amado. El Señor quiere que amemos a nuestro hermano en la fe tal como Cristo nos amó a nosotros. Eso implica procurar su bienestar de la mejor manera que podamos teniendo en cuenta que en Cristo somos familia: «Respeten a todos, y amen de manera especial a los miembros de la iglesia.» (1 Pedro 2:17. Biblia Traducción en lenguaje actual). ¿Alguna vez se ha preguntado cómo le va a ese hermano que dedica tiempo a compartir la palabra o a la ancianita que no recibió jubilación y no tiene familiares que la ayuden? (Santiago 2:15,16) La verdad es que hemos fallado muchas veces en esto y nos hicimos merecedores de la ira eterna. Gracias a Dios, Cristo obró el bien en lugar nuestro y fue castigado por nuestra indiferencia pecaminosa. En gratitud a lo que Él hizo a favor nuestro vamos a querer amar, con el amor ágape, a nuestros hermanos en la fe.

Oración:

Señor, hazme un instrumento de tu paz, concédeme que yo no busque tanto ser consolado, como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar. Porque, sólo por tus méritos es que: dando, recibimos; perdonando, somos perdonados; y muriendo, somos resucitados a la Vida Eterna. Amén.

 

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Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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