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El octavo domingo después de pentecostés

(Verde)

 

Tema del día: La ley de Dios es clara. Exige un amor perfecto para poder entrar en el cielo. Al ver la ley de Dios, nos damos cuenta de nuestro pecado y de nuestra necesidad de un salvador. Dios en su amor nos ha dado tal salvador en la persona de Jesucristo. Por lo tanto, nosotros ahora seguimos la ley de Dios no para ganar la vida eterna, sino para agradecer a Dios por la salvación que nos da.

 

La Colecta: Oh Dios, cuya providencia todo lo gobierna: Te suplicamos humildemente que apartes de nosotros las cosas que nos dañan, a fin de que nosotros, siendo capacitados en alma y cuerpo, llevemos a cabo tu santa voluntad; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

La Primera Lectura: Deuteronomio 30:9-14 Cuando ya estaban al punto de entrar en la tierra prometida, Moisés animó al pueblo de Israel a obedecer a Dios, es decir, a guardar sus mandamientos que siempre estaban cercas de ellos.

 

9Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, 10cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.

11Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. 12No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? 13Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? 14Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.

 

El Salmo del Día: Salmo 25

 

Salmo de David.

1 A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.

2 Dios mío, en ti confío;

No sea yo avergonzado,

No se alegren de mí mis enemigos.

3 Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;

Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

4 Muéstrame, oh Jehová, tus caminos;

Enséñame tus sendas.

5 Encamíname en tu verdad, y enséñame,

Porque tú eres el Dios de mi salvación;

En ti he esperado todo el día.

6 Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias,

Que son perpetuas.

7 De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;

Conforme a tu misericordia acuérdate de mí,

Por tu bondad, oh Jehová.

8 Bueno y recto es Jehová;

Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

9 Encaminará a los humildes por el juicio,

Y enseñará a los mansos su carrera.

10 Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad,

Para los que guardan su pacto y sus testimonios.

11 Por amor de tu nombre, oh Jehová,

Perdonarás también mi pecado, que es grande.

12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová?

El le enseñará el camino que ha de escoger.

13 Gozará él de bienestar,

Y su descendencia heredará la tierra.

14 La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,

Y a ellos hará conocer su pacto.

15 Mis ojos están siempre hacia Jehová,

Porque él sacará mis pies de la red.

16 Mírame, y ten misericordia de mí,

Porque estoy solo y afligido.

17 Las angustias de mi corazón se han aumentado;

Sácame de mis congojas.

18 Mira mi aflicción y mi trabajo,

Y perdona todos mis pecados.

19 Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado,

Y con odio violento me aborrecen.

20 Guarda mi alma, y líbrame;

No sea yo avergonzado, porque en ti confié.

21 Integridad y rectitud me guarden,

Porque en ti he esperado.

22 Redime, oh Dios, a Israel

De todas sus angustias.

 

 

La Segunda Lectura: Colosenses 1:1-14 San Pablo dio gracias a Dios por la fe de los colosenses y por los frutos que producían según esa fe.

 

1Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, 2a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

3Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, 4habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, 5a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, 6que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, 7como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, 8quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.

9Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, 10para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; 11fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; 12con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; 13el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

 

El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Pues, la Palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes. ¡Aleluya!

 

El Evangelio: Lucas 10:25-37 Al maestro de la ley que quería escapar las exigencias de la ley de Dios, Cristo le contó la parábola del buen samaritano. La segunda tabla de la ley habla de nuestro amor hacia nuestro prójimo. Y, ¿quién es nuestro prójimo? Según Cristo, todos son nuestros prójimos, incluso nuestros enemigos.

 

25Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.

29Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 31Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. 32Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. 33Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; 34y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. 35Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. 36¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.

 

 

 

 

NUESTROS NOMBRES ESTAN ESCRITOS EN EL CIELO Y POR ESTO AMAMOS AL PRÓJIMO

 

