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El día de pentecostés
(Rojo)
Tema del día: ¡Hoy cumple años la iglesia! Hace casi dos mil años, el Espíritu Santo cumplió con promesa y profecía al derramarse sobre los primeros cristianos. Hoy en día, el Espíritu Santo todavía obra en nuestros corazones por medio de Palabra y Sacramentos.
La Colecta: Oh Dios, que impartiste conocimiento a los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo: Haz que el mismo Espíritu nos conceda un juicio recto en todas las cosas y nos dé el gozo de su santo consuelo; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Joel 2:28-29 Siglos antes del día de Pentecostés, el profeta Joel predijo el derramamiento del Espíritu Santo, hecho que señala el principio de la iglesia cristiana. Por medio de este don especial del Espíritu Santo, muchos iban a ver señales y visiones, pero aún más importante, los que recibieron al Espíritu Santo iban a anunciar el evangelio a todo el mundo.
28Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
El Salmo del Día: Salmo 51
Al músico principal. Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, vino a él Natán el profeta.
1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.
5 He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.
9 Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
12 Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.
16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
18 Haz bien con tu benevolencia a Sion;
Edifica los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
El holocausto u ofrenda del todo quemada;
Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.
La Segunda Lectura: Hechos 2:1-21 Al derramarse sobre los apóstoles en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo cumplió con la promesa de Cristo que se encuentra en el evangelio para el día de hoy y también con la profecía de Joel que se acaba de leer. Con el poder del Espíritu Santo, los apóstoles predicaban sin temor y en varios idiomas a los que se habían reunido en Jerusalén.
1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
5Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.
Primer discurso de Pedro
14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
17 Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
19 Y daré prodigios arriba en el cielo,
Y señales abajo en la tierra,
Sangre y fuego y vapor de humo;
20 El sol se convertirá en tinieblas,
Y la luna en sangre,
Antes que venga el día del Señor,
Grande y manifiesto;
21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Ven Espíritu Santo, llena los corazones de los fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. ¡Aleluya!
El Evangelio: Juan 16:5-11 En la noche en que fue entregado, Jesucristo les prometió a sus discípulos que iba enviar a su Espíritu Santo para ser su consolador y ayudador.
5Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? 6Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. 7Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9De pecado, por cuanto no creen en mí;10de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
EL ESPÍRITU SANTO CONVENCE DE PECADO, DE JUSTICIA, Y DE JUICIO.
Hay unas campañas publicitarias famosas hoy en día que son muy convincentes como la empresa de Coca-Cola, por ejemplo, ahora su eslogan es - magia de verdad. Los comerciales muestran escenas mágicas que enfatizan las cualidades mágicas de la bebida Coca-Cola, yo vi un comercial así hace poco. Había un estudiante de arte en un museo con su clase, los estudiantes necesitaban dibujar inspirado por un cuadro de la sala de arte para practicar, pero este estudiante parecía cansado y no inspirado, él casi se iba a dormir, pero en un cuadro vio que necesitaba energía e inspiración. Entonces el cuadro cobró vida y alcanzó una Coca-Cola de otro cuadro, y en los siguientes minutos, todos los cuadros famosos, e incluso una estatua, pasaron la Coca-Cola del uno al otro, trabajando en equipo para entregar la Coca-Cola al estudiante. Y es más, todo eso sucedió sin ser visto por la profesora y los guardias de la sala de arte. Al final, el estudiante vio que le entregaban la Coca-Cola, la tomó y terminó su dibujo bien inspirado justo a tiempo para enseñárselo a su maestra. Yo les admito que aún yo que no tomo mucha gaseosa - quise tomar una Coca-Cola mágica y refrescante en ese momento. En nuestro texto de hoy, vemos a alguien aún más convincente que cualquier comercial o anuncio. Y veremos que aquello de lo que nos convence es más importante y dura más que cualquier refresco. Vemos que El Espíritu Santo convence al mundo de su pecado, de justicia, y de juicio.
Jesús está hablando a sus discípulos la noche antes de morir. Leemos lo que dijo Jesús justo antes de nuestro texto para ver las emociones probables que sentían los discípulos en ese momento. Juan 16:1-4 -1Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. 2 Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. 3 Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. 4 Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.
¡Qué cosas tan espantosas! Jesús estaba preparando a sus discípulos para el trabajo que venía, pero imagínense siendo los discípulos escuchando: Usted será perseguido y expulsado de las iglesias. Su maestro, profesor, y buen pastor que estuvo con ellos prácticamente los tres últimos años de su vida se va al Padre celestial y su trabajo es predicar un mensaje a un mundo que no quiere nada que ver con usted como cristiano y de hecho será hostil. Al escuchar este mensaje no me sentiría muy consolado. Pero Jesús les dijo esas cosas para recordarles que Él sabe lo que va a pasar, todo está en sus manos, y él tiene un plan.
Hay una película que se llama Los Once Estafadores de Ocean. Y en esta película, el hombre que se llama Ocean junta un grupo de estafadores para robar un casino en Las Vegas, ellos preparan un plan complicado e intrincado para robar este casino durante meses, cada uno de los estafadores tiene un papel importante en el plan, pero mientras llevan a cabo este plan, algunas cosas van mal aparentemente. Pero al final logran su meta de robar el casino, después, la película muestra cómo esas cosas que aparentemente salieron mal en el rob habían sido planeadas antes del robo.
Dios en su sabiduría sabía todas las cosas que iban a pasar a los discípulos., Él tuvo y todavía tiene un plan, a pesar de que las cosas aparentemente van mal, Dios sabe cómo cada cosa cabe en el plan. Y una de esas cosas fue que Jesús iba a regresar al Padre, era necesario y bueno, por esto Jesús les explicó - Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Porque Jesús iba al Padre, su trabajo fue cumplido, y él podía enviar al Consolador - El Espíritu Santo - a ellos para que ellos pudieran llevar a cabo su trabajo de predicar el evangelio a todas las naciones.
