
El tercer domingo después de pentecostés
(Verde)
Tema del día: Nuestro Dios misericordioso tiene el poder para hacer vivir a los que están muertos. En la primera lectura y el evangelio para esta mañana vemos que tiene el poder para resucitar a una persona muerta físicamente, y en la segunda lectura vemos que tiene el poder hacer vivir a una persona muerta espiritualmente. Demos gracias al Dios que nos ha dado vida.
La Colecta: Oh Dios, fuente y origen de toda bondad: concede a tus humildes siervos que mediante tu santa inspiración meditemos en lo justo, y guiados por ti, lo realicemos; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: 1 Reyes 17:17-24 Dios mostró su misericordia y poder al resucitar al hijo de la viuda de Sarepta.
17Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento. 18Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo? 19El le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama. 20Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo? 21Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él. 22Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió. 23Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive. 24Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.
El Salmo del Día: Salmo 30
Salmo cantado en la dedicación de la Casa.
Salmo de David.
1 Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado,
Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí.
2 Jehová Dios mío,
A ti clamé, y me sanaste.
3 Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol;
Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura.
4 Cantad a Jehová, vosotros sus santos,
Y celebrad la memoria de su santidad.
5 Porque un momento será su ira,
Pero su favor dura toda la vida.
Por la noche durará el lloro,
Y a la mañana vendrá la alegría.
6 En mi prosperidad dije yo:
No seré jamás conmovido,
7 Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte.
Escondiste tu rostro, fui turbado.
8 A ti, oh Jehová, clamaré,
Y al Señor suplicaré.
9 ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura?
¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?
10 Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí;
Jehová, sé tú mi ayudador.
11 Has cambiado mi lamento en baile;
Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.
12 Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado.
Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.
La Segunda Lectura: Lucas 7:11-17 Jesucristo muestra su amor y poder al resucitar al hijo de la viuda de Naín.
11Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. 12Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. 13Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. 14Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. 15Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. 16Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. 17Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones. ¡Aleluya!
Texto Sermón: Gálatas 1:11-24 San Pablo defiende su ministerio ante las acusaciones de los judaizantes de Galacia, mostrando como Dios lo había convertido en una forma especial y como le había dado el evangelio.
11Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; 12pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. 13Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; 14y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. 15Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, 16revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, 17ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.
18Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; 19pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor. 20En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento. 21Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, 22y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; 23solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. 24Y glorificaban a Dios en mí.
Glorifiquemos a Dios por nuestro Pasado Perdonado, Futuro Seguro, Presente Viviente
En los cafetales entre las cordilleras colombianas, en las noches de luna llena se escucha el grito de la Llorona. Tal vez ustedes conocen la leyenda mejor que yo, pero dicen que era una mujer indígena y pobre, y la más bonita de su tribu. Se enamoró de ella un noble español y tuvieron una familia. Pero cuando la dejó por otra mujer se enloqueció. En su tristeza mezclada con ira buscó la venganza y ahogó a sus hijos en el rio. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho no pudo aguantar vivir con el dolor, y la culpa, y se echó al mismo rio. Pero ni la muerte la dejó descansar de su culpa, porque salió del rio un cuerpo cadavérico y fantasmal para buscar a sus niños, en un estado perpetuamente entre la vida y la muerte, llorando porque nada le puede quitar su culpa.
Es una leyenda, no sé si está basada en una historia real pero lo que sé es que hay partes de esa leyenda con que cada humano se puede identificar y aprender algo. La llorona en su histeria cometió un error grave y no pudo perdonarse. Aunque intentó acabar con el dolor, tuvo que vivir con la culpa del pasado. Cuando vemos nuestro pasado, vemos errores, pueden ser graves y al estilo de lo que hizo la llorona, que después de haberlos hecho, cambió su vida. O puede ser un estilo de vida en que teníamos antes, o una actitud que teníamos, puede ser algo de que nadie se dio cuenta menos usted y Dios, pero que le afecta profundamente en el alma. Pensamos, ¿qué pasaría si no hubiera hecho eso? Así nuestro pasado nos puede atormentar como una fantasma. Nos puede mortificar, hasta sentirnos como si fuéramos entre la vida y la muerte. Los pecados de nuestro pasado siguen llorando, recordándonos de como éramos, lo que no merecemos, y a veces nos hacen dudar nuestra vida espiritual.