Las personas que pagan o pertenecen a un club lo hacen porque se quieren reunir con el mismo tipo de personas de su estatus social y económico, por esto es muy común ver personas que llegan con marcas de carros de alta gama y los mismos carros, personas que juegan golf o tenis y tienen los mejores equipos deportivos importados o comprados en sus viajes de negocio, y por lo tanto en estos clubes hay un reglamento que dice quién puede pertenecer al mismo y quién puede ocupar lugares de prestigio. Uso este ejemplo para que podamos entender como los seres humanos nos relacionarnos con personas que tienen la misma manera de pensar o tienen el mismo estatus que nosotros. La iglesia no está exenta de estas cosas porque en ella pasa lo mismo que en un club porque en estos lugares se ve fácilmente quien tiene acciones en el mismo y quien es un empleado, la comparación que hago es porque he escuchado que en algunas iglesias se sientan en las sillas personas de acuerdo con su importancia y santidad. Por esto el pastor y su familia tienen los primeros asientos, las personas que son conocidas por su manera de ofrendar abundante tiene un lugar exclusivo para que sean reconocidos fácilmente dentro de la congregación y los que están en disciplina o han pecado son sentados en lugares donde nadie quiere sentarse a su lado porque allí está el pecado, la iglesia ha caído en el pecado de acepción de personas porque hacemos la diferencia quien es santo y quien es pecador, porque la iglesia se ha tomado el trabajo de escoger quien es el prójimo.

La historia del evangelio para este día nos muestra esta triste realidad en la que vivimos y les estamos viendo hoy con el pecado de acepción de personas, para nosotros no es difícil entender que los intérpretes de la ley creían que eran exclusivos de Dios porque vivían cumpliendo la ley, estos interpretes también son conocidos como los escribas, de hecho dentro del templo de Jerusalén ellos nunca estaban reunidos con los fariseos o herodianos o los sacerdotes porque cada uno de ellos tenían su lugar en el templo y esta pregunta que le hace este interprete de la ley a Jesús ¿Y quién es mi prójimo? Está relacionada con la pregunta central de esta historia Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Estas dos preguntas tienen que ver con el tema que estamos viendo en este día sobre la acepción de personas porque la teología de este escriba era muy clara para él, solo quería escuchar de Jesús, el cual muchos le consideraban un maestro, que él era salvo por cumplir la ley, es por esto que Jesús le dijo: haz esto y vivirás, puesto que el escriba sabia de memoria cual era la voluntad del Señor Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Este escriba estaba convencido que el guardaba estos mandamientos y solo se relacionaba con quienes para él también lo cumplían y esto muestra la respuesta a la pregunta de quién era su prójimo porque ellos solo consideraban como prójimo a sus paisanos, a los judíos y los samaritanos no los consideraban como su prójimo, es por esto que Jesús le cuenta esta historia donde se ve claramente la práctica del pecado de la acepción de personas.

Este hombre que fue robado y herido, uno que este escriba reconocía como su prójimo, es decir una persona a quien él fácilmente iba a mostrar el amor a Dios y al prójimo fue el ejemplo que Jesús uso para mostrar que un levita y un sacerdote no quisieron ayudarle, entendemos la magnitud de la situación, dos hombres que conocen la ley y que creen que son salvos porque aman al Señor y al prójimo no ayudaron a este paisano que estaba herido y necesitando ayuda. Por esto es importante el samaritano en la historia puesto que ellos no lo consideraban como su prójimo este si se llenó de misericordia y ayudo a esta persona que había sido robada y estaba herida. Pero la actitud de este escriba, sacerdote y levita muestra nuestro pecado, muestra nuestra exclusividad, muestra nuestra acepción de personas, es común ver en la iglesia grupos que se reúnen antes o después del culto y hacer estos grupos no es malo, pero cuando alguien que no es del grupo se para a escuchar y participar en la conversación inmediatamente se siente la incomodidad de todos y esto porque no les gusta compartir con otros o con un hermano en la fe dentro de su círculo de amigos privados de la congregación, pero también lo vemos cuando estamos pidiendo ayuda social para un hermano que no tiene trabajo o tiene una dificultad especial las veces que hemos contestado mal para no ayudarle solo porque no es de nuestra simpatía, lo vemos cuando un hermano a caído en un pecado y todos lo sabemos y hasta empezamos a desear que esta persona se vaya de la iglesia y que le hablen duro para que deje el pecado y no volverlo a ver dentro de la congregación, pero no solamente pecamos en acepción de personas con estas acciones también con nuestros pensamientos, nuestra mente dice no a ir a la iglesia cuando el hermano que predicará no es de mi gusto, mi mente dice que no me siente en esta silla porque alrededor se sienta una familia que no es de mi simpatía o cuando pensamos que las cosas serian diferente si yo estuviera a cargo de todo. Confesemos nuestro pecado en contra del quinto y octavo mandamiento porque no estamos apreciando y respetando la vida de los demás, y muchas veces esto nos lleva a hablar de más y olvidamos tratarnos como hermanos en la fe y así dividimos la iglesia del Señor porque creemos como este escriba, que estoy bien dentro de la iglesia porque amo a mi prójimo, solo aquel con quien me identifico. Pero realmente al confesar nuestro pecado también reconocemos el castigo que merecemos en el infierno y confesamos que necesitamos ayuda espiritual en este momento.

