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El quinto domingo después de pentecostés

(Verde)


 

Tema del día: Lamentablemente la mayoría del mundo siempre rechazará a Cristo, el Pastor sufrido, como su Salvador, pero nosotros, viéndolo por los ojos de la fe, vamos a poder hacer la misma confesión que San Pedro, “Eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”

La Colecta: Oh Señor, cuya presencia misericordiosa nunca deja de gobernar y dirigir a los que has alimentado en tu amor y adoración: Haz que reverenciemos y amemos sin cesar tu santo nombre; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

La Primera Lectura: Zacarías 13:7-9 En esta lectura, Dios por medio del Profeta Zacarías, predice los sufrimientos de Cristo y la subsecuente reacción de sus discípulos. Aunque muchos se perderán, “la tercera parte” serán fieles a Dios.

7Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos. 8Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella. 9Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios.

El Salmo del Día: Salmo 22

Al músico principal; sobre Ajelet-sahar. Salmo de David.

1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?

2 Dios mío, clamo de día, y no respondes;

Y de noche, y no hay para mí reposo.

3 Pero tú eres santo,

Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.

4 En ti esperaron nuestros padres;

Esperaron, y tú los libraste.

5 Clamaron a ti, y fueron librados;

Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.

6 Mas yo soy gusano, y no hombre;

Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.

7 Todos los que me ven me escarnecen;

Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo:

8 Se encomendó a Jehová; líbrele él;

Sálvele, puesto que en él se complacía.

9 Pero tú eres el que me sacó del vientre;

El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.

10 Sobre ti fui echado desde antes de nacer;

Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.

11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca;

Porque no hay quien ayude.

12 Me han rodeado muchos toros;

Fuertes toros de Basán me han cercado.

13 Abrieron sobre mí su boca

Como león rapaz y rugiente.

14 He sido derramado como aguas,

Y todos mis huesos se descoyuntaron;

Mi corazón fue como cera,

Derritiéndose en medio de mis entrañas.

15 Como un tiesto se secó mi vigor,

Y mi lengua se pegó a mi paladar,

Y me has puesto en el polvo de la muerte.

16 Porque perros me han rodeado;

Me ha cercado cuadrilla de malignos;

Horadaron mis manos y mis pies.

17 Contar puedo todos mis huesos;

Entre tanto, ellos me miran y me observan.

18 Repartieron entre sí mis vestidos,

Y sobre mi ropa echaron suertes.

19 Mas tú, Jehová, no te alejes;

Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.

20 Libra de la espada mi alma,

Del poder del perro mi vida.

21 Sálvame de la boca del león,

Y líbrame de los cuernos de los búfalos.

22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos;

En medio de la congregación te alabaré.

23 Los que teméis a Jehová, alabadle;

Glorificadle, descendencia toda de Jacob,

Y temedle vosotros, descendencia toda de Israel.

24 Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido,

Ni de él escondió su rostro;

Sino que cuando clamó a él, le oyó.

25 De ti será mi alabanza en la gran congregación;

Mis votos pagaré delante de los que le temen.

26 Comerán los humildes, y serán saciados;

Alabarán a Jehová los que le buscan;

Vivirá vuestro corazón para siempre.

27 Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra,

Y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.

28 Porque de Jehová es el reino,

Y él regirá las naciones.

29 Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra;

Se postrarán delante de él todos los que descienden al polvo,

Aun el que no puede conservar la vida a su propia alma.

30 La posteridad le servirá;

Esto será contado de Jehová hasta la postrera generación.

31 Vendrán, y anunciarán su justicia;

A pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.


 

La Segunda Lectura: Lucas 9:18-24 Así como en los días de Cristo, hoy en día, la mayoría del mundo no reconoce a Cristo por quien es. Por lo tanto, qué siempre confesemos al mundo la verdad de que él es el Salvador prometido, el Hijo del Dios viviente.

18Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? 19Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. 20Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios.

21Pero él les mandó que a nadie dijesen esto, encargándoselo rigurosamente, 22y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.

23Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.


 

El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Porque somos hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! ¡Aleluya!

Texto Sermón: Gálatas 3:23-29 Dado que la salvación es por su sola gracia, Dios no hace excepción de personas. “El que creyere y fuere bautizado será salvo.” No importa nuestra edad, nuestra raza, ni nuestro sexo; somos hijos de Dios y herederos de la salvación.


 

EL ESPÍRITU SANTO NOS HA PUESTO EL UNIFORME DE DIOS

Cuando era estudiante de primaria, no me molestaba estudiar, me gustaba socializar con los otros alumnos, no me molestaban las clases, me gustaba aprender, pero me quejaba siempre de una cosa, el uniforme. Odiaba ponerme la misma cosa cada día, porque me veía exactamente como el resto. Me sentía restringido, confinado. Pero mi mamá siempre me decía que algún día cuando sea papá entendería. Y aunque todavía no tengo hijos, ya más grande entiendo que el uniforme sirve con un propósito, es más fácil para los padres, que no tengan que ayudar a sus hijos con la ropa, hay menos bulín por la ropa o estilo de vestirse en la escuela, con uniformes los alumnos no tienen que preocuparse en como vestirse hasta que llegan a cierta edad y son ya maduros para hacer sus propias decisiones.

