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El cuarto domingo después de epifanía

(Verde)

 

Tema del día: Cristo como nuestro gran profeta nos trae las buenas nuevas de salvación.

Sólo hay dos formas en que se puede responder ante su predicación: creer en él para su salvación o rechazarlo para su condenación.

 

La Colecta: Todopoderoso Dios, que sabes que nos hallamos rodeados de tantos grandes peligros, y que a causa de nuestra naturaleza no podemos estar firmes: Concédenos la fortaleza y la protección necesarias para librarnos de todos los peligros y triunfar sobre la tentación; por Jesucristo, tu Hijos, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

La Primera Lectura: Jeremías 1:4-10 Dios dio al Profeta Jeremías un trabajo muy duro. Lo envió para predicar a una gente de duro corazón. Pero le prometió que iba a estar con él y que le iba a dar las palabras que decir. Aunque la predicación de Jeremías iba a ser principalmente para “arrancar y destruir,” por el poder de Dios unos iban a creer. Y entonces, el mensaje de Jeremías también iba a ser para “edificar y plantar.”

 

4Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: 5Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. 6Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. 7Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. 8No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. 9Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. 10Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.

 

El Salmo del Día: Salmo 78

 

Masquil de Asaf.

1 Escucha, pueblo mío, mi ley;

Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

2 Abriré mi boca en proverbios;

Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,

3 Las cuales hemos oído y entendido;

Que nuestros padres nos las contaron.

4 No las encubriremos a sus hijos,

Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová,

Y su potencia, y las maravillas que hizo.

5 El estableció testimonio en Jacob,

Y puso ley en Israel,

La cual mandó a nuestros padres

Que la notificasen a sus hijos;

6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán;

Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,

7 A fin de que pongan en Dios su confianza,

Y no se olviden de las obras de Dios;

Que guarden sus mandamientos,

8 Y no sean como sus padres,

Generación contumaz y rebelde;

Generación que no dispuso su corazón,

Ni fue fiel para con Dios su espíritu.

9 Los hijos de Efraín, arqueros armados,

Volvieron las espaldas en el día de la batalla.

10 No guardaron el pacto de Dios,

Ni quisieron andar en su ley;

11 Sino que se olvidaron de sus obras,

Y de sus maravillas que les había mostrado.

12 Delante de sus padres hizo maravillas

En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

13 Dividió el mar y los hizo pasar;

Detuvo las aguas como en un montón.

14 Les guió de día con nube,

Y toda la noche con resplandor de fuego.

15 Hendió las peñas en el desierto,

Y les dio a beber como de grandes abismos,

16 Pues sacó de la peña corrientes,

E hizo descender aguas como ríos.

17 Pero aún volvieron a pecar contra él,

Rebelándose contra el Altísimo en el desierto;

18 Pues tentaron a Dios en su corazón,

Pidiendo comida a su gusto.

19 Y hablaron contra Dios,

Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?

20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas,

Y torrentes inundaron la tierra;

¿Podrá dar también pan?

¿Dispondrá carne para su pueblo?

21 Por tanto, oyó Jehová, y se indignó;

Se encendió el fuego contra Jacob,

Y el furor subió también contra Israel,

22 Por cuanto no habían creído a Dios,

Ni habían confiado en su salvación.

23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba,

Y abrió las puertas de los cielos,

24 E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen,

Y les dio trigo de los cielos.

25 Pan de nobles comió el hombre;

Les envió comida hasta saciarles.

26 Movió el solano en el cielo,

Y trajo con su poder el viento sur,

27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo,

Como arena del mar, aves que vuelan.

28 Las hizo caer en medio del campamento,

Alrededor de sus tiendas.

29 Comieron, y se saciaron;

Les cumplió, pues, su deseo.

30 No habían quitado de sí su anhelo,

Aún estaba la comida en su boca,

31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios,

E hizo morir a los más robustos de ellos,

Y derribó a los escogidos de Israel.

32 Con todo esto, pecaron aún,

Y no dieron crédito a sus maravillas.

