
Servicio - 4 abril 2021
La pascua de resurrección
Culto del amanecer
(Blanco u oro)
Tema del día: En esta mañana, recordamos lo que pasó temprano por la mañana en el domingo de la resurrección. Vemos el gozo y la seguridad que la resurrección de Cristo da a los que creen en él. “¡Sorbida es la muerte en victoria!”
La Colecta: Oh Dios, que para lograr nuestra redención enviaste a tu unigénito Hijo Jesucristo a sufrir la muerte en la cruz, y que mediante su gloriosa resurrección nos has librado del poder del enemigo: Concede que nosotros muramos diariamente al pecado de modo que vivamos para siempre con aquel que murió y resucitó por nosotros; por el mismo Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Isaías 12:1-6 En dos breves cánticos de alabanza, el profeta Isaías canta de la salvación que Dios provee a su pueblo.
1En aquel día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado. 2He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. 3Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. 4Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido. 5Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra. 6Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.
El Salmo del Día: Salmo 30
Salmo cantado en la dedicación de la Casa.
Salmo de David.
1 Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado,
Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí.
2 Jehová Dios mío,
A ti clamé, y me sanaste.
3 Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol;
Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura.
4 Cantad a Jehová, vosotros sus santos,
Y celebrad la memoria de su santidad.
5 Porque un momento será su ira,
Pero su favor dura toda la vida.
Por la noche durará el lloro,
Y a la mañana vendrá la alegría.
6 En mi prosperidad dije yo:
No seré jamás conmovido,
7 Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte.
Escondiste tu rostro, fui turbado.
8 A ti, oh Jehová, clamaré,
Y al Señor suplicaré.
9 ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura?
¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?
10 Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí;
Jehová, sé tú mi ayudador.
11 Has cambiado mi lamento en baile;
Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.
12 Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado.
Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.
La Segunda Lectura: 1 Corintios 15:51-57 En esta lectura San Pablo nos explica lo que la resurrección de Jesucristo significa para nosotros. Dado que él vive, nosotros también viviremos. “¡Sorbida es la muerte en victoria!”
51He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 55¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Cristo ha resucitado. ¡Aleluya! Pues, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir. ¡Aleluya!
El Evangelio: Juan 20:1-18 El evangelio para esta mañana cuenta lo que pasó en la mañana del domingo de la resurrección: como Juan y Pedro descubrieron la tumba vacía y luego la aparición del Señor resucitado a María Magdalena.
1El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. 2Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. 3Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. 4Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. 6Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, 7y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. 8Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. 9Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos. 10Y volvieron los discípulos a los suyos.
11Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; 12y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 13Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. 14Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. 15Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. 16Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). 17Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 18Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
HERMANOS EL AGUIJÓN DE LA MUERTE ES EL PECADO, PERO JESÚS ES EL AGUIJÓN DE LA MUERTE
En la lectura de Corintios para hoy escuchamos ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 1 Corintios 15:56. La muerte tiene un “aguijón”. Este aguijón es venenoso y mortal. Lo que le da a la muerte el aguijón con su poder para destruir, es el pecado. Cuando el hombre peca, se convierte en víctima de la muerte. Todos nosotros pasaremos por la muerte si Jesús no viene por segunda vez y, sabemos que pasaremos por ella por el pecado que mora en cada uno de nosotros. Como cristianos sabemos porque existe la muerte, pero los incrédulos se burlan de la muerte y por ende de nosotros y más que eso se burlan de Dios, porque para ellos simplemente el hombre nace, crece, se reproduce y muere. Ven la vida como un simple ciclo, para ellos no existe Dios y por lo tanto aplicamos lo que nos enseña Salmo 14:1 dice el necio en su corazón no hay Dios. Cuando hablamos de la muerte sabemos que ella no existía cuando Dios creo a Adán y Eva, ellos fueron creados inmortales, pero al dejarse llevar por la tentación del engañador sabemos las consecuencias garrafales que trajo para el ser humano. Los cementerios son una muestra del aguijón de la muerte, estos lugares son testigos del llanto de las personas por sus seres queridos. Algunos tienen la esperanza de volver a encontrarse con su ser querido, pero otros no. El Gólgota es un buen ejemplo del aguijón de la muerte, Jesús murió, el lugar de su sepultura ese viernes fue un lugar de desolación, un lugar donde la muerte fue un aguijón para la madre, los discípulos y seguidores de Jesús.