Si alguien tenía razón para sentirse así, sería Pablo, el escritor del texto de nuestra meditación de hoy. Llamó a si mismo el primero de los pecadores. Era perseguidor de la iglesia de Cristo. Cuando apedrearon a Esteban él estuvo guardando sus túnicas. Y cuando Dios lo llamó estaba rumbo a matar y encarcelar a cristianos en Damasco. Y lo peor de todo, pensó que todo lo que estaba haciendo era para la gloria de Dios, porque era celoso de la ley de Moisés. Según él guardaba todos los mandamientos y leyes de Dios y también las de sus padres, las leyes extras que habían inventado los fariseos. Y pensó que, por eso, de ser tan celoso por Dios, había ganado su favor. Escribió a los filipenses que si alguien pudiera salvarse por obras sería él, “Yo mismo tengo motivos para tal confianza. Si cualquier otro cree tener motivos para confiar en esfuerzos humanos, yo más: circuncidado al octavo día, del pueblo de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa; en cuanto a la interpretación de la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable.” Tan torcida era su mente que pensó que estaba adorando a Dios en matar a los seguidores de Cristo. Pablo nunca lo dice explícitamente en sus cartas, pero no me sorprendería si después de todo, más que una noche Pablo se despertó en medio de pesadillas de los gritos de cristianos, atormentándolo como la llorona. Sería difícil vivir con un pasado así.
Pero de hecho en el texto vemos que Pablo tiene una manera diferente de pensar en su pasado. Obviamente se arrepintió de los pecados de su pasado, pero Pablo no deja que su pasado lo atormente, y vamos a ver por qué.
Dice el texto: Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” ¡Pablo recibió el evangelio directamente de Dios! Y sigue hablando de su pasado, y lo que cambió todo. “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.”
Hemos escuchado la historia de la conversión de Pablo, y de hecho es leído por muchos cristianos. Pablo estaba en camino a perseguir a cristianos y de repente resplandeció una gran luz. Pablo cayó a tierra ciego y una voz preguntó, “¿Por qué me persigues?” “¿Quién eres, Señor?” “Soy Jesús, a quien persigues.” Pablo fue bautizado, su vista fue restaurada y empezó a predicar la palabra que había recibido de Jesús. Y Jesús siguió revelándose a Pablo para que predicara a los gentiles los misterios del evangelio. Y aquí en esta carta Pablo comparte algo que le fue revelado, que es para él gran consuelo y para nosotros también: que Dios le apartó del vientre de su madre y le llamó por su gracia.
Pablo dice que fue apartado del vientre para ser apóstol, un trabajo muy especial, un privilegio servir a Dios así. Obviamente no somos apóstoles, pero Dios si tiene un propósito para cada uno de nosotros. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparo de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Ef 2:10) Tiene obras listas para que las hagamos, no para nuestra salvación, pero en servicio a él y a su reino.
También Dios nos ha llamado por su gracia, como Pablo ya dijo en el texto de hace ocho días, “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.”
