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Iglesia en Vivo - Chile

Los sabados a las 21:00 hora de Chile.

El decimoséptimo domingo después de pentecostés

(Verde)

 

Tema del sermón: El perdón refleja el amor de Dios.

El perdón transforma la vida del cristiano.

Dios es capaz de transformar todo mal a bien.

 

Sermón: Dios Transforma el Mal en Bien a través del Perdón

Introducción

Queridos hermanos y hermanas, gracia y paz en el amor de Dios en Cristo por nosotros. Hoy nos reunimos en la casa del Señor para reflexionar, sobre un tema de gran importancia para nuestra fe cristiana luterana confesional: el poder transformador de Dios para cambiar el mal en bien a través del perdón.Nuestro fundamento para esta enseñanza se encuentra en el libro de Génesis, capítulo 50, versículos 15 al 21. Además, exploraremos cómo el perdón es una parte fundamental de nuestra vida cotidiana como seguidores de Cristo, y cómo la distinción entre la Ley y el Evangelio juega un papel esencial en esta comprensión.

Parte I: Dios Transforma el Mal en Bien a través del Perdón (Génesis 50: 15-21)

Para comenzar, al abrir nuestras Biblias en el libro de Génesis, capítulo 50, versículos 15 al 21, encontramos una poderosa historia que ilustra el tema de hoy. Esta es la historia de José y sus hermanos.

Leamos juntos: (1)

Versículo 15: "Viendo los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron: Quizá José nos aborrezca y nos pague todo el mal que le hicimos."

Versículo 16: "Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo."

Versículo 17: "Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron. Ahora, pues, te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban."

Versículo 18: "Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: He aquí nosotros somos tus siervos."

Versículo 19: "Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?"

Versículo 20: "Vosotros pensasteis mal contra mí, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo."

Versículo 21: "Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón."

Esta historia de José es un testimonio poderoso de cómo Dios puede tomar situaciones malas y transformarlas en bien. José era un hombre de altos valores morales, el hijo amado más que todos de Jacob, pues lo había concebido en su vejez y era el fruto de su amor con su esposa Raquel. Para Dios también era especial José, pues le había dado talentos y habilidades excepcionales, como también le revelaba en sueños que tenía planes especiales para él. El favoritismo de su padre, su valores morales, y su capacidad: provocaron la envidia y el odio de sus hermanos. Hermanos que en un momento de furia, cuando estaban apacentando las ovejas de su padre en Siquem, lo atacaron lo echaron en una cisterna vacía, para matarlo, pero finalmente decidieron venderlo como esclavo a unos mercaderes ismaelitas, que pasaban por ahí, por veinte piezas de plata. 

Será interesante para nosotros meditar un momento en las palabras del apóstol (2) Santiago 1:14-15 que nos advierte: “Cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido. Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado.” 

 

José fue vendido como esclavo por sus propios hermanos, sufrió la esclavitud en Egipto y la prisión injustamente, pero al final, Dios lo exaltó y lo usó para salvar a su propia familia y a muchas otras personas durante un tiempo de hambruna. Lo que sus hermanos pensaron como mal, Dios lo convirtió en una bendición. Dios llevó a José a ser el brazo derecho de Faraón, su Zafnat-panea o segundo al mando, al interpretar su sueño de 7 años de excelentes cultivos en Egipto que darían paso a 7 años de hambruna en toda la tierra, lo cual traería a los hermanos de José, desde Canaán junto a su padre a buscar comida donde este Zafnat-panea. José perdonó a sus hermanos y junto a su padre los cobijo con los setenta de sus familias en su reino y Dios habló a Jacob para que descendiera a Egipto sin temor, pues allí haría de Él una gran nación. (Génesis 46: 2-4) Solo recordemos que luego salieron de Egipto en el éxodo 600.000 varones más mujeres y niños. Esta es una hermosa historia que nos revela la gracia de Dios.

La Importancia del Perdón

Ahora, quiero enfocarnos en la importancia del perdón en esta historia. Cuando los hermanos de José se dieron cuenta de que su padre Jacob había muerto, tuvieron miedo de que José finalmente los castigara por lo que le habían hecho en el pasado. Pero José les muestra el camino del perdón, un camino que refleja el corazón de Dios.

En el versículo 17, sus hermanos le dicen: "Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado". Esto es un acto de humildad por parte de los hermanos, reconocen su pecado y buscan el perdón. El perdón es un tema central en nuestra fe luterana confesional. Sabemos que somos pecadores y que necesitamos el perdón de Dios. Como dice la Escritura en (3) 1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad."