33 Por tanto, consumió sus días en vanidad,

Y sus años en tribulación.

34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios;

Entonces se volvían solícitos en busca suya,

35 Y se acordaban de que Dios era su refugio,

Y el Dios Altísimo su redentor.

36 Pero le lisonjeaban con su boca,

Y con su lengua le mentían;

37 Pues sus corazones no eran rectos con él,

Ni estuvieron firmes en su pacto.

38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía;

Y apartó muchas veces su ira,

Y no despertó todo su enojo.

39 Se acordó de que eran carne,

Soplo que va y no vuelve.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto,

Lo enojaron en el yermo!

41 Y volvían, y tentaban a Dios,

Y provocaban al Santo de Israel.

42 No se acordaron de su mano,

Del día que los redimió de la angustia;

43 Cuando puso en Egipto sus señales,

Y sus maravillas en el campo de Zoán;

44 Y volvió sus ríos en sangre,

Y sus corrientes, para que no bebiesen.

45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban,

Y ranas que los destruían.

46 Dio también a la oruga sus frutos,

Y sus labores a la langosta.

47 Sus viñas destruyó con granizo,

Y sus higuerales con escarcha;

48 Entregó al pedrisco sus bestias,

Y sus ganados a los rayos.

49 Envió sobre ellos el ardor de su ira;

Enojo, indignación y angustia,

Un ejército de ángeles destructores.

50 Dispuso camino a su furor;

No eximió la vida de ellos de la muerte,

Sino que entregó su vida a la mortandad.

51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto,

Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.

52 Hizo salir a su pueblo como ovejas,

Y los llevó por el desierto como un rebaño.

53 Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor;

Y el mar cubrió a sus enemigos.

54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa,

A este monte que ganó su mano derecha.

55 Echó las naciones de delante de ellos;

Con cuerdas repartió sus tierras en heredad,

E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.

56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo,

Y no guardaron sus testimonios;

57 Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres;

Se volvieron como arco engañoso.

58 Le enojaron con sus lugares altos,

Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla.

59 Lo oyó Dios y se enojó,

Y en gran manera aborreció a Israel.

60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo,

La tienda en que habitó entre los hombres,

61 Y entregó a cautiverio su poderío,

Y su gloria en mano del enemigo.

62 Entregó también su pueblo a la espada,

Y se irritó contra su heredad.

63 El fuego devoró a sus jóvenes,

Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.

64 Sus sacerdotes cayeron a espada,

Y sus viudas no hicieron lamentación.

65 Entonces despertó el Señor como quien duerme,

Como un valiente que grita excitado del vino,

66 E hirió a sus enemigos por detrás;

Les dio perpetua afrenta.

67 Desechó la tienda de José,

Y no escogió la tribu de Efraín,

68 Sino que escogió la tribu de Judá,

El monte de Sion, al cual amó.

69 Edificó su santuario a manera de eminencia,

Como la tierra que cimentó para siempre.

70 Eligió a David su siervo,

Y lo tomó de las majadas de las ovejas;

71 De tras las paridas lo trajo,

Para que apacentase a Jacob su pueblo,

Y a Israel su heredad.

72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón,

Los pastoreó con la pericia de sus manos.

 

La Segunda Lectura: 1 Corintios 12:27-13:13 Nuestra respuesta ante los muchos dones que Dios nos otorga en su amor es una vida de servicio, o sea, una vida de amor. El amor es auto-sacrificio en actitud y acción, es decir que en vez de pensar primeramente en “el gran yo,” buscaremos el bien de nuestro prójimo y la gloria de Dios en todo lo que hacemos y pensamos.

 

27Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 28Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 29¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? 30¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? 31Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.

 

13

1Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

4El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

8El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 9Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 13Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

 

El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. ¡Aleluya!

 

 

El Evangelio: Lucas 4:20-32 Jesús predica en el pueblo en que fue criado, Nazaret, y declara a la gente congregada allí en la sinagoga que él es el Gran Profeta enviado por Dios. La gente responde con incredulidad y enojo, intentando matarlo, pero Cristo “pasó por en medio de ellos, y se fue.”

