
El tercer domingo después de pentecostés
(Verde)
Tema del día: Lo que Dios quiere de nosotros es misericordia y no sacrificios. Mostramos la verdadera misericordia solamente al reconocer nuestro estado perdido y al gozarnos en el hecho de que Dios ha tenido misericordia de nosotros y nos ha dado la vida eterna.
La Colecta: Oh Dios, fuente y origen de toda bondad: concede a tus humildes siervos que mediante tu santa inspiración meditemos en lo justo, y guiados por ti, lo realicemos; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Oseas 5:15-6:6 Dios no quiere obras sin amor, ni obediencia sin fe. Al contrario, quiere corazones arrepentidos los cuales muestran en sus acciones de amor, la fe que mora en sus corazones.
15Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.
1Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. 2Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. 3Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.
4¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece. 5Por esta causa los corté por medio de los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que sale. 6Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.
El Salmo del Día: Salmo 119 III
Guímel
17 Haz bien a tu siervo; que viva,
Y guarde tu palabra.
18 Abre mis ojos, y miraré
Las maravillas de tu ley.
19 Forastero soy yo en la tierra;
No encubras de mí tus mandamientos.
20 Quebrantada está mi alma de desear
Tus juicios en todo tiempo.
21 Reprendiste a los soberbios, los malditos,
Que se desvían de tus mandamientos.
22 Aparta de mí el oprobio y el menosprecio,
Porque tus testimonios he guardado.
23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí;
Mas tu siervo meditaba en tus estatutos,
24 Pues tus testimonios son mis delicias
Y mis consejeros.
La Segunda Lectura: Romanos 4:18-25 La fe es el hilo delgado que nos une con nuestro Señor Dios. Aunque Abraham ya estaba demasiado grande para tener hijos, creyó que Dios podía hacer lo que le prometió. De la misma manera, nosotros creemos que Dios ha hecho lo imposible: que levantó a Jesucristo de la muerte. Somos justificados por medio de esta fe.
18El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. 19Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. 20Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 21plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; 22por lo cual también su fe le fue contada por justicia. 23Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, 25el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones. ¡Aleluya!
El Evangelio: Mateo 9:9-13 Cristo vino a este mundo para salvar a pecadores, y entonces, en su misericordia aún convivió y comió con los mal reputados. Los fariseos no podían entender el amor que Cristo tenía por tales pecadores. No podían regocijarse en la misericordia de Cristo porque en su orgullo pensaban que no tenían necesidad ellos mismos de misericordia.
9Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. 10Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 11Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 12Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 13Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
PUEBLO DE DIOS SOMOS LOS ENFERMEROS QUE LLEVAMOS EL MEDICO A LOS ENFERMOS ESPIRITUALES.
Hoy en día conocemos unas personas que llamamos hipocondriacas porque siempre están inventando enfermedades, cada vez que nos encontramos una persona de estas nos muestran todas sus dolencias y buscan ir al médico por cualquier motivo y tienen cualquier excusa para tomar medicamentos. Pero espiritualmente encontramos también personas que son hipocondriacas porque a veces creen que están bien saludables con Dios a base de sus buenas obras y enfermas con tras personas porque no quieren relacionarse con ellas porque son pecadoras y no desean que estas les contagie de alguna enfermedad espiritual que se llama pecado, una persona hipocondriaca no sabe cuál es su enfermedad realmente. Esto lo vemos en el contexto de nuestro pasaje, había dos hombres que eran hipocondriacos espiritualmente y querían seguir a Jesús y nos relata Mateo: 18Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. 19Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; más el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 21Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 22Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos. Mateo 8:18-22. Es interesante que este Escriba quería seguir a Jesús, este hombre conocedor de la Ley de Dios, conocedor de los sacrificios y un hombre que esta convencido que era salvo por su buen comportamiento, pero esta clase de persona no le gusta relacionarse con personas que consideran pecadoras y creyó que tenía un mérito más para ir al cielo al seguir a Jesús. Y encontramos a un discípulo de Jesús, este hombre le seguía, pero quiso que Jesús le entendiera su necesidad en ese momento, enterrar a su padre, este hombre quería ser reconocido por amar a su padre muerto y tal vez creyó que Jesús le iba alabar por esta actitud tan loable, pero al leer las respuestas de Jesús nos damos cuenta de que ambos hacían parte de estos que creían que con los sacrificios eran merecedores de la Gracia de Dios.
