
Servicio - 19 abril 2020
El segundo domingo de la pascua
(Blanco)
Tema del día: Hoy vemos el testimonio seguro de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Qué el Espíritu Santo fortalezca la fe en nuestros corazones al escuchar este testimonio para que tengamos la certeza de que nosotros también viviremos eternamente con él.
La Colecta: Concede, te suplicamos, todopoderoso Dios, que los que hemos celebrado la resurrección de nuestro Señor podamos con la ayuda de tu gracia producir los frutos de la misma en nuestra manera de vivir; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: 1 Pedro 1:3-9 La resurrección de Cristo nos da la esperanza segura que aunque no lo podemos ver a él ahora, lo vamos a ver cuando recibamos nuestra herencia en el cielo. Esta seguridad nos ayuda a seguir en este mundo en medio de pruebas y dificultades.
3Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 6En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 8a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
El Salmo del Día: Salmo 16
Mictam de David.
1 Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
2 Oh alma mía, dijiste a Jehová:
Tú eres mi Señor;
No hay para mí bien fuera de ti.
3 Para los santos que están en la tierra,
Y para los íntegros, es toda mi complacencia.
4 Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.
No ofreceré yo sus libaciones de sangre,
Ni en mis labios tomaré sus nombres.
5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte.
6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
Y es hermosa la heredad que me ha tocado.
7 Bendeciré a Jehová que me aconseja;
Aun en las noches me enseña mi conciencia.
8 A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;
10 Porque no dejarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que tu santo vea corrupción.
11 Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.
La Segunda Lectura: Juan 20:19-31 En esta lectura, San Juan nos dice como Cristo apareció a los discípulos probando que había resucitado de entre los muertos. Pero uno de ellos, Tomás, el cual no estuvo presente, no iba a creerlo hasta que viera una «prueba» que Cristo había resucitado. En su misericordia, Cristo apareció a ellos otra vez y dio a Tomás las pruebas que había pedido. Sin embargo, ¡bienaventurados los que no ven, y todavía creen!
19Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. 20Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. 21Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.
24Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
26Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 28Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 29Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
30Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Cristo habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre él. Bienaventurados los que no vieron, y sin embargo creyeron. ¡Aleluya!
Texto Sermón: Hechos 2:14a, 22-32 Lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, San Pedro dio testimonio de la muerte y resurrección de Jesucristo.
14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo:
22Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; 24al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. 25Porque David dice de él:
Veía al Señor siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,
Y aun mi carne descansará en esperanza;
27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
28 Me hiciste conocer los caminos de la vida;
Me llenarás de gozo con tu presencia.
29Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 31viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
EL ESPIRITU SANTO NOS HACE TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
Por lo general lo más sabio siempre es hablar de lo que hemos visto, cuando somos testigos en un caso judicial siempre son escuchados por los jueces los testigos presenciales que hallan visto, escuchado la situacion que están juzgando en ese momento. Con frecuencia usamos una frase para mostrar que no somos testigos de lo que sucedió pero alguien lo dijo y entonces decimos: “yo no vi pero esta persona me conto lo que sucedió”. Ser testigo de algo es tan serio que nuestro Dios lo considera cuando nos enseña el octavo mandamiento Debemos temer y amar a Dios, de modo que no mintamos contra nuestro prójimo, ni le traicionemos, ni lo calumniemos, ni lo difamemos; sino que lo defendamos, hablemos bien de él y tomemos sus palabras y sus actos en el mejor sentido.