En nuestro texto Pablo habla de la ley y del pueblo de Dios en términos parecidos. Era una necesidad y tuvo un propósito. Estamos en el mismo contexto de hace ocho días, cuando escuchamos que Pablo tuvo que llamarle la atención a Pedro, y tuvo autoridad hacer eso como apóstol. Ahora, habiendo defendido su apostolado, va a seguir señalando a los gálatas su error doctrinal en hacer caso a los judaizantes. Los judaizantes eran judíos que enseñaban falsamente que los gentiles tenían que ser circuncidados y seguir las leyes judías. Pablo no dice que la ley de Dios es totalmente inútil o incorrecta, sino les explica cuál era su propósito. Escuchamos el texto.

Gálatas 3:23-29

23Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.

En esos versículos cortos Pablo resumió toda la historia de la salvación. Nos dijo como era antes, y como es ahora, nos enseña el propósito de la ley para Israel, y usa una metáfora para que entendamos, la ley es como un ayo, ésta no es una palabra que usamos mucho y es una traducción de algo que fue parte de la cultura griega. Los ayos en los días de Pablo eran esclavos de la familia, encargados de cuidar a los hijos, su responsabilidad sería guiar al hijo para que llegue a la escuela seguro, protegerle de peligros, corregirle o aun castigarle si hacía algo que le causaría daño. Sería algo como un tutor, pero no tanto para educación sino para su comportamiento y seguridad. ¿Entonces cómo piensan que eran las relaciones entre niño y ayo? ¿A los niños les gusta el castigo, la corrección, ser guiado? Pues, yo recuerdo mi niñez, las veces que me disciplinaron mis papas porque no siempre quería respetarlos, ahora veamos a los niños y ayos a quien Pablo se refiere. ¿En serio, yo tengo que respetar a ese esclavo? Yo soy hijo de padres prestigiosos, ¿Cómo me puede decir este esclavo que hacer? Pero el hijo todavía era joven, y el ayo le ayudaría a madurar hasta que estuviera listo, como los uniformes, que sirven para un propósito.

Dios dio su ley a Israel, en el Monte Sinaí por Moisés y después por otros profetas, para guardarlos de peligros y pecados, y como el ayo guiaba al hijo a la escuela así la ley guio a Israel hacia su salvador. La ley fue establecida para que vieran hacia el futuro, al Hijo que vendría, Cristo, en quien podrían poner su fe. Hacer lo que demandó la ley nunca era bastante, porque la ley nunca tenía el propósito de salvar.

Dios nos ha dado su ley también, en los diez mandamientos en su palabra, pero como el hijo que no quiere que el ayo le diga que hacer y que no hacer, o que no quiere ponerse el uniforme, nosotros muchas veces tomamos una actitud rebelde hacia la ley. No nos gusta sentirnos restringidos, y nos choca la ley. “¿En serio, ya no puedo hacer esas cosas que me gustan?” Muchas veces las cosas que son en contra de la ley de Dios son las cosas que le gustan a la carne, son vicios, hay vicios que son obvios como el sexo fuera de matrimonio o el abuso del alcohol y drogas, pero no solo esos son vicios porque cada uno de nosotros tenemos vicios diferentes. ¿Cuál es su vicio? ¿El chisme, el juzgar, tiene una lengua sucia o rápida para hablar mal del otro?

Podemos llamarlos vicios porque, aunque nos gusta hacerlos, son dañinos, todo pecado es vicio porque todo pecado es peligroso. ¿Cómo se dañan las relaciones? Por el pecado, sea uno de los ya mencionados, u otro tipo de falta de amor o falta de respeto, el pecado causa divisiones, no solo entre humanos, sino también entre nosotros y Dios. Porque Dios es perfecto y no puede tolerar lo que no es perfecto, por eso merecemos estar con el más vicioso, Satanás, eternamente en el infierno.

Dios nos dio la ley para que nos alejáramos de esos peligros, para servir como el ayo. Pero entre más conocemos la ley, más conocemos de nuestro pecado, pero el ayo de ley tiene el propósito de llevarnos a nuestro salvador. Eso es lo que quiere decir Pablo cuando escribe, la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.”