Hoy en día podemos ver a cristianos impregnados de santidad, una santidad falsa, los oímos predicar que ellos no mienten, no son codiciosos, no son ávaros y han alcanzado ser iguales a Jesús por sus sacrificios, pero nosotros estamos al otro lado, estamos enfermos y contagiados por este mal que nos mata, nos asesina porque la paga del pecado es muerte, pero merecemos la muerte eterna por el solo hecho de estar impregnados de pecado y es por esto que a los ojos de Dios, el escriba, el discípulo, el falso en santidad y nosotros merecemos sentir toda su ira estando vivos y al morir porque todos no somos perfectos como el Padre de los cielos lo exige. Yo me imagino la cara de Mateo describiendo inspirado por Dios como fue su conversión, el evangelista Marcos y Lucas nos dice que su nombre judío era Leví y por lo tanto este cambio de nombre puede significar el llamado que Jesús le hizo para que sirviera al reino de Dios. Mateo tuvo una personalidad cristiana donde no tuvo miedo de mostrar su enfermedad, su pecado, estaba sentado al banco de los tributos públicos, su trabajo ser recaudador de impuestos le hacia ser una persona despreciada por los suyos, puesto que trabajaba para el imperio romano y a la vez era experto en cobrar de más con los impuestos, los publicanos tenían una reputación de ser ladrones y deshonestos. En estas palabras Mateo está describiendo su problema y esto nos hace preguntarnos a nosotros, ¿cuándo confesamos nuestros pecados somos sinceros? Si mentimos al confesar nuestros pecados, es blasfemia contra el Espíritu Santo y pecado en contra del segundo mandamiento porque estamos rechazando su obra en nosotros al mostrarnos la Ley, el propósito de esta es mostrar nuestra enfermedad, nuestro pecado y una cosa más, en nuestra vida espiritual ocurre el efecto dominó. Cuando confesamos un solo pecado, este nos lleva a pecar en contra de todos los demás mandamientos. Si confesamos que mentimos en nuestro trabajo, recordamos como la biblia nos dice que solo abramos nuestra boca para decir si o no, pero al mentir no obedecemos la Palabra y pecamos contra el tercer mandamiento, pero también creemos que Dios no se da cuenta de esto y pecamos contra el segundo mandamiento porque estamos en contra del nombre de Dios y cuando los que tiene autoridad sobre nosotros se dan cuenta de nuestro pecado, estamos pecando contra el cuarto mandamiento, pero al mentir estamos matando, matando nuestra reputación, nuestro nombre, pecando contra el quinto mandamiento y si somos casados, nuestra esposa o esposo se entera de la mentira empezara a dudar que cumplamos la promesa de ser fieles y notamos también el dicho que el que es mentiroso es ladrón y aquí estamos pecando contra el séptimo y octavo mandamiento. Pero usted estará pensando en cómo una mentira nos lleva a pecar contra el noveno y décimo mandamiento encontramos la respuesta de esto en el efecto dominó con Santiago 2:10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Somos culpable de ir en contra de Dios, su esencia que la vemos en el primer mandamiento y por esto merecemos la muerte eterna.
Cuando nosotros por la obra del Espíritu Santo somos conscientes que al confesar un pecado también estamos confesando que hemos pecado en contra de toda la tabla de la Ley es porque hemos aprendido espiritualmente que hacemos parte de los que Jesús dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Mateo, otros publicanos, otros pecadores que estaban sentados comiendo con Jesús, por la obra del Paracleto sabían que Jesús era su médico espiritual quien vino a este mundo para buscar a los pecadores y llevarlos al arrepentimiento y no a los que se creen justos porque estos son hipocondriacos espirituales que no se hacen con los enfermos para no contagiarse porque creen que son muy saludables espiritualmente con Dios pero no conocen su verdadera enfermedad, por esto Jesús al decir que no vino a buscarlos fue para juzgar su actitud que vemos en el versículo 11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Esta actitud muestra que ellos son condenados porque por las obras de la ley nadie es salvo y aquellos que creen que cumplen toda la ley están mintiendo y así como lo leímos de Santiago 2:10 les recuerda que son culpables. Por esto damos gracias a Dios por Jesucristo quien vino a este mundo impregnado por el pecado y enseñó lo que dijo el profeta Oseas: Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. Jesús vino a traer y enseñar misericordia por todo el mundo y damos gracias al Espíritu Santo que hoy creemos que nosotros somos beneficiados de la obra de Jesús en su vida perfecta, Él vino a este mundo pecador, pero sin pecado y se sentó siempre a comer con los publicanos y pecadores como nosotros, hoy estamos comiendo con Jesús porque la Palabra nos dice: 53Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. Juan 6:53-55. Aquí estamos viendo la sustitución de Jesús por nosotros pecadores, Él come con nosotros a través de su palabra, ella es nuestro alimento espiritual y ella es la que nos dice que somos perdonados por la vida perfecta de Jesús porque cada vez que leemos la Escritura comemos su carne y bebemos su sangre que es el evangelio que nos da perdón, pero también este alimento espiritual nos dice que somos justificados al igual que Abraham en el sufrimiento y muerte de Jesús como lo dice Pablo: 24sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, 25el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. Romanos 4:24-25 y es sólo en Jesús que encontramos la verdadera misericordia porque no fuimos condenados de nuestros pecados en el infierno sino que nos libró de la muerte eterna y ahora tenemos la bendición de ser llamados como parte del pueblo de Dios, hoy nosotros al igual que Mateo por la obra del Espíritu Santo hemos sido renovados para vivir no conforme a la voluntad de la carne, porque esta fue curada de su enfermedad del pecado por la obra de Cristo sino que vivimos de acuerdo a la voluntad de Dios, nuestra nueva vida, Mateo dejó de ser publicano para servir a Dios con su vida y nosotros no somos la excepción, no solamente reconocemos nuestro pecado sino que dejamos que sea el Espíritu Santo quien nos haga vivir usando nuestro nuevo hombre y es así como no haremos acepción de personas, cuando mentimos pedimos perdón, cuando ofendemos a alguien queremos arreglar todo y mostramos amor a Dios cuando nosotros como pecadores anunciamos el perdón de los pecados a otros pecadores que lo necesitan. Hoy el mundo está enfermo y nosotros somos los enfermeros de Dios porque llevamos muchos pacientes al verdadero médico Jesús. Amén
Los Himnos:
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
47 A nadie amaré como a Cristo
48 Busca primero el reino de Dios
49 Con el buen Jesús andemos
50 Cristiano soy
51 Dios de gracia, Dios de gloria
52 Hermanos cantad
53 Seguidme a mí, dice el Señor
55 Servimos al Señor
88 Sublime gracia
Culto Cristiano:
202 Oí la voz del Salvador
225 Por gracia sola
229 Tal como soy de pecador
240 En Jesucristo se halla la paz
255 Qué mi vida entera esté
257 Mirad y ved
259 Tu vida, ¡Oh Salvador!
Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.
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