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El quinto domingo después de epifanía

(Verde)

 

Tema del día: Jesucristo se manifiesta como el todopoderoso y misericordioso Señor de la mies, mostrando que tiene el poder para purificar corazones, y aun convertir a pecadores en “pescadores de hombres.”

 

La Colecta: Oh Dios, nuestro Padre amoroso, que por la gracia de tu Espíritu Santo estableces tus dones amorosos en el corazón de tu pueblo fiel: Concede a tus siervos sanidad del cuerpo y mente, a fin de que te amen con todo su ser y se dediquen de todo corazón a todo aquello que te agrada a ti; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

La Primera Lectura: Isaías 6:1-8 En una visión, Dios permitió que su Profeta Isaías viera una chispa de lo que es el cielo. Pero siendo arrodeado por ángeles y estando en la presencia del Santo Dios, Isaías se dio cuenta de su pecado y tuvo miedo. Pero Dios aseguró a Isaías que su pecado había sido limpiado. Con corazón agradecido, Isaías aceptó el llamamiento de Dios.

 

1En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 4Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. 5Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

6Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. 8Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.

 

 

El Salmo del Día: Salmo 85

 

Al músico principal. Salmo para los hijos de Coré.

1 Fuiste propicio a tu tierra, oh Jehová;

Volviste la cautividad de Jacob.

2 Perdonaste la iniquidad de tu pueblo;

Todos los pecados de ellos cubriste.

Selah

3 Reprimiste todo tu enojo;

Te apartaste del ardor de tu ira.

4 Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación,

Y haz cesar tu ira de sobre nosotros.

5 ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?

¿Extenderás tu ira de generación en generación?

6 ¿No volverás a darnos vida,

Para que tu pueblo se regocije en ti?

7 Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia,

Y danos tu salvación.

8 Escucharé lo que hablará Jehová Dios;

Porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,

Para que no se vuelvan a la locura.

9 Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen,

Para que habite la gloria en nuestra tierra.

10 La misericordia y la verdad se encontraron;

La justicia y la paz se besaron.

11 La verdad brotará de la tierra,

Y la justicia mirará desde los cielos.

12 Jehová dará también el bien,

Y nuestra tierra dará su fruto.

13 La justicia irá delante de él,

Y sus pasos nos pondrá por camino.

 

 

La Segunda Lectura: 1 Corintios 14:12-20 El Señor da muchos dones a sus hijos para la edificación de su iglesia. Qué siempre usemos nuestros dones para la gloria de Dios y no para la gloria nuestra.

 

12Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.

13Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. 14Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. 15¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. 16Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho. 17Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado. 18Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; 19pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.

20Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.

 

El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Jesús les habló otra vez diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. ¡Aleluya!

 

El Evangelio: Lucas 5:1-11 En esta lectura, San Pedro tiene la misma respuesta ante el poder de Dios que tuvo Isaías en la primera lectura para esta mañana: se dio cuenta de sus pecados y tuvo miedo. Pero Cristo en su misericordia quita sus temores y llama a él y sus compañeros a ser “pescadores de hombres.”

 

1Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. 2Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. 3Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. 4Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. 5Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. 6Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. 7Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. 8Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. 9Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él, 10y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. 11Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.

 

EL PESCADOR PERFECTO NOS LLAMA A SER PECADORES DE HOMBRES

 

Muy buenos días, me gustaría presentarme. Me llamo Simón Pedro, el pescador de hombres. Y hoy quiero hablarles de uno de los mejores días de mi vida. Pero la historia empieza con una de las peores noches de mi vida. Empezó como cualquiera, después de descansar durante el día me desperté, me coloqué la ropa de trabajo. Y mi esposa organizándose para dormir me dijo “¡Ay, Simón, como huele a pescado esa ropa! ¡Apártese de mí!” “Soy un hombre pescador,” dije yo, ya ni sintiendo el olor después de tantos años en ese trabajo. “Que tengas una buena pesca!”

 

Salí con mi hermano compañero de trabajo, Andrés, y los otros compañeros, los hermanos Jacobo y Juan. Hicimos todo lo correcto, pero cada vez, las redes quedaban vacías. Nosotros cuatro crecimos pescando en ese lago, conocemos todos los lugares secretos donde siempre uno tiene éxito. Pero pasamos toda la noche sin pescar nada, como si todos los peces hubieran salido de vacaciones para otro lago, dejándonos allí solos flotando y pensando. ¿Qué voy a decir a mi esposa? ¿Cómo va a poder comer mi familia? Cuando salió el sol a saludar, sabemos que ya no hubo esperanza. Cada pescador sabe que no se pesca nada en el lago Genesaret durante el día. Y así arrancamos para la orilla, y aproximando al lado nos dimos cuenta de una muchedumbre que estuvo allí. Normalmente cuando hay mucha gente viendo algo debe estar algo espectacular, pero no vimos nada espectacular, solo un maestro enseñando. Acercándonos pudimos escuchar sus palabras sobre la faz del agua. “Conozco esa voz. Es la voz de Jesús, el que hace poco había sanado a mi suegra enferma, y a quien Andrés me había presentado.” Yo pensé que sería bueno saludarlo y escucharlo un poco, como Andrés siempre le gustaba escuchar, pero como que todavía nos faltó lavar las redes, y ya estuvimos cansados y frustrados, preocupados por la plata que habíamos perdido, habrá otro día para eso. En ese momento realmente no nos interesó tanto lo que Jesús tuvo que decir.

