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Servicio - 11 abril 2021

El segundo domingo de la pascua

(Blanco)

 

Tema del día: Nuestra fe se basa en Jesucristo, nuestro Señor resucitado, el cual se revela en su Palabra. En él tenemos la victoria. En él tenemos la vida eterna.

 

La Colecta: Concede, te suplicamos, todopoderoso Dios, que los que hemos celebrado la resurrección de nuestro Señor podamos con la ayuda de tu gracia producir los frutos de la misma en nuestra manera de vivir; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

La Primera Lectura: Hechos 3:12-20 Después de sanar al hombre cojo, Pedro señala la fuente de saneamiento: Jesucristo nuestro Señor resucitado, y exhorta a la gente a arrepentirse y creer en él.

 

12Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? 13El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. 14Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 16Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.

17Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. 19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado

 

El Salmo del Día: Salmo 16

Mictam de David.

1 Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.

2 Oh alma mía, dijiste a Jehová:

Tú eres mi Señor;

No hay para mí bien fuera de ti.

3 Para los santos que están en la tierra,

Y para los íntegros, es toda mi complacencia.

4 Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.

No ofreceré yo sus libaciones de sangre,

Ni en mis labios tomaré sus nombres.

5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;

Tú sustentas mi suerte.

6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,

Y es hermosa la heredad que me ha tocado.

7 Bendeciré a Jehová que me aconseja;

Aun en las noches me enseña mi conciencia.

8 A Jehová he puesto siempre delante de mí;

Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;

Mi carne también reposará confiadamente;

10 Porque no dejarás mi alma en el Seol,

Ni permitirás que tu santo vea corrupción.

11 Me mostrarás la senda de la vida;

En tu presencia hay plenitud de gozo;

Delicias a tu diestra para siempre.

 

 

La Segunda Lectura: 1 Juan 5:1-6 Cada quien que crea que Jesús es el Hijo de Dios comparte en su victoria y con corazón agradecido quiere obedecer sus mandamientos.

 

1Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. 2En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. 3Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 4Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

6Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.

 

El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Cristo habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre él. Bienaventurados los que no vieron, y sin embargo creyeron. ¡Aleluya!

 

El Evangelio: Juan 20:19-31 En esta lectura, San Juan nos dice como Cristo apareció a los discípulos probando que había resucitado de entre los muertos. Pero uno de ellos, Tomás, el cual no estuvo presente no iba a creerlo hasta que viera una "prueba" que Cristo había resucitado. En su misericordia, Cristo apareció a ellos otra vez y dio a Tomás las pruebas que había pedido. Sin embargo, (bienaventurados los que no ven, y todavía creen! Estas cosas que el apóstol Juan escribió, las escribió para que creamos en Cristo para nuestra salvación.

19Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. 20Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. 21Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.

24Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

26Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 28Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 29Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

30Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

 

 

LA PASCUA NOS LIBRÓ DE LA IGNORANCIA QUE CONDENA A LA MUERTE ETERNA

 

En nuestros paises existen muchas leyes que no conocemos, tal vez, estamos cometiendo muchas infracciones las cuales no son conocidas por nosotros. Pero cuando la autoridad se da cuenta de nuestra infracción, nos sorprende la consecuencia, la multa que recibimos por infringir la norma. Nuestra respuesta inmediatamente frente a la autoridad es negar el conocimiento de la ley y con esto buscando un perdón, pero es donde escuchamos la famosa frase: “el desconocimiento de la ley no nos hace inocentes”. Espiritualmente en este mundo hay mucha ignorancia frente al amor de Dios y esta se muestra interpretando mal las palabras del apóstol Juan en la lectura de su carta en este día: 2En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. 3Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 1 Juan 5:2-3. Muchos creen que tienen una buena relación con Dios porque guardan sus mandamientos, muchos creen que no hay ninguna acusación de parte de Dios porque viven de acuerdo con su voluntad y por esto dicen que no son gravosos los mandamientos dados por nuestro creador. El orgullo pecaminoso hace que el hombre por naturaleza sea ignorante espiritualmente por medio de las obras puesto que cree que al vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios son salvos.