Y en el momento en que llegamos a la fe en Jesucristo, en ese momento Dios nos quita el uniforme de la ley que nos tenía restringidos, y nos da otra ropa, ropa de salvación, ropa perfecta. Nos graduamos de la escuela, y ya tenemos derechos como sus hijos, porque hemos sido justificados por la fe en Cristo, esto quiere decir que Dios nos declara inocentes porque Dios no ve los trapos de inmundicia que son nuestras obras imperfectas. ¿En qué estamos revestidos? En Cristo mismo, su vida perfecta en nuestro lugar, Él no tuvo vicios, nunca se rebeló contra la ley, sino, que fue guiado por ella y por amor, la cumplió perfectamente por nosotros. Sufrió todo el castigo que la ley demanda de nosotros, repartieron entre sí sus vestidos, y sobre su ropa echaron suertes, murió en nuestro lugar en la cruz y al tercer día resucitó, mostrando que, aunque parecía que había perdido la batalla a Satanás, realmente había ganado la guerra, todo eso para hacernos sus hijos, como dice Pablo:

25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

En nuestro bautismo somos conectados con la muerte de Cristo, y también con su resurrección. Estábamos restringidos por la ley desde el momento de nuestra concepción porque ella mostró nuestro pecado y como llegamos a este mundo muertos en nuestros delitos y pecados, ahora estamos revestidos por la fe. Ya no usamos el uniforme que teníamos que usar, porque vivimos por la fe. Tenemos libertad para actuar en amor hacia todos, y vamos a escuchar más acerca de esta libertad dentro de ocho días.

Pero ya que no tenemos el uniforme ¿piensa que vamos a vernos muy diferente y que esto va a causar más divisiones? ¡Al contrario! Todos que han sido bautizado y los que tienen fe en Cristo han sido revestidos en Cristo y como hijos de Dios están unidos con él, esto tiene muchas implicaciones.

28Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.

En Cristo, ya no hay judío ni griego. En otro tiempo la ley separaba a los judíos de los gentiles para guardarlos de idolatría y que era como ayo para llevarlos a Cristo. Pero, para Dios no existe esta diferencia porque estamos unidos en Cristo al ser creyentes. Todo aquel que cree en Jesús como su Señor es parte del Israel verdadero, el pueblo de Dios. Hay creyentes de todas las razas, todas las naciones, y por eso Jesús nos mandó que predicáramos a todas las naciones, haciendo discípulos, enseñándoles y bautizándoles en el nombre del Dios Trino. Obviamente Pablo no está diciendo que estas razas ya no existen, sino que espiritualmente no hay diferencia, y somos uno.

En Cristo, no hay esclavo ni libre, a muchas personas les gusta usar este pasaje para decir que la esclavitud es pecado, y que la Biblia no condena la esclavitud. Tengamos cuidado en decir realmente lo que la Biblia dice, en el tiempo de Pablo la esclavitud era muy diferente de lo que mayormente pensamos con los ejemplos de tiempos modernos. La Biblia nunca abolió a la esclavitud, pero exige que creyentes tratamos a personas diferente, en amor. El punto de Pablo aquí es que diferencias en estrato social no importan en Cristo, sea uno dueño de una empresa o el trabajador que saca la basura, si están en Cristo están unidos.

En Cristo, ya no hay hombre ni mujer, muchos sacan este pasaje de su contexto también, y niegan el orden que Dios estableció para el matrimonio y para la sociedad. O que, según esto, uno puede tener relaciones con el que quiere, sea hombre o mujer, La Biblia está clara en cuanto a esto, porque Pablo aquí está enfocado en la unidad espiritual, aquí entre hombre y mujer. Esta unidad espiritual nos va a guiar a tratar bien al otro género, a que esposos cumplan su papel como hombres, y que las esposas también cumplan su papel. No siempre se va a ver lo mismo en cada caso, pero la unidad en Cristo nos lleva a amarnos mutuamente, siempre buscando el bien del otro. Ya que no estamos bajo la ley, que vivamos en nuestra libertad para servir a los demás, recordando quienes somos.

Somos hijos de Dios. Ya nos hemos graduado, ya no estamos bajo el ayo, sino herederos de la promesa de Dios e hijos suyos. No necesitamos el uniforme, porque nos une la fe en Cristo. Éramos restringidos por la ley, ya somos revestidos por la fe. Él Espíritu Santo nos ha puesto ese uniforme. Amen.


 

Algunos himnos sugeridos:

Cantad al Señor:

26 El buen Jesús es mi pastor

27 ¡Cristo es mi alegría!

29 Fruto del amor divino

30 Jesús es la roca

33 Soy el camino

34 Salvador, Jesús amado

53 Seguidme a mí, dice el Señor

82 Bien sé en quien creo

83 Con qué paternal cariño

88 Sublime gracia


 

Culto Cristiano:

47 Cristo, vida del viviente

159 Cristo Salvador

165 Hay una fuente

202 Oí la voz del Salvador

240 En Jesucristo se halla paz

246 Mi fe descansa en ti

251 ¡Oh, qué amigo nos es Cristo!

254 Firmes y adelante

272 Me guía Cristo en Santo amor

273 Mi mano ten

274 No temas ya

404 ¡Hosanna al Hijo de David!


 


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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