Los Apóstoles Pedro y Juan después del día de Pentecostés y luego de ser usados por Dios para curar a un hombre cojo que estaba dentro del templo de Jerusalén fueron jusgados por sus enemigos judios y después que les ordenaran que no predicaran más acerca de Jesús resucitado ellos solamente pudieron decir 20porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. Hechos 4:20. Para ellos era muy fácil ser testigos de lo que hizo Jesús porque ellos eran parte de su circulo privado y fueron testigos de todos los acontecimientos que vivió Jesús. Pero nosotros que no vimos personalmente los acontecimientos que giraron alrededor de la vida de Jesús ¿Cómo podemos ser sus testigos? La Biblia nos afirma que para ser testigo de las cosas de Jesús el primer requisito es ser creyente. Esto nos lleva a recordar cuando éramos incrédulos, cuando vivíamos en constante muerte 7Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Romanos 8:7-8. Nuestras vidas eran evidencia de la esclavitud en la cual vivíamos, esta misma esclavitud nos llevaba a ser testigos de las obras del diablo en nuestras vidas, porque no nos sometíamos a ninguno de los mandamientos de Dios y nuestra vida era constantemente haciendo el mal y es por lo que el rostro del Señor estaba contra de nosotros por vivir en incredulidad hacíamos el mal constantemente degustándonos de nuestros pecados. 1 Pedro 3:12
La Pascua trae en nosotros el recuerdo de como pasamos de muerte a vida, este es el sentido de la palabra Pascua, por la obra del Dios Trino que es el autor de nuestra Salvación hoy somos llamados justos y en 1 Pedro 3:12 nos dice los ojos del Señor está sobre los justos. Nosotros en este momento somos justos por aquel que fue Justo por toda la humanidad, Cristo Jesús. Su misión en este mundo fue muy clara y nunca perdió de vista el compromiso que tenia con el Padre y toda la humanidad porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, Lucas 19:10. Y esta Salvación se dio por su vida perfecta puesto que es Dios mismo y con su sacrificio, muerte y resurrección todos nosotros hoy somos creyentes. La manera que se presentó resucitado a los apóstoles ese mismo día y luego a los 8 días siguientes muestra que sí es Dios mostrando su amor aún por Tomás que tenia dudas de su resurrección y este trato que Jesús les dio como lo enseña Lucas 20 27Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 28Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Podemos encontrar nuestra redención. Las marcas de los clavos en las manos de Jesús, su costado herido muestra todo el sufrimiento que tuvo para pagar por nuestros pecados.
Hoy nosotros podemos decir junto con Tomás y Pedro Señor mío y Dios mío y esta confesión de fe hacia nuestro Señor Crucificado únicamente la podemos hacer por la obra del Espíritu Santo quien insto a Pedro en ese primer sermón que predicó el día de Pentecostés para que no solamente los que escuchaban ese momento fueran testigos de lo que hizo Jesús sino nosotros también porque Jesús nos involucra a los creyentes actuales cuando dijo: bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Lucas 20:29. Estos somos cada uno de nosotros y es por este motivo que este sermón que estamos meditando en este segundo domingo de Pascua nos anima para que seamos testigos de todo lo que Jesús hizo por el mundo puesto que ahora que somos creyentes por los ojos de la fe guiados por el Espíritu Santo somos testigos de la verdad que nos dice la Palabra de Dios.
La manera en la cual Pedro se levantó a predicar este sermón, como lo dice Lucas en el versículo 14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo, nos da la información de la manera emotiva que este apóstol iba hablar, nosotros podemos aprender de esto cuando vamos a predicar la Palabra de Dios a otros, porque es la manera que podemos ser Testigos de Dios, si nosotros cuando vamos a testificar de Dios solo usamos nuestras experiencias, los milagros que muchos suelen hacer y creer o creemos que por el hecho de orar una persona puede creer, estaríamos pecando contra el Tercer Mandamiento. Pero como ahora sabemos que somos perdonados por toda la obra de Jesús al cumplir toda la Palabra de Dios perfectamente y con su sufrimiento, muerte y resurrección solo nos lleva a usar las mismas escrituras que usó Pedro para testificar de Jesús. Pedro fue muy claro y conciso, Pedro predicó la Ley y el Evangelio a sus oyentes y nosotros necesitamos copiar este ejemplo para que dejemos trabajar al Espíritu Santo en nuestras vidas. Las verdades absolutas que dijo Pedro no son inventadas por él, son la pura y clara Palabra de Dios que hoy nos afirma la verdad que Jesús si es el Mesías esperado, el cual sólo Dios aprobó porque cumplió todos los deseos del Padre al consumar su voluntad perfectamente, además la prueba de esto lo vemos con los prodigios (enseñanzas divinas) y señales (milagros) que Jesús hizo. En otras palabras, Pedro esta presentando a Jesús como verdadero hombre y Dios verdadero el cuál es el Salvador resucitado del mundo. Esto es lo mismo que nosotros necesitamos hacer como Testigos de Jesús mostrar que el que ganó el perdón de nuestros pecados es verdadero hombre y Dios verdadero y que en este momento esta en el cielo en su estado de exaltación en cuerpo y alma gobernando el mundo con todo su Poder.