Pero lo que hace que esta historia sea aún más impactante es la respuesta de José en el versículo 19: "No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?" Joséreconoce que no está en el lugar de Dios para juzgar y castigar. Él entiende que el perdón no proviene de él, sino de Dios. Esta es una lección importante para nosotros como cristianos. No somos jueces, somos llamados a perdonar, asícomo Dios nos ha perdonado. 

 

La Distinción entre la Ley y el Evangelio

Aquí es donde entra en juego la distinción crucial entre la Ley y el Evangelio en nuestra teología luterana confesional. La Ley nos muestra nuestra pecaminosidad, nos confronta con nuestros errores y nos lleva al arrepentimiento. Como vemos en (4) Romanos 3:20: "ya que por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la Ley viene el conocimiento del pecado." La Ley nos muestra nuestra necesidad de perdón.

Imaginémonos el peso del pecado que significó en las conciencias de los hermanos de José el haberlo vendido como esclavo, por sus celos y egoísmo, al ser este el hijo preferido. Sin embargo por el poder de la Palabra de Dios fueron movidos al arrepentimiento.

Hermanos y hermanas en Jesucristo y ¿Que de nosotros?

¿Cuántas veces hemos sentido celos, odio, envidia y rabia contra quien tiene más capacidad, más inteligencia, más belleza, más prosperidad, o simplemente tiene algo que nosotros no tenemos y queremos obcecadamente? Muchasmás veces de las que nos gustaría haberlo hecho, pero gracias a Dios, porque Él pone un espejo frente a nosotros en su ley, para llevarnos al arrepentimiento y nos mueve a reconocernos pecadores en todo y por todo. Y nos sentimos mal, cansados y cargadospero en Jesús encontramos descanso para nuestras almas. (Mateo 11:28-30)

Ya que es el Evangelio que nos muestra la gracia y el perdón de Dios a través de Jesucristo. Como dice (5) Juan 3:16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna." El Evangelio nos muestra que, a pesar de nuestros pecados, Dios nos ama y nos perdona a través de la obra redentora de Cristo en la cruz. José tenía todo el poder y la autoridad para aniquilar a todos sus pecaminosos hermanos, sin embargo movido por el amor de Dios, que tanto le había dado, tuvo compasión y misericordia. José nunca pensó siquiera en contaminar su alma con rencor, inmisericordia u odio.

Aplicación en Nuestra Vida Diaria

Ahora, llevemos esta enseñanza a nuestra vida diaria. Como cristianos luteranos confesionales, debemos ser conscientes de que todos somos pecadores necesitados del perdón de Dios. Pero también debemos estar dispuestos a perdonar a aquellos que nos han hecho daño, al igual que Joséperdonó a sus hermanos. Así tan bien lo rezamos en el Padrenuestro:

(6) “Pedimos el perdón de nuestras deudas y nos mostramos como ejemplo de que nosotros perdonamos a los que nos deben”.  Así es, con la vara que midamos seremos también medidos. (Mateo 7:2)

El apóstol Pablo nos exhorta en (7) Efesios 4:32: "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo."   Debemos recordar que Jesús nos amó primero y murió por nuestros pecados para obtener nuestro perdón. ¿Quiénes somos nosotros para negar el perdón a otros?

El perdón no significa que justifiquemos el mal o que olvidemos lo que nos han hecho, pero significa que liberamos el resentimiento y la amargura en nuestros corazones. Perdonar es un acto de amor y obediencia a Dios. Cuando perdonamos, seguimos el ejemplo santo de nuestro Salvador Jesucristo.

Conclusión

En resumen, la historia de José en Génesis 50:15-21 nos muestra el poder transformador de Dios para cambiar el mal en bien a través del perdón. También nos recuerda la importancia del perdón en nuestra fe cristiana luterana confesional, y cómo la distinción entre la Ley y el Evangelio juega un papel esencial en nuestra comprensión. El perdón refleja el amor de Dios.

Recordemos siempre que amamos y perdonamos porque Jesús nos amóprimero y murió para obtener nuestro perdón. Que el Señor nos ayude a perdonar a aquellos que nos han hecho daño, para que podamos experimentar la libertad y la paz que vienen a través del perdón. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guarde  nuestros corazones y vuestras mentes, en Cristo Jesús, perdonándonos para vida eterna. Amén.

