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El cuarto domingo después de epifanía

(Verde)

 

Tema del día: Bienaventurados los que por medio de la fe glorifican a Dios con sus vidas humildes de servicio.

 

La Colecta: Todopoderoso Dios, que sabes que nos hallamos rodeados de tantos grandes peligros, y que a causa de nuestra naturaleza no podemos estar firmes: Concédenos la fortaleza y la protección necesarias para librarnos de todos los peligros y triunfar sobre la tentación; por Jesucristo, tu Hijos, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

La Primera Lectura: Miqueas 6:1-8 Sacrificios y actos de piedad que no provienen de la fe no agradan a Dios. Al contrario, Dios quiere un corazón humilde que confía en su misericordia.

 

1Oíd ahora lo que dice Jehová: Levántate, contiende contra los montes, y oigan los collados tu voz. 2Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel.

3Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí. 4Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. 5Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová.

6¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? 7¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? 8Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

 

El Salmo del Día: Salmo 1

 

1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

Ni estuvo en camino de pecadores,

Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia,

Y en su ley medita de día y de noche.

3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,

Que da su fruto en su tiempo,

Y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará.

4 No así los malos,

Que son como el tamo que arrebata el viento.

5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,

Ni los pecadores en la congregación de los justos.

6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;

Mas la senda de los malos perecerá.

 

 

La Segunda Lectura: 1 Corintios 1:26-31 Pablo nos recuerda lo que somos todos por naturaleza: gente sencilla y pecaminosa, pero por la gracia de Dios, somos herederos del cielo y tenemos la verdadera sabiduría que viene por medio de la fe. Por lo tanto, “el que se gloría, gloríese en el Señor.”

 

26Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 31para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

 

El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. ¡Aleluya!

 

El Evangelio: Mateo 5:1-12 Jesucristo empieza su Sermón del Monte (un sermón dirigido a los que lo miraban con los ojos de fe) con unas promesas de consuelo: bienaventurados los que quieren agradecer a Dios con una vida humilde de servicio.

 

Confiamos en la fuerza de Dios

 

 

Captar

Queridos redimidos. Ustedes ven un anuncio por un trabajo nuevo. Dice que es para ser un cajero en una tienda. La descripción dice así: El trabajo va a ser muy duro. Usted va a trabajar muchas horas y no va a tener un buen pago ni beneficios extras. De hecho, su pago será burlas y bromas por los clientes, y no recibirá dinero físico en su salario. A veces, se va a sentir como lo más bajo del mundo. También va a ver a otros trabajadores de otras empresas ganando muchísimo más que usted y recibiendo alabanzas por ser buenos trabajadores. En pocas palabras, va a ser un trabajo que parece que no vale la pena. ¿Aplicarían ustedes por este trabajo? Seguramente no. Pero tengo algunas noticias para ustedes: ¡Ustedes ya tienen este trabajo! No como un cajero sino como un cristiano. Sabemos que la vida de ser cristiano no es fácil. Pero veremos en nuestro texto para hoy que, en los momentos más débiles de la vida cristiana, confiamos en la fuerza de Dios. Porque en Él somos bienaventurados.

 

Mateo 5:1-12

Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

 

Considerar

Aquí vemos el famoso sermón del monte. Había una multitud qué vino para escuchar al cada vez más famoso maestro, Jesús, a lado de sus discípulos. El monte estaba cerca de la ciudad que se llama Capernaum. Es importante tener en cuenta que la audiencia de Jesús eran creyentes y seguidores de Él. En el sermón del monte, hay unas enseñanzas que necesitan ser interpretadas - como todas las escrituras - en contexto. Jesús está enseñando a los creyentes sobre la vida cristiana. Por esto, esta historia tiene mucho que ver con ustedes y sus vidas cristianas.

 

Y ¿qué vemos en esta sección que se llama Las Bienaventuranzas? Vemos un patrón que parece muy bonito. Casi cada versículo empieza con la palabra bienaventurados. Pero ¿quiénes son los bienaventurados? Los pobres en espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los que padecen persecución. Parece que los bienaventurados son los que tienen vidas terribles - lo más bajo del mundo. Esta conclusión nos hace pensar en lo que el mundo, el diablo, y nuestra carne pecaminosa nos dice: Que ser cristiano no vale la pena.

 

Y ellos no se equivocan. En los ojos del mundo, no vale la pena ser cristiano. Nosotros como cristianos queremos vivir siguiendo la palabra de Dios, pero ¿qué recibimos? Una vida difícil. Una vida de burlas y bromas por seguir un dios de una historia para niños. Una vida de desafíos y retos grandes por ser fiel a la palabra de Dios. Una vida que nos hace sentir como lo más bajo del mundo. Y en nuestra debilidad, ¿qué creemos? Muchas veces creemos que ellos tienen razón. Muchas veces estamos de acuerdo con la conclusión del mundo.