San Juan nos dice de una visita que tuvo la tumba de Jesús 1El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. 2Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. 3Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. 4Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. 6Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, 7y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. El apóstol Juan fue testigo del dolor de la muerte en la cruz y ahora era testigo de la incertidumbre que les trajo ver el sepulcro vacío. ¿El cuerpo de Jesús fue robado? ¿los rumores que los soldados romanos trasladaron el cuerpo de Jesús son ciertos? ¿otros discípulos de Jesús sacaron el cuerpo y lo llevaron a otro lugar? Son preguntas que tal vez podríamos hacernos si hubiéramos estado en ese lugar. Pero si fuéramos investigadores nos llamaría la atención si hubiéramos encontrado los lienzos y el sudario con los cuales se había cubierto el cuerpo de Jesús y estaríamos al igual que esos testigos llenos de incertidumbre.
Pero el problema por el cual no entendían lo que sucedía era por su pecado en contra del tercer mandamiento, recordemos que este mandamiento nos habla de lo que es y lo que hace la Palabra de Dios en nuestras vidas. 8Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. 9Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos. 10Y volvieron los discípulos a los suyos. Jesús pasó tres años enseñándoles a ellos todo lo que iba a pasar, Él les demostró que la muerte iba ser vencida por ÉL al resucitar personas que habían muerto como el hijo de la viuda de Nain, recordemos a su amigo Lázaro y a la hija de un centurión que la llamó desde la muerte diciéndole Talita Cumi, niña levántate. Nosotros entendemos lo que le sucedió a los apóstoles y seguidores de Jesús porque en momentos cruciales de nuestra vida olvidamos las promesas de la Biblia. Cuando estamos en un hospital o en un cementerio olvidamos las promesas de las Escrituras y pecamos contra la primera tabla de la ley, no amamos, no confiamos en Dios y en su Palabra y esto nos recuerda que merecemos sufrir con la muerte, no solamente física sino también la muerte eterna, merecemos resucitar para ser castigados en cuerpo y alma en el infierno.
En el funeral de un hermano en la fe, en nuestro funeral habrá lágrimas. Estas lágrimas Juan la muestra en María Magdalena 11Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro. Pero estas lágrimas pronto fueron convertidas en promesa de vida 12y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 13Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. 14Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. 15Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. 16Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús mismo le habló a ella, aquel que sepultaron ahora estaba vivo. Ella al escuchar la voz de su maestro entendió que ÉL estaba vivo. Nosotros cuando estemos en un funeral de un hermano en la fe lloraremos por él, porque la muerte nos trae dolor, lágrimas. Jesús mismo lloró delante la tumba de Lázaro. Pero esas lágrimas también son llenas de esperanza porque en cualquier momento estaremos con este hermano en la fe en el cielo adorando y Glorificando a nuestro Dios. En la Resurrección de Jesús encontramos cosas que no podemos entender bien como lo que nos dice Juan 17Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre. Pero podemos concluir sin ir en contra de las Escrituras que esto sucedió porque Él ya no iba a andar ni a hablar con ellos de la misma manera en que lo había hecho antes. Jesús le dijo que no lo tocara porque en esta nueva relación él iba a ser su Señor que había ascendido. Ella no iba a perder a Jesús, sino que la relación iba a ser de diferente manera. Pero ella escuchó un mandato de su Señor más ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 18Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
Les tengo una propuesta, cuando muramos pidamos que en nuestra tumba halla un epíteto que diga lo siguiente: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 1 Corintios 15:55. Sonará esto contradictorio para muchos pero es un testimonio de nuestra fe aún en la sepultura. Con esto estamos afirmando que la muerte ya no es un aguijón para nosotros porque el pecado fue vencido por Jesús, su vida perfecta es un testimonio que en ese momento nuestras almas están en el cielo, nuestro cuerpo en la sepultura, pero estamos disfrutando la promesa de Juan 14:2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Con este epíteto estamos afirmando que el sufrimiento y la muerte de Jesús fue para vencer la muerte, el diablo y el pecado porque Él resucitó. Tal vez los incrédulos, nuestros enemigos espirituales y aún el mismo diablo se burlarán de nuestro Epíteto, pero el salmo para hoy nos da más seguridad 1Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado, Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí. 2Jehová Dios mío, A ti clamé, y me sanaste. 3Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol; Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura. Salmo 30:1-3. Con este epíteto estamos evangelizando aún desde nuestra tumba porque con este estamos afirmando nuestra fe confesional porque de una manera a otra estamos confesando: creo que Jesús murió, fue sepultado y resucitó entre los muertos, creo en la resurrección de los muertos y creo en la vida eterna porque Jesús es el aguijón de la muerte. Amén
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
19-23 Los himnos para la Resurrección
98 ¡Muerte! ¿dónde está tu horror?
105 Acuérdate de Jesucristo
108 Esta es la fiesta
Culto Cristiano:
38 Jesús divino
69-77 Los himnos para la Pascua de Resurrección
78 De mil arpas y mil voces
82 A Cristo proclamad
335 ¡Cristo vive!
336 Del sepulcro tenebroso
337 Mi Jesús, mi Salvador
404 Hosanna al Hijo de David
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