 

 

 

Tema del día: La gracia de Dios, su amor inmerecido por nosotros viles pecadores, nos motiva y nos da la fuerza para poder perdonar a los que pecan contra nosotros.

 

La Colecta: Oh Dios, ya que sin tu ayuda no podemos agradarte: Concede misericordiosamente que tu Espíritu Santo ilumine y dirija nuestros corazones en todo; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

La Primera Lectura: Génesis 50:15-21 Aunque los hermanos de José pecaron contra él al venderlo en esclavitud, José no respondió con venganza ya que se dio cuenta que Dios había obrado por medio del pecado de ellos para salvar a mucha gente.

50:15 Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. 
50:16 Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: 
50:17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. 
50:18 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. 
50:19 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? 
50:20 Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. 
50:21 Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón. 

 

 

 

El Salmo del Día: Salmo 103, p. 204

Alabanza por las bendiciones de Dios 

Salmo de David. 


103:1 Bendice, alma mía, a Jehová, 
Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 
103:2 Bendice, alma mía, a Jehová, 
Y no olvides ninguno de sus beneficios. 
103:3 El es quien perdona todas tus iniquidades, 
El que sana todas tus dolencias; 
103:4 El que rescata del hoyo tu vida, 
El que te corona de favores y misericordias; 
103:5 El que sacia de bien tu boca 
De modo que te rejuvenezcas como el águila. 
103:6 Jehová es el que hace justicia 
Y derecho a todos los que padecen violencia. 
103:7 Sus caminos notificó a Moisés, 
Y a los hijos de Israel sus obras. 
103:8 Misericordioso y clemente es Jehová; 
Lento para la ira, y grande en misericordia. 
103:9 No contenderá para siempre, 
Ni para siempre guardará el enojo. 
103:10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, 
Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. 
103:11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, 
Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. 
103:12 Cuanto está lejos el oriente del occidente, 
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. 
103:13 Como el padre se compadece de los hijos, 
Se compadece Jehová de los que le temen. 
103:14 Porque él conoce nuestra condición; 
Se acuerda de que somos polvo. 
103:15 El hombre, como la hierba son sus días; 
Florece como la flor del campo, 
103:16 Que pasó el viento por ella, y pereció, 
Y su lugar no la conocerá más. 
103:17 Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, 
Y su justicia sobre los hijos de los hijos; 
103:18 Sobre los que guardan su pacto, 
Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra. 
103:19 Jehová estableció en los cielos su trono, 
Y su reino domina sobre todos. 
103:20 Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, 
Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, 
Obedeciendo a la voz de su precepto. 
103:21 Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, 
Ministros suyos, que hacéis su voluntad. 
103:22 Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, 
En todos los lugares de su señorío. 
Bendice, alma mía, a Jehová.

 

La Segunda Lectura: Romanos 14:5-9 Al llevar una vida perfecta y morir en la cruz por nosotros, Cristo cumplió con toda la ley del Antiguo Testamento.  Nosotros ahora tenemos libertad en cuanto a lo que comemos y los días santos.  No obstante, hay unos que son obligados por su consciencia sensible.  Por tanto, en vez de juzgar a nuestros hermanos en cuanto a asuntos de adiáfora, debemos reconocer que servimos los dos al mismo Señor, tanto en este mundo como en el venidero.

 

14:5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. 
14:6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. 
14:7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 
14:8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 
14:9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. 

 

El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza. ¡Aleluya!

 

El Evangelio: Mateo 18:21-35 ¿Cómo puede una persona que rehúse perdonar vivir en compañerismo con el Dios que le ha perdonado incondicionalmente?  El que se goza en la gracia de Dios va a perdonar de buena voluntad no solamente siete veces, ni setenta veces siete, sino cada vez que alguien peque contra él.

 

18:21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 
18:22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. 

Los dos deudores 
18:23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 
18:24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos 
18:25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 
18:26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 
18:27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 
18:28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 
18:29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 
18:30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 
18:31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 
18:32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 
18:33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 
18:34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 
18:35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

 

 

 

Algunos himnos sugeridos:

Cantad al Señor:

17        De tal manera Dios amó

88        Sublime Gracia

90        ¡Oh Cristo de infinito amor!

109     Padre nuestro

 

Culto Cristiano:

133     Amémonos hermanos

202     Oí la voz del Salvador

205     Venid pecadores

210     Santo Dios, ¡oh Dios de amor!

217     ¡Oh gran Dios!

255     Qué mi vida entera esté

257     Mirad y ved

260     Un raudal de bendiciones