 

20Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. 22Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? 23Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. 24Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. 25Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; 26pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. 27Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. 28Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; 29y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. 30Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.

31Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo.* 32Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.

 

 

HERMANOS SOLO HABLEMOS DE CRISTO QUE ES EL CENTRO DE NUESTRAS VIDAS

 

Las personalidades que tenemos son muy diferentes, pero ésta es heredada por nuestros antepasados, por esto encontramos que algunos somos fuertes y difíciles o tranquilos y sumisos, pero una cosa que heredamos de nuestros padres San Pablo lo explica en este versículo: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Romanos 5:12. No importa cual sea nuestra personalidad el pecado hace parte de nosotros y es lo que más notamos como seres humanos, somos expertos en ver la paja del prójimo en su ojo, nos gusta abrir nuestra boca y hablar como si no fuéramos pecadores. En el salmo para este día vemos una personalidad terca del pueblo de Israel, ellos hablaron la Palabra de Dios a sus hijos, pero olvidaron quien era Dios y su Palabra para ellos y por esto en Egipto demostraron que no les importaba Dios porque creyeron que los había olvidado en medio de sus cargas difíciles. No importa cual sea nuestra personalidad sabemos que con ella pecamos cada día y las personas ven en nosotros pecado y es por lo que ahora es difícil para nosotros enseñar la Palabra de Dios en casa. Nuestros hermanos con los cuales convivimos toda la niñez y juventud nos conocieron altivos, desobedientes, peleadores; nuestros padres que nos conocen bien saben las mentiras que dijimos y lo desobedientes que éramos, los amigos con los que crecimos conocen de nosotros las travesuras que hicimos y cómo éramos expertos en escaparnos cada vez que molestábamos al vecino tocando su puerta para luego escondernos. No podemos cambiar nuestro pasado porque el pecado hizo lo suyo con nosotros y es por lo que en este presente es difícil que las personas crean en lo que hablamos de la Biblia porque ellos en su incredulidad tienen los ojos puestos en el hombre y no en Dios, pero si tenemos que reconocer que hemos ofendido a nuestro Dios con nuestras vidas desobedientes y por esto merecemos ser echados eternamente en el infierno.

 

El evangelio para este día nos presenta el mismo problema que vivimos nosotros al llevar el mensaje de Salvación en nuestra casa, a nuestros hermanos, a nuestros amigos que nos vieron crecer y ven ahora que somos diferentes, pero no lo aceptan y están totalmente dispuestos a rechazarnos cada vez que hablamos de Cristo. Pero estas personas que estaban en la Sinagoga con Jesús le conocían desde niño y vieron a Cristo como un niño común y corriente y esto lo demuestra su expresión después que Él leyó el libro de Isaías y dijo: hoy se ha cumplido esta profecía en medio de ustedes. La respuesta de estas personas que estaban adorando a Dios en la sinagoga es entendible para nosotros, pero equivocada para ellos: ¿No es éste el hijo de José? Aquí podemos ver a personas sin fe rechazando al Cristo y a la Palabra de Dios, esto también nos recuerda cuando estábamos sin fe las veces que rechazamos a personas que nos quisieron predicar porque los conocíamos y era inaudito que esta persona nos hablara de Cristo y su nueva vida. Los paisanos de Jesús tenían sus ojos espirituales cerrados y solo vieron a un Jesús, hijo de José que ya habían escuchado que hizo señales y por esto Jesús les dijo: de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. Su falta de fe los llevo a no ver a Jesús como el Mesías sino como aquel que estaba haciendo milagros y querían ver uno en ese momento en Nazaret. Escucharon al profeta Isaías, ellos lo habían leído en muchas oportunidades, pero no creyeron cuando Jesús les dijo que Isaías habló de Él y por esto la reacción de ellos porque querían ver milagros, solo milagros, esto es una vista muy corta de la fe por esto Jesús les dice: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo, 24Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. Este era un proverbio conocido en distintas formas en el antiguo Cercano Oriente con el cual Jesús les confrontó y confronta hoy a todos aquellos que creen en Jesús porque le hace milagros porque tienen mucha fe o si nosotros tenemos dudas frente a ÉL como el Ungido Salvador nos dice también 24Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. 25Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; 26pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. 27Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. Jesús les llevó y nos lleva una vez más a la historia bíblica para mostrar el pecado y también aquellos que no creen en ÉL o si alguno de nosotros tenemos dudas en Él, el ejemplo de Elías y el de Eliseo que Dios los usó para predicar la Ley y el Evangelio a Israel y cuyo pueblo rechazó Dios los mando a los gentiles para mostrar su amor, en medio de la hambruna del pueblo dio de comer a una viuda gentil y resucitó a su hijo, la lepra que muestra la impureza de un hombre mostró como curó a un sirio y esto es muy claro, el que no cree en el mensaje de la Palabra de Dios mostrando a Jesús como el Cristo, el Ungido de Dios este mensaje será llevado y dado a otros y como lo dijo Jesús a los Gentiles.