La otra verdad absoluta que estamos meditando en este segundo domingo de Pascua para que podamos hablar de Jesús resucitado como sus testigos es, mencionando su sufrimiento, muerte y resurrección que no dependió de los hombres que lo acusaron falsamente y lo condenaron a muerte. Todo esto fue plan de Dios y es por lo que Pedro dijo entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios. Pero este plan de Dios es tan perfecto que Jesús no se quedó en la tumba, sino que fue levantado entre los muertos y este hecho hace que nuestra fe sea verdadera. Cada vez que nosotros hablamos de la resurrección de Jesús en las clases, sermones y en la confesión de fe estamos ratificando que nosotros resucitaremos y esto es otra verdad absoluta que nadie puede negar y quien lo niegue en este momento en el día del juicio resucitará o irá en cuerpo y alma al infierno eterno. La versión de las Escrituras NVI traduce bien el significado de la muerte que vivió Jesús y también todo aquel que pase por ella, librándolo de las angustias de la muerte, porque era imposible que la muerte lo mantuviera bajo su dominio. La muerte trae angustia y Jesús sufrió esta angustia para que la muerte no tuviera dominio sobre nosotros y es por esto que resucitó y ahora Pedro hace una comparación muy clara que todos los hombres que estaban allí escuchándole iban a entender. Comparar al conocido y respetado Rey David con Jesús, primero cita un salmo muy conocido por los judíos y también por nosotros puesto que es un salmo Mesiánico, hablo el salmo 16, donde David por inspiración divina mostró como Jesús no se iba a quedar en la tumba, Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Dios inspiró a David para ser testigo en el pasado de esta gran verdad y es lo que ratificó Pedro, pero este apóstol fue más allá siguiendo en la comparación entre estos dos y finaliza diciendo que el patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Y esta verdad absoluta comparada con el sepulcro de Jesús que fue custodiado por soldados romanos y luego fueron comprados para que no dijeran la verdad muestra la otra verdad absoluta sobre nuestra fe. Nuestro Señor esta vivo, su tumba está vacía. Aunque muchos hoy en día necesitan de velos, fotos, reliquias para creer esto, para usted y yo lo que dice las Escrituras es suficiente y es sobre esto lo que vamos a Testificar, la tumba de nuestro Señor está vacía.
No tengamos miedo de hablar afirmando que somos testigos de toda la obra de Cristo, porque nosotros al igual que los apóstoles nos une la misma fe, la misma esperanza y es por este motivo que vamos a usar la única fuente de esta verdad, las Escrituras que son la verdad absoluta de Dios para que nosotros también podamos decir hoy y siempre delante de cualquier persona o circunstancia A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Amén
Los Himnos:
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
19-23 Los himnos para la Resurrección
98 ¡Muerte! ¿dónde está tu horror?
105 Acuérdate de Jesucristo
108 Esta es la fiesta
Culto Cristiano:
38 Jesús divino
69-77 Los himnos para la Pascua de Resurrección
78 De mil arpas y mil voces
82 A Cristo proclamad
335 ¡Cristo vive!
336 Del sepulcro tenebroso
Más Contenido

Meditación - 2019 julio 18
Ver Recursos
Servicio - 13 enero 2019
Ver Recursos
Servicio - 13 enero 2019
Ver Recursos
Meditación - 2020 enero 30
Ver Recursos