 

Pedro después de curar al hombre que estaba sentado en el templo de Jerusalén en la puerta de la hermosa aprovecho este milagro hecho por Dios para recordarle a los líderes religiosos, y a los gobernantes civiles que su ignorancia los llevó a matar al autor de la vida, al Santo y Justo. Pero la ignorancia que habla Pedro consiste en que ellos no sabían que estaban siendo usados por Dios, ellos creían ser justos al condenar a muerte a Jesús, creyeron que estaban actuando en nombre de Dios, pero realmente encontramos que al ser religiosos no serían salvos puesto que rechazaron a Jesús como el Salvador y este rechazo Dios lo uso para que ellos siguieran el plan que tenía desde la eternidad, llevar a su hijo Jesús a la muerte para morir por los pecados de toda la humanidad, puesto que ÉL es el único que pudo aplacar la ira de Dios por causa de nuestro pecado al ser Justo y Santo perfectamente.

 

Tomás el apóstol, también mostró ignorancia espiritual, había olvidado las palabras de Jesús que leemos en Lucas 18:31-33 31Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. 32Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. 33Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará. La ignorancia espiritual hizo que Tomás pecara contra el tercer mandamiento cuando nuestro Señor se presentó resucitado ese mismo día en la noche a todos los otros discipulos, este apóstol que no estaba con ellos tomo la actitud de la necesidad de ver a Jesús para creer que sí había resucitado. Tomás no creyó en todas las oportunidades que Jesús les hablo su Palabra a cerca de que esto sucedería. Los líderes religiosos de Israel mostraron su ignorancia al ver a Jesús como un problema y no como el Mesías esperado. Hoy muchos dicen creer en Jesús porque son testigos de milagros, apariciones y de testimonios de personas, pero no creen en lo que la Palabra de Dios dice de Él. Nosotros también reconocemos nuestra ignorancia espiritual, y esto nos lleva a pecar en contra del tercer mandamiento, en contra de la Palabra de Dios. Olvidamos las promesas de Dios en los momentos de dificultad y nos enojamos con Dios alejándonos de nuestras congregaciones, alejándonos de la oración. Olvidamos usar los mandamientos como guía, y al hacer esto olvidamos el amor de Dios para con nosotros, el no respetar a los que tienen autoridad, el no cuidar nuestras vidas y la vida de los demás, el estar de acuerdo siempre con el divorcio, el adulterar, el estar metidos siempre en chismes y hablar mal del prójimo junto con la codicia es un ejemplo de que olvidamos el amor de Dios, aceptando el pecado es donde recordamos que merecemos ser condenados eternamente en el infierno.

 

Siempre es muy importante recordar la obra del Espíritu Santo, Él es Dios y usa los medios de gracia como el evangelio para dar paz y tranquilidad a nuestras almas. Tomás y cada uno de nosotros vivimos este perdón de parte de Jesús quién por amor a nosotros cumplió el tercer mandamiento perfectamente. Nuestro Señor resucitado no desecho a Tomás y tampoco lo hizo con nosotros, es por lo que cumplió la voluntad de Dios al aparecerse a este apóstol cuando estaba con los demás 26Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Juan 20:26-27. El énfasis de Jesús es que Tomás fuera creyente, no quiso que se perdiera en la ignorancia espiritual que lo llevaba a la incredulidad, nuestro Señor resucitado no quiere que nosotros tampoco seamos ignorantes espiritualmente y por lo tanto al decir Paz a vosotros es un recuerdo que en ÉL encontramos perdón, que ÉL es el cumplimiento de toda la Palabra de Dios como lo escribió este mismo apóstol Juan 20:30-31 30Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. Y también el mismo Espíritu Santo nos lleva ver las heridas de Jesús, éstas que fueron hechas por los clavos y la lanza clavada en su costado porque ÉL sufrió todo en nuestro lugar para así no ser condenados en el infierno eterno, la muerte de Jesús nos libró de ser condenados, su muerte nos lleva a adorar su Resurrección porque por medio de ella triunfó sobre la muerte que era la consecuencia de nuestra ignorancia, triunfó sobre el padre de la ignorancia que es el diablo y triunfo sobre el mundo ignorante y es por esto que hoy por la obra del mismo Espíritu Santo damos gracias que fuimos sacados de la ignorancia espiritual que nos condenaba a muerte eterna, y como resultado de esto somos llamados Bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

