
El quinto domingo de la pascua
(Blanco)
Tema del día: Nuestro Señor resucitado quiere que nos amemos los unos a los otros.
La Colecta: Oh Dios, que haces que los corazones de tus fieles sean de una misma voluntad: Concede a tu pueblo que ame lo que mandas y desee lo que prometes, para que en medio de los numerosos cambios de este mundo, nuestros corazones estén fijos en ti que eres la fuente de los verdaderos goces; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Hechos 13:44-52 En este mundo pecaminoso, siempre va a haber los que se oponen a nuestra predicación del evangelio, pero vemos aquí en esta lectura, que la Palabra de Dios siempre producirá fruto para la gloria de Dios Padre. “Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehovah y contra su ungido...El que mora en los cielos se reirá, el Señor se burlará de ellos.” (Salmo 2:2,3)
44El siguiente día de reposo* se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. 45Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. 46Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. 47Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
Te he puesto para luz de los gentiles,
A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.
48Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. 49Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. 50Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. 51Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. 52Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
El Salmo del Día: Salmo 145
Salmo de alabanza; de David.
1 Te exaltaré, mi Dios, mi Rey,
Y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.
2 Cada día te bendeciré,
Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
3 Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza;
Y su grandeza es inescrutable.
4 Generación a generación celebrará tus obras,
Y anunciará tus poderosos hechos.
5 En la hermosura de la gloria de tu magnificencia,
Y en tus hechos maravillosos meditaré.
6 Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres,
Y yo publicaré tu grandeza.
7 Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad,
Y cantarán tu justicia.
8 Clemente y misericordioso es Jehová,
Lento para la ira, y grande en misericordia.
9 Bueno es Jehová para con todos,
Y sus misericordias sobre todas sus obras.
10 Te alaben, oh Jehová, todas tus obras,
Y tus santos te bendigan.
11 La gloria de tu reino digan,
Y hablen de tu poder,
12 Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,
Y la gloria de la magnificencia de su reino.
13 Tu reino es reino de todos los siglos,
Y tu señorío en todas las generaciones.
14 Sostiene Jehová a todos los que caen,
Y levanta a todos los oprimidos.
15 Los ojos de todos esperan en ti,
Y tú les das su comida a su tiempo.
16 Abres tu mano,
Y colmas de bendición a todo ser viviente.
17 Justo es Jehová en todos sus caminos,
Y misericordioso en todas sus obras.
18 Cercano está Jehová a todos los que le invocan,
A todos los que le invocan de veras.
19 Cumplirá el deseo de los que le temen;
Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.
20 Jehová guarda a todos los que le aman,
Mas destruirá a todos los impíos.
21 La alabanza de Jehová proclamará mi boca;
Y todos bendigan su santo nombre eternamente y para siempre.
La Segunda Lectura: Apocalipsis 21:1-6 Dios permitió que el anciano San Juan tuviera un vistazo de la gloria y el gozo que le esperaba en el cielo. En esa nueva Jerusalén no va a haber lágrimas ni tristeza ni muerte, sino solamente el gozo eterno, que es un hecho seguro en nuestro Señor resucitado Jesucristo.
1Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
5Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. 6Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Cristo habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre él. Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. ¡Aleluya!
El Evangelio: Juan 13:31-35 En la noche en que fue entregado por nosotros, nuestro Señor Jesucristo mandó a sus discípulos amarse los unos a los otros así como él les había amado. El amor de Cristo fue humilde; fue auto-sacrificio en actitud y acción. Nuestro amor hacía los demás debe de ser igual, siempre pensando en el bien de la otra persona ante nuestro propio bien.
31Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. 32Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará. 33Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. 34Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Amándonos, glorificamos al Padre
Pasó el día de las madres y pronto viene la Navidad. No importa que temporada del año siempre hay vacaciones esperándonos, y ansiamos esas vacaciones para pasar tiempo con la familia. Durante la vida, en nuestros trabajos y rutinas tenemos que estar con otros, a veces difíciles para trabajar, o muy peleones. Y por eso ansiamos el tiempo con la familia. Porque amamos a nuestra familia, y estar en casa con la familia es estar en un refugio del resto del mundo. ¡Y dentro de la familia nunca hay peleas! Siempre estamos perfectamente unidos. Hermanos comparten tiempo en el play perfectamente. ¡Y entre esposos, viven en armonía!
…Si su familia es siempre así, usted está mintiendo, porque no hay ninguna familia así, la verdad es que las peleas y el odio nos afectan hasta dentro de la familia. Ese odio causa divisiones, divisiones causan dolor, y terminamos nada más que un grupo de personas que tienen la misma sangre aguantando cohabitar bajo el mismo techo. Y cuando no sentimos amor en la casa lo buscamos en otros lugares, en amigos, en una pareja, o en otras actividades.
Y si eso pasa en nuestras familias físicas, crean que pasa también dentro de la familia espiritual. Cualquier grupo de personas pecaminosas va a tener problemas, pero vamos a ver en el mensaje hoy, que Dios tiene otro plan para la familia espiritual. Y el plan es este, el tema del sermón: Amándonos, glorificamos al Padre.