Y lo vimos en la lectura de Hechos. Esa gran escena - el cumplimiento de esta promesa de Dios. Vimos a los discípulos juntos, probablemente celebrando la fiesta de Pentecostés que es una fiesta judía celebrada 50 días después de la pascua para celebrar la cosecha y como Dios dio la Torá al pueblo de Israel. Pentecostés es una palabra griega que significa quincuagésimo día. Y de repente, lenguas de fuego aparecieron sobre las cabezas de los discípulos y ellos fueron llenos del Espíritu Santo y les dio el poder de hablar en las lenguas de toda la gente que vino para celebrar el día de Pentecostés en Jerusalén.
¡Qué escena tan maravillosa! Imagínense usted siendo parte de la gente que vino de otras naciones. Usted habla árabe, griego, latín, persa o iraní y estos judíos están predicando el evangelio a usted en su idioma natal. ¡Qué bendición! La promesa del Salvador dada al pueblo de Israel fue predicada a las naciones en ese día de Pentecostés.
El Espíritu Santo por medio de esta palabra de Dios convenció a 3.000 ese día de Pentecostés. 3.000 fueron bautizados y creyeron. ¿Pero qué es exactamente el mensaje convincente? Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
El mensaje primero - Pecado. De pecado, por cuanto no creen en mí. Esta es una ley fuerte, pero una ley necesaria. Nosotros estábamos como la gente en ese día de Pentecostés - sin el evangelio de Jesús crucificado y resucitado por nosotros. Muchas veces, no hemos creído en Dios, pecando contra el primer mandamiento. De hecho, la raíz de todo pecado queda en el pecado contra el primer mandamiento - poner cualquier cosa por encima de Dios. Vemos el primer pecado del mundo - el de Adán y Eva. ¿Qué hicieron ellos? Ellos pusieron sus deseos por encima de la voluntad de Dios. Cuando no queremos ir a la iglesia y escuchar la palabra - ponemos nuestra pereza y voluntad por encima. Cuando odiamos a otro o chismoseamos de otro, ponemos nuestro deseo y nuestro orgullo por encima de amar al prójimo. Cuando codiciamos a una persona, o una cosa, ponemos nuestro deseo por encima. Cualquier pecado que cometamos, le estamos diciendo a Dios - Yo no creo que lo que me está diciendo sea tan importante como para que deba seguirlo. Y ese pecado merece un castigo igualmente fuerte.
Pero gracias a Dios, el Espíritu Santo nos ha convencido de la justicia. De justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más. ¿Y por qué puede Jesús ir al Padre? Porque cumplió su tarea. Jesús vino al mundo para poner la voluntad de Dios por encima todo el tiempo. Unas horas después de este texto, vemos a Jesús orando en el jardín de Getsemaní diciendo como escrito por Lucas en capítulo 22:42 de su evangelio -Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y Jesús tomó de esa copa de sufrimiento y castigo, soportando el pecado del mundo por amor a nosotros. Él fue abandonado por Dios - lejos del amor - por amor a nosotros. Jesús tomó ese castigo fuerte que habíamos merecido para que podamos ser convencidos de justicia. Como Pablo nos dice en Romanos 1:17 - Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Y viviremos. Gracias a Dios, por medio de esta palabra de Dios, El Espíritu Santo nos ha convencido de esta fe. Ahora tenemos este perdón de pecados y la esperanza de los cielos.
Pero El Espíritu Santo nos ha convencido de una cosa más. De juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. En la cruz, Jesús juzgó al diablo - el príncipe de este mundo. Jesús mostró que el diablo, el mundo, y la muerte no tienen poder. Cuando Jesús resucitó y ascendió a la diestra de Dios Padre, mostró que el acusador - el diablo - no puede acusar a los que están convencidos de la verdad. En el último día, cuando Dios juzga al mundo, él declarará a los creyentes justos por Jesús y no acusados por el diablo. Tenemos la certeza que ya está juzgado el diablo. Descansamos en las manos de Dios, declarados justos por Jesús.
¿Pero cómo convencerá El Espíritu al mundo de estas cosas? Allí entra nuestro trabajo según la gran comisión escrita en Mateo 28:19-20 - Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Nosotros somos los que compartimos esta palabra convincente. Conforme a este trabajo, compartimos la ley fuerte a los que no creen. Compartimos la justicia de Dios que se encuentra en la cruz de Cristo que nos convence que no podemos merecer nada con nuestra justicia. Compartimos el juicio que nos muestra que el diablo ya está juzgado, y no tiene poder de acusarnos. En este día de Pentecostés, celebramos la obra del Espíritu Santo que nos guía con la palabra y que obra por medio de la palabra convencer a la gente de la verdad. ¡Qué trabajo tan grande y bendecido que tenemos en esta vida! Gracias a Dios, hemos sido convencidos de la verdad, y podemos compartir la palabra convincente a los demás. Amén.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Amén.
Los Himnos:
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
57 Antiguo Espíritu despierta
54 Santo Espíritu llena mi vida
45 Fortalece a tu Iglesia
36 Soplo de Dios viviente
37 Ven, Espíritu Santo
38 Tu Palabra es mi cántico
Culto Cristiano:
87-95 Himnos para el Pentecostés
96-103 Himnos para la Santísima Trinidad
109 Sosténnos firmes, ¡oh Señor!
291 Imploramos tu presencia
303 Dios os guarde siempre en santo amor
367 Gloria, canto, honor