 

Pero a la gente allá sí, y querían escuchar más. Y llegaba más gente apretándose hasta que nadie pudo escuchar la palabra de Dios que hablaba Jesús. En el último pueblo donde predicó la gente intentó matarlo, pero allí tenían sed por la palabra. Y Jesús, sabiendo que la gente quiso escuchar y no pudo y conociendo mi corazón se acercó a nosotros. Jesús sabía exactamente lo que hacía. Iba a convertir a este hombre pecador en un pescador de hombres. Entonces me pidió usar la barca y lo llevé un poco adentro. Y de allí la voz de Jesús se escuchó sobre la faz del agua. Toda la gente fue alimentada con la palabra de Dios, que tiene poder de cambiar corazones, que yo iba a experimentar próximamente. Y este cambio de corazón que produce el Espíritu Santo por medio de la palabra es un milagro mil veces más grande del que iba a ver más adentro del lago.

 

Cuando terminó de predicar, Jesús me dijo, “Coje las redes de nuevo, que vamos a pescar, pero allá.” Ahora les pregunto, ¿le gusta cuando le dicen como hacer su trabajo? Además, cuando no tiene ninguna idea como hacerlo. Ahora este carpintero estaba diciendo a un pescador de años donde echar sus redes. Inmediatamente vinieron a la mente mil razones porque no hacerlo. Ya es día, no hay peces, las redes que tengo no alcanzan esa profundidad y ya casi terminé de lavarlas, además estoy cansado y frustrado, solo quiero volver a casa a acostarme, intentemos mañana. Pero en este momento me acordé de sus palabras y de cómo curó a mi suegra y dije, “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red. “Tengo mil razones para no hacerlo, más lo haré porque tú me dices, Señor.”

 

A veces tengo momentos así, muestro la fe que tengo, confío en Dios sobre todas las cosas. Pero no siempre. Les confieso que cuando estuve en la barca sin ningún pescado, no confiaba en Dios plenamente. No confiaba que él iba a proveer para mí y mi familia. ¿Soy el único así? ¿Tienen momentos así también ustedes? Están preocupados por el trabajo que están haciendo ustedes, confiando en sí mismo para proveer, o dudando que Dios va a proveer. Así pecamos contra el primer mandamiento, dejando que el trabajo, dinero, y nosotros mismos sean nuestros dioses. ¿Tienen momentos en que escuchan la palabra de Dios, y dicen: “No, tengo una mejor idea, ¿tengo mil razones porque no hacerlo?” Sí, debo predicarle la palabra a ese compañero, pero no la va a escuchar. Sí, la palabra de Dios hace claro que no haga tal cosa, pero no estoy perjudicando a nadie. Cuando tenemos montones de razonamientos contra la palabra, que nos acordemos la una razón necesaria, “porque tú me dices, Señor.” “En tu palabra, lo haré, Señor.” Porque solo la palabra puede cambiar un corazón pecador, uno como el mío, de que me di cuenta rápidamente después de echar las redes donde Jesús me había dicho.

 

Ya han escuchado lo que pasó, ¿cierto? Lo que no tuvo explicación. Me sentí un movimiento profundo en la barca, miles de pescados aparecieron en las redes. Empecé a retirarlos, pero hubo tantos peces que las redes se rompían y la barca se hundía. Llamamos a los compañeros para ayudar porque la barca también se hundía. Y Jesús en el frente de mi barca, sonriendo. Quise sonreír por la pesca, pero no pude. Había visto algo de fuera de este mundo. Estaba cara a cara con Dios. Y no pude pensar en nada más que todos los pecados que había cometido, de la noche anterior, y de toda mi vida, llena de pecados. Yo sentí que no pude estar allí parado, un pecador en frente del Dios perfecto, el Dios santo, el Dios poderoso, quien había mostrado su poder por esta pesca milagrosa. Y estaba en la misma barca conmigo. Caí a rodillas y dije, Apártate de mí, soy un hombre pecador.”

 

Hubo muchos milagros ese día, desde la noche sin pescado, hasta la conversión de la gente que creyó la palabra, y claro la misma pesca milagrosa, pero el milagro que me afecta más que todos, es que Jesús se quedó allí conmigo en la barca. No se apartó de mí, un hombre pecador. Y hasta el día de hoy no se ha apartado de mí él ni sus palabras que siguieron. Dijo, No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Esas dos palabras, “no temas” cargan mucho significado. Con solo dos palabras Jesús me dijo, “No tienes nada que temer porque estoy contigo. No temas. Te quiero. No temas. Yo voy a proveer, para ti y para tu familia. No temas. Sí, eres pecador, tienes razón, pero no te voy a destruir, yo me encargo con este pecado, y lo llevo al madero. No temas. Yo no soy pecador, y la vida que estoy viviendo la vivo por ti. Para regalártela. No temas. Aunque no eres digno, yo te hago digno para trabajar conmigo. No temas. Desde ahora vas a ser pescador de hombres. Vas a pescarlos a la vida.”

Entonces lo seguí, dejé todo allí, hasta las redes. Sabía que no las necesitaría. Dios iba a proveer. Y vinieron conmigo mi hermano Andrés, Jacobo y Juan para aprender más y para pescar otro mar. Amén

 

 

Los Himnos:

 

Algunos himnos sugeridos:

Cantad al Señor:

51 Dios de gracia, Dios de gloria

53 Seguidme a mí, dice el Señor

54 Santo Espíritu llena mi vida

56 Alzad la cruz

60 Señor, despierta y llama

72 Gloria al nombre de Cristo

74 Hoy canto el gran poder de Dios

81 Con Dios no temeremos

87 Oh, Dios eterno

107 El Señor es mi luz

 

Culto Cristiano:

254 Firmes y adelante

255 Qué mi vida entera esté

257 Mirad y ved a nuestro Dios

259 Tu vida, ¡oh Salvador!

263 Escuchad, Jesús nos dice

264 Grato es contar la historia

272 Me guía Cristo

274 No temas ya

403 Estad por Cristo firmes


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