-
En el amor del Hijo.
-
En el amor de sus hijos.
-
En el amor del Hijo.
31 Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús:
En el texto Jesús explica como el Padre es glorificado a los once discípulos. El texto empieza después de que salió Judas de la mesa donde habían celebrado la Pascua y donde Jesús había instituido la Santa Cena. Los once no sabían exactamente porque se había ido, pero nosotros que tenemos la bendición de haber leído el resto de la historia sabemos a qué iba. Y como hacemos a veces viendo una película de terror y gritamos al personaje “¡no abras esa puerta!” porque sabemos dónde está el asesino, así gritamos a Judas, como si pudiera escuchar, “¡No te vayas! ¡No entregues a mi Señor a morir!” Por las escrituras nosotros sabemos dónde está el asesino, Satanás, entrando en la mente de Judas, con la codicia. Pero en esa escena el único que sabía exactamente lo que iba a hacer Judas era Jesús, y ¿que hizo? En los versículos anteriores lo había dado una última oportunidad a arrepentirse, mostrando su amor perfecto para él, pero como Judas ya había determinado lo que iba a hacer, Jesús se quedó tranquilo, lo dejo ir, y habló a los once, verdaderos discípulos. Pero en la luz de esa salida de Judas y lo que iba a hacer Jesús dijo lo siguiente: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. 32 Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará. A través de esa traición, ese pecado contra el mismo Hijo de Dios, el Hijo es glorificado. Jesús podía decirlo a lo mejor porque sabía exactamente que iba a pasar- que esa traición iba a llevarle a sufrir muchas cosas de los judíos y romanos, y que iba a morir, y que ese sufrimiento fue como iba a mostrar amor al Padre e iba a glorificar al Padre. Y por eso dijo, “Ahora, es glorificado,” como si ya hubiera pasado todo. En los ojos de Dios fue ya hecho, porque las promesas de Dios están firmes. Él es siempre fiel, desde el principio.
Y porque el Padre es glorificado, Jesús dijo que el Padre le glorificará. ¿Y cuándo pasará esa glorificación? El tercer día. Otra vez Jesús anunció su resurrección como había hecho varias veces para que sus discípulos anticipen ese futuro día. Para nosotros, en cambio, los dos están literalmente ya está glorificación fue hecha. El Padre fue glorificado en esa muerte de Jesús, que vimos en la cuaresma, y también vimos al Padre glorificar a Jesús en resucitarlo de entre los muertos. El Padre lo resucitó porque aceptó su sacrificio, y puso su sello en el hecho que fue glorificado por la obra del Hijo. Para los discípulos todavía no había pasado, y por eso Jesús siguió hablando para prepararlos para su despedida, y les habló acerca de todo lo que iba a pasar para la gloria del Padre, 33 Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. Si yo fuera uno de los discípulos, pensaría, ¿pero, por que no puedo ir contigo, Jesús? Hemos estado juntos ya tres años, hacemos todo juntos. ¿Adónde vas? Y ¿por qué nos dices la misma cosa que dijiste a los judíos? ¿No somos nosotros más dignos que ellos, para poder venir contigo a dónde vas? Y, de hecho, sabemos que Pedro pensó eso porque en los versículos después preguntó a Jesús ¿por qué? y le explicó que le iba a negar. La verdad es que ningunos de los discípulos, ni ninguno de nosotros podemos ir a donde fue Jesús. Solo Jesús pudo enfrentarse con el juicio del Padre celestial, todopoderoso y exigente, y decir, “Sí, lo hice perfectamente, y ahora entrego mi vida por ellos que no lo hicieron.
Y aunque los discípulos no eran más dignos de los mencionados judíos, Jesús les habló muy diferente. Si buscamos cuando Jesús habló con los judíos, en el capítulo 8 dijo así: “Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.” ¿Escuchó? Les dijo, “Van a morir en sus pecados.” En amor Jesús tuvo que hablarles así de duro, porque amar no es solo decirles lo que quieren escuchar, sino lo que necesitan escuchar. Que el pecado les separa del amor de Dios, y del amor de Jesús que mostró en acción para la gloria del Padre. Los discípulos eran igual de pecadores, y nosotros también, pero a los verdaderos creyentes en él, a los hijos de Dios, Jesús habla muy diferente. No podemos ir a donde iba Jesús, porque iba a la cruz, para nuestra salvación y la gloria del Padre, pero dejó a sus discípulos con la confianza que nos amó. Les iba a mostrar ese amor en acción un muy poco tiempo. Iban a verlo, y sería para la gloria del Padre. Jesús les decía en el nuevo mandamiento como ellos también podrían glorificar al Padre.
34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
-
En el amor de sus hijos.
Amándonos, glorificamos al Padre. 1. Como el Hijo amó. 2. Sus hijos también amamos. Por eso nos dio ese mandamiento, para glorificar al Padre. Pero ¿Por qué dijo que es un nuevo mandamiento? Ya tenían el mandamiento de amar al prójimo desde que Dios le dio a su pueblo, aun en Levítico, el tercer libro del Antiguo Testamento dijo, “Amaras a tu prójimo como a ti mismo.” ¿Entonces si el mandato de amar no es nada nuevo que es lo nuevo aquí? Lo nuevo es que este amor es basado en el amor que nos mostró Cristo, en los hechos de su vida perfecta, muerte inocente, y resurrección.