 

La ley ofende y esto ofendió a los paisanos de Jesús que se llenaron de ira y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Pero en amor Jesús no lo permitió y cumplió perfectamente el tercer mandamiento en nuestro lugar, siguió predicando la Palabra de Dios, no le dio importancia a lo que decían de Él en su pueblo natal y siguió predicando en Capernaum enseñaba en los días de reposo, 32Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad. Por este acto de Jesús nosotros somos perdonados de nuestras dudas hacia la Palabra de Dios, es Jesús quien tenia el pleno derecho de llevar los ojos de todos los hombres hacia Él porque nunca pecó y nosotros cuando seamos rechazados en casa o donde nos conocen con el mensaje de salvación no hablemos de nosotros, hablemos de Jesús quien por amor a cada uno de nosotros fue a la cruz a pagar por nuestros pecados y leemos en Pedro quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. 1 Pedro 2:24.

 

Hoy solo gratitud al Espíritu Santo quien venció nuestro corazón incrédulo y nos mostró que todos los hombres somos igual que pecadores, muestra que la iglesia la dejó encargada a pecadores pero pecadores arrepentidos y pecadores que confiamos en quien es Jesús para nosotros como nuestros doble sustituto y es por esto que cuando nos rechacen solo recordemos que están rechazando a Dios y nos llamó para llevar las personas a Jesús no a nosotros, cada vez que quieran recordar quienes éramos o cual es nuestra personalidad solo llevemos a las personas a Jesús, aprendamos del profeta Jeremías porque nosotros también tenemos este ministerio: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. 10Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar. Pero además de esto conocemos que el amor de Dios hace que miremos a todos los hombres con amor, en 1 corintios 13 escuchamos como vivir con este amor ágape y Jesús es este amor quien nos anima a tener paciencia con aquellos que no quieren escuchar el mensaje de la Biblia y nos anima a orar por ellos para que también estén con nosotros adorando a nuestro Dios o estén en el cielo para siempre adorando aquel que es el único Dios, Perfecto y Santo por lo tanto sólo hablemos y prediquemos de Cristo que es el centro de nuestras vidas. Amén

 

 

 

 

 

Los Himnos:

 

Algunos himnos sugeridos:

Cantad al Señor:

30 Jesús es la roca

32 Oh, Verbo humanado

33 Soy el camino

34 Salvador, Jesús amado

38 Tu palabra es mi cántico

45 Fortalece a tu iglesia

53 Seguidme a mí, dice el Señor

 

Culto Cristiano:

109 Sosténnos firmes, ¡oh Señor!

110 Luz brillante, dulce y pura

111 ¡Oh Dios! Tu Verbo santo

113 Preciosa herencia otorga Dios

114 Sabia, justa y toda pura

116 Tu Palabra, ¡oh Padre santo!

129 Castillo fuerte es nuestro Dios

133 Amémonos, hermanos (segunda lectura)

202 Oí la voz del Salvador

203 ¿Oyes como el evangelio?

404 Hosanna al Hijo de David


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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