 

Pedro dijo, después de curar al hombre cojo: El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, Hechos 3:13. Tomás dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Juan 20:28. EL rey David confesó también: 1Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. 2Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; No hay para mí bien fuera de ti. Salmo 16:1-2. El apóstol Juan replicó: 1Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. 2En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. 1 Juan 5:1-2. Nosotros por la obra del Espíritu Santo ya no somos ignorantes, entendemos el significado de cada palabra que dijeron estos hombres creyentes inspirados por Dios, y esto nos lleva a confesar nuestra fe usando la explicación del segundo artículo del credo apostólico que nuestro hermano Martín Lutero escribió en el catecismo mayor: Si ahora te preguntan: ¿Qué crees tú en el segundo artículo sobre Jesucristo? Responde muy brevemente: Creo que Jesucristo, verdadero Hijo de Dios ha llegado a ser mi Señor ¿Y qué significa que ha llegado a ser tu Señor? Significa que me ha redimido del pecado, del diablo, de la muerte y de toda desdicha. Porque antes yo no tenía ni señor, ni rey alguno, sino que estaba sujeto a la potestad del diablo, condenado a morir, retenido en los lazos del pecado y de la ceguedad.

 

También confesamos nuestra fe en nuestro diario vivir, en nuestras vidas está reflejado el Señor Resucitado quien hace que no seamos ignorantes espiritualmente en nuestra manera de vivir, el oficio de las llaves, que es el poder que Dios dio a la iglesia como lo leemos en Juan 20:23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos, nos lleva en amor a Dios a enseñar en la iglesia, enseñar en nuestras casas el uso de los mandamientos como guía a nuestras vidas. Es muy importante guiarnos en nuestra vida con los mandamientos porque por medio de ellos mostramos como el mismo Espíritu Santo ha puesto el amor y agradecimiento a nuestro Dios quien no nos dio lo que merecemos sino lo que necesitamos, su perdón y así usar este oficio de las llaves guiados por la Palabra de Dios. Amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, toda nuestra alma y toda nuestra mente significa que no solamente le confesamos con nuestra boca sino que también honramos a nuestros superiores, valoramos y cuidamos de nuestras vidas y la de los demás, tomamos en serio la promesa del matrimonio hasta que la muerte nos separe, cuidamos las cosas de los demás, cuidamos el buen nombre del prójimo y el nuestro, y damos gracias a Dios por las bendiciones que Dios da a otros porque Él sabe que necesita cada uno de nosotros bendiciéndonos materialmente conforme a su voluntad. Pero también nuestra vida está conectada con mirar al cielo puesto que pronto, muy pronto vendrá Jesús y nosotros estamos gozosos esperando su venida, ya que no somos ignorantes espiritualmente, somos llamados bienaventurados. Amén

 

Algunos himnos sugeridos:

Cantad al Señor:

19-23 Los himnos para la Resurrección

98 (Muerte! )dónde está tu horror?

105 Acuérdate de Jesucristo

108 Esta es la fiesta

 

Culto Cristiano:

38 Jesús divino

69-77 Los himnos para la Pascua de Resurrección

78 De mil arpas y mil voces

82 A Cristo proclamad

246 Mi fe descansa en ti

335 (Cristo vive!

336 Del sepulcro tenebroso


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