Dijo, “Como yo los he amado, que también se amen unos a otros.” Y ese amor es impresionante. Es un amor auto sacrificial. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Es un amor que busca el bien del otro antes de su propio bien. Es un amor de servicio. Es un amor incondicional. Es un amor que nos perdonó los pecados, y que glorifica al Padre. Al verlo glorificar al Padre así y creer que lo hizo por nosotros, somos renovados para amar así. El Espíritu Santo obra en nosotros para que reflejemos ese amor de Jesús a otros. Nosotros amamos porque él nos amó primero.
¿Cómo exactamente mostramos este amor? No nos dice, tenemos la libertad de amar al prójimo como podemos. Hay muchas maneras y oportunidades. Podemos orar los unos por los otros, ayudarnos en necesidades. Podemos dar de lo que es nuestro para el bien del otro. Podemos sacrificar nuestro tiempo. El Espíritu Santo obra fe en nuestros corazones por medio de la palabra, para que busquemos maneras de amar a nuestros hermanos, sea en formas planeadas o espontaneas, en que vemos una necesidad y respondemos, reflejando el amor sacrificial de Cristo en servicio a otros, especialmente a nuestros hermanos y hermanas en la fe.
¿Así es como amamos siempre? Cuando estamos con los hermanos, muchas veces es más fácil juzgar y empezar a odiar a un hermano, “¿Por qué sigue así? Ella sabe mejor que eso.” Olvidando que nosotros también seguimos luchando contra la naturaleza pecaminosa, hablamos mal del otro y rompemos el octavo mandamiento. Pero lo que sí, recordamos es lo malo que ha hecho nuestro hermano, aun cuando ha pedido perdón. Dios lo ha perdonado, ¿quién soy yo para guardar rencor contra él? Todos hemos sido perdonados por pura gracia. Seguimos pidiéndole perdón a Dios cada día, y cada vez que oramos el Padrenuestro. Decimos, "Perdónanos nuestras deudas, así como perdonamos a nuestros deudores." Con el perdón que hemos recibido, perdonamos a otros. No va a ser fácil, cuando un hermano nos ofende, por orgullo no queremos perdonar. Pero recordamos a Pedro, como había negado a Jesús y le perdonó, ¡y aun le encargó con su rebaño! Ya había vivido la consecuencia de su pecado. A veces nos toca también consecuencias temporales o consecuencias por toda la vida. Pero Pedro ya cambiado por el evangelio proclamó con confianza la resurrección de Jesús, y dijo, "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres." ¿Y qué es lo que manda Dios? Obviamente que prediquemos el mensaje, pero no solo en palabras, con acciones. Siguiendo ese nuevo mandamiento que nos dio. “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
¿Para qué somos conocidos los cristianos? ¿Por nuestro amor? Muchos dicen: "Mira como pelean. Son hipócritas." Muchas veces tienen razón, porque muchas veces somos hipócritas. Y en esa hipocresía no glorificamos al Padre. Que no les demos oportunidades de decir eso. Jesús nos amó tanto que se sacrificó por nosotros, nos hizo hijos de Dios, y hermanos los unos con los otros. Así que, “según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”
Y cuando seguimos ese nuevo mandamiento el mundo nos va a conocer como verdaderos cristianos. Porque verdaderos cristianos van a vivir diferente, van a perdonar, van a amar a sus hermanos. Ese amor va a ser una luz en el mundo oscuro, “para que vean sus acciones y glorifiquen su Padre en el cielo.”
Así que, amándonos, glorificamos al Padre, Como su Hijo amó, sus hijos también amamos, los que somos salvados por la gracia, el amor inmerecido que nos mostró el Hijo. No lo puedo decir mejor que la quinta estrofa del himno del día:
“Amémonos, hermanos; Y al mundo pecador
Mostremos como viven Los que salvados son.”
Amen.
Los Himnos:
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
47 A nadie amaré como a Cristo
48 Busca primero el reino de Dios
49 Con el buen Jesús andemos
50 Cristiano soy
51 Dios de gracia, Dios de gloria
52 Hermanos cantad
53 Seguidme a mí, dice el Señor
54 Santo Espíritu llena mi vida
Culto Cristiano:
133 Amémonos, hermanos
164 En todo tiempo, mi buen Salvador
245 Lejos de mi Padre Dios
246 Mi fe descansa en ti
253 A los pies de Jesucristo
254 Firmes y adelante
255 Qué mi vida entera esté
257 Mirad y ved
264 Grato es contar la historia
403 Estad por Cristo firmes
406 Luchad, luchad por Cristo
Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.
Más Contenido

Meditación - 2019 julio 18
Ver Recursos
Servicio - 13 enero 2019
Ver Recursos
Meditación - 2020 enero 30
Ver Recursos
Meditación - 2020 enero 01
Ver Recursos