
Meditación - 2023 septiembre 16
(Lectura de la Biblia en tres años: 2 Crónicas 6:24–7:10, Hechos 3:18–26)
LOS RESUCITADOS NO SE CASAN
—La gente de este mundo se casa y se da en casamiento —les contestó Jesús—.Pero en cuanto a los que sean dignos de tomar parte en el mundo venidero por la resurrección: ésos no se casarán ni serán dados en casamiento
Lucas 20:34–35
¿Hay vida después de la muerte? La Biblia enseña que sí. Pero la descripción que la Santa Escritura nos da muestra que esa vida es muy diferente a la actual.
Los saduceos, religiosos que rechazaban a Cristo, negaban la vida después de la muerte, la resurrección y la existencia de los ángeles y los demonios. Creían que el hombre podía elegir libremente obrar el bien y el mal, y que la prosperidad y la adversidad eran resultado de las propias acciones del hombre. Ellos no creían en Cristo y para demostrar que él estaba equivocado le plantearon la historia de una mujer siete veces viuda que nunca pudo tener hijos. Según la ley, si una mujer quedaba viuda y sin hijos debía casarse con su cuñado inmediato para que dé a luz un heredero al marido difunto (Deuteronomio 25:5,6). Los saduceos le preguntaron al Señor: «en la resurrección, ¿de cuál será esposa esta mujer, ya que los siete estuvieron casados con ella?» (Lucas 20:33). La respuesta de Jesús muestra que en la vida venidera la gente será como los ángeles: no habrá nacimientos ni muerte, ni matrimonio. Las relaciones familiares de este mundo terrenal ya no existirán. Todos los salvos serán hijos de Dios
El matrimonio y la familia son dones preciosos de Dios que ya no existirán en la vida futura. Por medio de estos dones el Señor nos bendice con la alegría del compañerismo familiar: alguien que nos quiere y cuida de pequeños. Alguien con quien criamos hijos y finalmente alguien que nos cuidad en la ancianidad. Sin embargo en cada una de esas etapas hemos fallado en nuestro papel, no fuimos buenos niños, ni buenos padres, y tampoco hijos agradecidos con nuestros progenitores ancianos (Mateo 15:4-6; 1 Timoteo 5:4) Por esto somos merecedores de toda la ira divina. Pero Cristo, lo hizo en lugar de nosotros (Juan 19:26,27) y en la cruz pagó el castigo que merecemos. En gratitud vamos a querer apreciar el don del matrimonio y la familia cumpliendo, de la mejor manera posible, el papel que nos corresponda en el presente (Efesios 5:21–6:4).
Oración:
Señor, gracias por Jesucristo, nuestro salvador y rey eterno. Pues solo por tu gracia y por sus méritos es que disfrutamos de tus bendiciones y de la vida eterna. Entre estas bendiciones está nuestra familia. Por tus medios de gracia aumenta nuestra fe de manera que nuestra piedad comience por casa al honrar a nuestra familia conforme corresponda a cada uno. Amén.
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