
Servicio - 04 agosto 2019
El octavo domingo después de pentecostés
(Verde)
Tema del día: La ley de Dios es clara. Exige un amor perfecto para poder entrar en el cielo. Al ver la ley de Dios, nos damos cuenta de nuestro pecado y de nuestra necesidad de un salvador. Dios en su amor nos ha dado tal salvador en la persona de Jesucristo. Por lo tanto, nosotros ahora seguimos la ley de Dios no para ganar la vida eterna, sino para agradecer a Dios por la salvación que nos da.
La Colecta: Oh Dios, cuya providencia todo lo gobierna: Te suplicamos humildemente que apartes de nosotros las cosas que nos dañan, a fin de que nosotros, siendo capacitados en alma y cuerpo, llevemos a cabo tu santa voluntad; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Deuteronomio 30:9-14 Cuando ya estaban al punto de entrar en la tierra prometida, Moisés animó al pueblo de Israel a obedecer a Dios, es decir, a guardar sus mandamientos que siempre estaban cercas de ellos.
9Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, 10cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
11Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. 12No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? 13Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? 14Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.
El Salmo del Día: Salmo 25
Salmo de David.
1A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.
2Dios mío, en ti confío;
No sea yo avergonzado,
No se alegren de mí mis enemigos.
3Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;
Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
4Muéstrame, oh Jehová, tus caminos;
Enséñame tus sendas.
5Encamíname en tu verdad, y enséñame,
Porque tú eres el Dios de mi salvación;
En ti he esperado todo el día.
6Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias,
Que son perpetuas.
7De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;
Conforme a tu misericordia acuérdate de mí,
Por tu bondad, oh Jehová.
8Bueno y recto es Jehová;
Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.
9Encaminará a los humildes por el juicio,
Y enseñará a los mansos su carrera.
10Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad,
Para los que guardan su pacto y sus testimonios.
11Por amor de tu nombre, oh Jehová,
Perdonarás también mi pecado, que es grande.
12¿Quién es el hombre que teme a Jehová?
El le enseñará el camino que ha de escoger.
13 Gozará él de bienestar,
Y su descendencia heredará la tierra.
14 La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,
Y a ellos hará conocer su pacto.
15 Mis ojos están siempre hacia Jehová,
Porque él sacará mis pies de la red.
16 Mírame, y ten misericordia de mí,
Porque estoy solo y afligido.
17 Las angustias de mi corazón se han aumentado;
Sácame de mis congojas.
18 Mira mi aflicción y mi trabajo,
Y perdona todos mis pecados.
19 Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado,
Y con odio violento me aborrecen.
20 Guarda mi alma, y líbrame;
No sea yo avergonzado, porque en ti confié.
21 Integridad y rectitud me guarden,
Porque en ti he esperado.
22 Redime, oh Dios, a Israel
De todas sus angustias.
La Segunda Lectura: Colosenses 1:1-14 San Pablo dio gracias a Dios por la fe de los colosenses y por los frutos que producían según esa fe.
1Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, 2a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
3Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, 4habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, 5a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, 6que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, 7como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, 8quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.
9Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, 10para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; 11fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; 12con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; 13el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Pues, la Palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes. ¡Aleluya!
El Evangelio: Lucas 10:25-37 Al maestro de la ley que quería escapar las exigencias de la ley de Dios, Cristo le contó la parábola del buen samaritano. La segunda tabla de la ley habla de nuestro amor hacia nuestro prójimo. Y, ¿quién es nuestro prójimo? Según Cristo, todos son nuestros prójimos, incluso nuestros enemigos.
25Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
29Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 31Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. 32Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. 33Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; 34y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. 35Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. 36¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
EL ESPIRITU SANTO NOS ENSEÑA A ENTENDER LAS BUENAS OBRAS
La relación que existe entre las buenas obras y la salvación ha traído a la iglesia cristiana muchos problemas, aunque esta situación no pertenece solo a estos tiempos si podemos entender que no tener en claro esta distinción ha llevado a muchos al infierno. Muchos teólogos antiguos y modernos han tenido esta enseñanza como una piedra en el zapato porque aunque es correcto decir que las buenas obras son necesarias, es también completamente incorrecto decir que son necesarias para la Salvación. Pero las respuestas a este punto a dado origen no solamente a la falsa doctrina sino al crecimiento de nuevas iglesias donde sus fundadores han querido hacer notar de un modo a otro que tienen una nueva iglesia porque necesitan demostrar que son mejores que otros o mejores que su antigua iglesia en cuestión de las obras.
Cuando hablamos de las obras necesitamos andar con cuidado por una línea delgada porque nos puede llevar al fariseísmo, nuestro Señor Jesucristo presto mucha importancia a este tema porque no quería, ni quiere que los cristianos busquen hacer tantas obras con el propósito de salvarse y es donde se llega a practicar de la doctrina de los fariseos como lo enseña Mateo 23:1-8 1Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 2En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. 5Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; 6y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, 7y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
Este tema nos lleva a que tengamos cuidado con algunas actitudes nuestras que nos puede llevar a ser fariseos, necesitamos tener cuidado de no caer en la crítica constante de la vida de los demás, por esto Jesús nos dice en Mateo 7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. Necesitamos tener cuidado en no creernos mejores que los demás porque la Biblia nos enseña en 1 Corintios 10:12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. Hay que tener cuidado de no sentirnos más santos que otros porque la Escrituras afirma en Romanos 3: 10-12 10Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Y realmente si cualquiera de nosotros cree que su vida o pensamiento o sus obras son mejores que la de los demás el infierno eterno es el pago que merecemos por nuestras obras porque la Biblia es muy clara cuando habla de ellas por medio del profeta Isaías 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.