¿Y cuando fuimos llamados? Fue aun antes del vientre, como dice a los cristianos en Éfeso, “nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.” En la eternidad Dios ya nos había escogido para ser adoptados como sus hijos. Pero ¿para que seamos santos y sin mancha? Reconocemos que no somos santos y vemos nuestras manchas cuando recordamos nuestro pasado, sabemos que vamos a seguir manchados por nuestro pecado. ¿Cómo puede decir que somos santos y sin mancha? Por esa palabra que ya la hemos dicho muchas veces, la gracia. El amor inmerecido de Dios, por lo cual nos envió un cordero santo y sin mancha, Jesús. No tuvo nada de que arrepentirse porque no cometió ningún error. Vivió la vida perfecta en nuestro lugar. Tomó nuestro pasado a la cruz y allí murió. Se sacrificó para sufrir nuestro castigo. Y resucitó, pero no como la llorona con cuerpo cadavérico. Fue con un cuerpo glorificado, aunque todavía tuvo las marcas de los clavos y la lanza como testimonio de su amor sacrificial. Y Jesús en ese cuerpo esta glorificado en el cielo reinando sobre todas las cosas, y preparándonos un lugar a su lado. Por eso glorifiquemos a Dios, porque nuestro pasado es perdonado. Nuestro futuro es seguro. Y “Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, 22y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; 23solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. 24Y glorificaban a Dios en mí.”
Cuando escuchaban a uno que había perseguido a la iglesia predicar el evangelio, el mensaje de la salvación por la gracia de Cristo y no por obras humanas, glorificaban a Dios. Era obvio a todos que esa conversión no tuvo nada que ver con Pablo, su deseo de servir a Dios, su decisión cambiarse, fue solo por Cristo. Su pasado fue un testimonio al amor de Dios en su vida, y motivo de glorificar y dar gracias a Dios. Ya su pasado no le mortificaba, sino le causaba gozo entender más claramente el poder de Dios en su debilidad.
Y nosotros, ¿cuántas veces dejamos nuestro pasado mortificarnos? Pensamos en pecados que ya son perdonados por la sangre de Cristo, y parte de nosotros cree que son más grandes que el amor de Dios. Sí, Dios quiere que confesemos nuestros pecados y que no confiemos en nosotros mismos, pero si vivimos en un estado de perpetua tristeza por nuestros pecados no estamos confiando en Dios, pecamos contra el primer mandamiento, y no vivimos para el propósito que Dios tiene para nosotros. Por eso siempre cuando confesamos nuestros pecados escuchamos enseguida la absolución, que Dios nos ha perdonado y ya somos santos y sin mancha en sus ojos. Nuestro pasado perdonado, nuestro futuro seguro, nuestro presente viviente.
En el presente estamos asegurados en nuestro llamamiento a la fe, que es desde la eternidad. ¡No recordemos solamente nuestro pasado en la vida, sino el pasado eterno, en lo cual Dios nos llamó! Y ese llamamiento nos motive a esforzarnos en amor cristiano, haciendo las obras que Dios tiene preparado por nosotros. Y estas obras hechas en gratitud en cambio nos van a afirmar aún más en nuestro llamamiento, como dice Pedro: “Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás, y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”
Entonces en donde estamos en este momento presente, sea en un cafetal entre las cordilleras de Colombia o cualquier lugar, sea una noche de luna llena o cualquier hora, que recordemos nuestro pasado, pero no lloremos, sino glorifiquemos a Dios- por nuestro pasado perdonado, nuestro futuro seguro, y nuestro presente viviente. Amen.
Himnos:
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
17 De tal manera, Dios amó
26 El buen Jesús es mi pastor
27 ¡Cristo es mi alegría!
28 El profundo amor de Cristo
30 Jesús es la roca
31 Manos cariñosas
32 Oh Verbo humanado
33 Soy el camino
34 Salvador, Jesús amado
88 Sublime gracia
Culto Cristiano:
47 Cristo vida del viviente
129 Castillo fuerte
202 Oí la voz del Salvador
203 ¿Oyes como el evangelio?
219 Roca de la eternidad
225 Por gracia sola
229 Tal como soy de pecador
239 El rey de amor es mi pastor
240 En Jesucristo se halla la paz
245 Lejos de mi Padre Dios
246 Mi fe descansa en ti
251 Oh, que amigo nos es Cristo
Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.
Más Contenido

Meditación - 2019 julio 18
Ver Recursos
Servicio - 13 enero 2019
Ver Recursos
Meditación - 2020 enero 30
Ver Recursos
Meditación - 2020 enero 01
Ver Recursos