 

Y esta conclusión nos lleva a otra conclusión: de que necesitamos apoyarnos en nosotros mismos. Cuando lloramos, o estamos pobres en espíritu, o estamos mansos, o estamos perseguidos, ¿nos apoyamos nosotros en Dios? Las mentiras del mundo quieren hacernos dudar de que Dios puede ayudarnos con cualquier cosa. Así pecamos contra el primer mandamiento, confiando en nosotros mismos en lugar de Dios. Pero nos damos cuenta de que cuando nos apoyamos en nosotros mismos, quedamos sin esperanza y confianza. En este estado, no tenemos nada a que aferrarnos. Somos realmente lo más bajo del mundo, merecidos de ser condenados aún más bajo, al infierno, por nuestro pecado.

 

Consolidar

Pero recuerden ustedes, que el texto dice claramente: bienaventurados. ¿Por qué somos llamados así? Porque tenemos un Salvador que lo hizo así. Jesús vino a este mundo y se hizo lo más bajo. Él se hizo hombre para estar con nosotros bajo la ley. Además, él siguió la ley perfectamente, siempre apoyándose y confiando en Dios y su voluntad aún en los momentos difíciles. Cuando Lázaro murió y Jesús vino a su tumba, lloró, pero Él sabía que existía la resurrección y Él tenía el poder de resucitar a Lázaro de la muerte. Cuando Jesús experimentó mucha persecución como nuestro sustituto durante la semana santa sabiendo que Él iba a experimentar la peor muerte del mundo - crucifixión - leemos en Lucas 22:42 que Jesús oró a Dios: diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Jesús todavía confió en Dios a pesar de que iba a hacer una cosa dificilísima - salvar al mundo de su pecado y experimentar el castigo del pecado del mundo en nuestro lugar. Jesús confió en Dios perfectamente por nosotros siguiendo el plan de salvación para perdonar todos nuestros pecados.

 

Ahora, podemos aplicar las bienaventuranzas de nuevo a nuestras vidas como cristianos. Gracias a Dios, Él envió al Espíritu Santo para crear fe en nuestros corazones. Él nos escogió a nosotros, pobres seres humanos sin poder hacer nada por Él. ¿Por qué? Porque leímos en la segunda lección para hoy, Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.

 

Ese es el punto clave: que no podemos confiar en nosotros mismos, sino sólo en Dios. En nuestra debilidad, vemos que tenemos muchas razones para confiar en Dios. Como leemos en 2 Corintios 12:9 - Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. En esto vemos que Las Bienaventuranzas tienen la razón. Cuando estamos pobres en espíritu y sentimos tristeza o depresión fuerte, sabemos que ya tenemos el reino de los cielos por Jesús. Cuando lloramos por nuestro pecado, recibimos consolación por nuestros hermanos en la fe que pueden animarnos con las promesas de Dios en el evangelio. A pesar de que somos mansos en este mundo, sabemos que tenemos una herencia en los cielos. Cuando parece que no hay justicia en este mundo, sabemos que Dios es quien juzga justa y perfectamente. Cuando solo recibimos persecución y maldiciones, sabemos que eso ha pasado a muchos creyentes antes de nosotros y tenemos un gran premio en los cielos por la gracia de Dios.

 

Por el Espíritu Santo en fe podemos vivir vidas nuevas como cristianos en agradecimiento a Dios. Como leímos en Salmo 1 - Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. El mismo Espíritu hace que seamos misericordiosos, tengamos corazones limpios, y seamos pacificadores porque Dios nos ha mostrado su misericordia y por esto somos hijos de Dios y veremos a Dios en los cielos.

 

¿Cómo se ve una vida bienaventurada por el Espíritu Santo? Se ve como consolar a un hermano en la fe con la promesa del reino de los cielos ya ganado para él. O como sentarse con una amiga llorando por su pecado y dar el perdón del pecado con la autoridad de Dios. O así, mostrar misericordia a los demás porque ya le ha mostrado Dios misericordia a usted. Cuando confiamos por fe en la fuerza de Dios, podemos vivir diferente. Podemos ser pacificadores como hijos de Dios en medio de un mundo tan dividido. Cuando tenemos sed y hambre de justicia, podemos dejar la venganza a Dios y su tiempo. Aún más podemos soportar la persecución durante esta vida porque sabemos dónde está la verdadera recompensa - en los cielos con Dios.

 

Entonces, sí, vale la pena ser cristiano. ¿Por qué? Porque confiamos en Dios y su fuerza. Cuando tenemos épocas difíciles en nuestras vidas, recordamos que somos bienaventurados por Dios. Cuando sentimos la culpa del pecado, recordamos que, por Jesús, somos perdonados. Cuando nos damos cuenta de nuestras grandes debilidades, sabemos que Dios es más fuerte que ellas. Sabemos que somos bienaventurados por Dios. Amén.

 

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Amén.

 

Los Himnos:

 

Algunos himnos sugeridos:

Cantad al Señor:

47 A nadie amaré como a Cristo

48 Busca primero el reino de Dios

49 Con el buen Jesús andemos

50 Cristiano soy

51 Dios de gracia, Dios de gloria

53 Seguidme a mí, dice el Señor

54 Santo Espíritu llena mi vida

55 Serviremos al Señor

 

Culto Cristiano:

164 En todo tiempo

253 A los pies de Jesucristo

254 Firmes y adelante

255 Qué mi vida entera esté

257 Mirad y ved a nuestro Dios

403 Estad por Cristo firmes

86 Oh Cristo, nuestro gozo y bien

406 Luchad, luchad por Cristo


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