Tener la arrogancia de ser mejores que otros por medio de las buenas obras como este interprete de la Ley que estaba conversando con nuestro Señor es de lo que nos cuida el Espíritu Santo a cada uno de nosotros, Él rompió la dureza de nuestro orgullo por medio de la predicación de la Ley diciéndonos que, tanto para este interprete como para nosotros es imposible que podamos ser salvos por nuestras propias obras buenas, esta pregunta ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? es un lazo espiritual puesto para nuestro propio cuello que nos lleva al suicidio espiritual, porque solamente tiene una sola respuesta la cual es dada por nuestro Señor en este evangelio para hoy haz esto, y vivirás. Y comparando esta respuesta con la Biblia nos damos cuenta que ni este interprete de la ley que creía que cumplía los mandamientos para ser agradable a Dios no podía ser salvo porque sus obras eran imperfectas, ya que Jesús con esta parábola le demostró que no cumplía lo que había afirmado con tanto entusiasmo 27Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Este hombre quiso justificar su pecado al no aplicar en su vida estas palabras que dijo 29Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Porque creía y estaba convencido que sí amaba a Dios y al prójimo ya que solo se limitaba a practicar este amor con su circulo privado de personas que vivían y compartían con él y es por esto que Jesús le contó esta parábola para que entendiera que no cumplía lo que él decía que lo hacia 30Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 31Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. 32Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. 33Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; 34y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. 35Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. 36¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
La clave para abrir el entendimiento para esta parábola está en la pregunta de este hombre ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Y la parte final de la misma Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. Jesús con esta parábola le enseñó no solamente a este maestro de la ley sino a los hombres de todos los tiempos que por nuestras propias obras no podemos salvarnos, no podemos cumplir ningún mandato de Dios para salvarnos por nuestros propios méritos, en este caso este hombre perdió su examen porque no amó al prójimo como a sí mismo y mucho menos a Dios y cada uno de nosotros no podemos excluirnos de esto porque es por este motivo que apreciamos y amamos la obra de Cristo porque en Él está la respuesta a esta situación ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Encontramos la solución a esta pregunta en la vida perfecta de Jesús porque por amor a nosotros y aún por este intérprete de la ley Amó perfectamente a Dios y al prójimo y la Biblia nos presenta como Jesús no consideró a los samaritanos como sus enemigos, en este mismo evangelio Lucas nos cuenta esta historia 51Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. 52Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. 53Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. 54Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? 55Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; 56porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea. Lucas 9:51–56. Aquí vemos como Jesús amó al prójimo como así mismo ya que su prioridad era salvar las almas y también creemos que no solamente en la vida de Cristo está este perdón sino en su sufrimiento y muerte 32Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 33Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Lucas 23:32–34. La única manera de solucionar la Salvación de todo hombre es Cristo Jesús, por este motivo la respuesta a la pregunta esencial para este día ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Respondemos no podemos hacer nada y creemos que Cristo hizo todo para darnos a nosotros la vida eterna, es por este motivo que nosotros creemos lo que la Biblia nos enseña en cuanto a las obras buenas de la siguiente manera:
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Con certeza y sin ninguna duda, a la fe verdadera le siguen las buenas obras como frutos de un árbol bueno (Si es que esta fe no es una fe muerta, sino viva)
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También creemos, enseñamos y confesamos que las buenas obras no nos salvan, solo la obra hecha por Jesús porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Lucas 9:56
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Creemos, enseñamos y confesamos que el Espíritu Santo es el hacedor del nuevo hombre y es quién produce las buenas obras en cada uno de nosotros Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2.10.
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Creemos, enseñamos y confesamos lo importante de todo cristiano leer y entender la carta de Santiago porque en ella encontramos la enseñanza y aplicación de las buenas obras hechas por el creyente, 17Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. 18Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Santiago 2:17–18.
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Creemos, confesamos y enseñamos que las buenas obras que hacemos no nos salvan pero si siendo creyentes y practicamos malas obras ellas si nos condenan 26Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. He 10:26–27.
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Finalmente creemos, confesamos y enseñamos que por medio de nuestras buenas obras glorificamos a nuestro Dios Trino y verdadero Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Colosenses 3:17. Amén
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
38 Tu Palabra es mi cántico
45 Fortalece a tu Iglesia
47 A nadie amaré como a Cristo
48 Busca primero el reino de Dios
51 Dios de gracia, Dios de gloria
53 Seguidme a mí, dice el Señor
55 Serviremos al Señor
Culto Cristiano:
110 ¡Luz brillante, dulce y pura!
112 Padre, tu Palabra
113 Preciosa herencia otorga Dios
114 Sabia, justa y toda pura
116 Tu Palabra, ¡oh Padre santo!
133 Amémonos, hermanos
170 Precepto es del Señor
255 Qué mi vida entera esté
257 Mirad y ved
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