Y el Espíritu Santo es quien nos da esta ayuda, llevándonos a Jesús, porque Él si amó al prójimo, sí sabia quién era su prójimo y esto lo demostró al entablar la conversación con este interprete de la ley que solo quería probarle, la intensión de este hombre no era buena pero Jesús mostró su corazón y acción de amor al prójimo al enseñarle a este escriba que no estaba cumpliendo la ley de amar a Dios y al prójimo, le mostró que no podía ganar la vida eterna porque pecaba haciendo acepción de personas y Jesús no la hizo sino que le predicó directamente que necesitaba creer en el Mesías que era Él, y nosotros vemos el perdón de nuestro pecado en esta acción de Jesús al hablar con este escriba, este amor al prójimo por su alma es el mismo amor por nuestra alma y por esto hoy nos regocijamos porque nuestros nombres están escritos en los cielos. Pero también Jesús mostró amor en la cruz, el fue tratado como un criminal y esto se vio al estar crucificado con dos criminales y vemos como Jesús predicó a ellos, Jesús sabía que estaban todos tres en ese momento a punto de morir y escucho que uno de ellos dijo: Acuérdate de mí cuando estes en tu reino y Jesús le aseguró que estaría con ÉL en el paraíso, aún en la cruz pagando por nuestros pecados vemos como nuestro Señor amó al pecador, a este ladrón y así demostrando que nosotros somo su prójimo porque necesitábamos de Él al pagar por nuestros pecados. Pero cuando Jesús resucitó, no se escondió, por cuarenta días estuvo presentándose a muchos y es donde su familia que no creía en ÉL creyó como lo vemos con su hermano Jacobo que luego es conocido como una cabeza de la iglesia en Jerusalén.

¿Quién es mi prójimo? Son todas las personas que están a nuestro alrededor, son todos con los cuales compartimos no solo tiempo completo sino un pequeño tiempo en su vida, son aquellos que nos odian y no nos aman, nosotros mostramos amor a ellos cuando oramos para que Dios tenga misericordia de ellos, para que Dios provea todo lo que necesitan para vivir, cuando pedimos que podamos predicarles la Palabra de Dios a ellos. Nuestro prójimo es todo aquel que llega a nuestro camino con una necesidad material o espiritual, no importa si este vive en la calle o en una mansión, no importa si habla nuestro idioma, no importa si es de color diferente, no importa si no es de nuestro país o nuestra ciudad, nosotros estamos puestos en este mundo para que el Espíritu Santo actúe en muchos mostrando que todos los hombres son importantes para Dios y que ÉL quiere la salvación de todos, es por esto que hagamos de nuestras familias que sean misioneras, enseñándoles a nuestros hijos a ser serviciales, enseñando a otros a conservar su matrimonio no importando las circunstancias que vivan, viendo que nuestra iglesia es misionera, ser iglesia misionera quiere decir que los que estamos aquí queremos ser usados por Dios para que alcancemos a otros que creen es ente momento que son salvos por sus obras o creen que solo haciendo el bien a cierto número de personas han ganado la salvación y nosotros porque seguiremos amando al prójimo, porque nuestros nombres están escritos en los cielos. Amén.

Los Himnos:

 

Algunos himnos sugeridos:

Cantad al Señor:

38 Tu Palabra es mi cántico

45 Fortalece a tu Iglesia

47 A nadie amaré como a Cristo

48 Busca primero el reino de Dios

51 Dios de gracia, Dios de gloria

53 Seguidme a mí, dice el Señor

55 Serviremos al Señor

 

 

Culto Cristiano:

110 ¡Luz brillante, dulce y pura!

112 Padre, tu Palabra

113 Preciosa herencia otorga Dios

114 Sabia, justa y toda pura

116 Tu Palabra, ¡oh Padre santo!

133 Amémonos, hermanos

170 Precepto es del Señor

255 Qué mi vida entera esté

257 Mirad y ved


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