
Meditación - 2023 octubre 29
(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 11:8–32, Lucas 1:39–48)
CUANDO LA HERMOSURA ESTÁ EN LOS PIES
¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: «Tu Dios reina»!
Isaías 52:7
En el año 1894, el académico Michael Bréal inventó la carrera de maratón para los juegos olímpicos de Atenas de 1896. Esta competencia rememora la proeza de Eucles, el mensajero que llevó la buena noticia de que los griegos vencieron al invasor persa en la batalla de Maratón. Eucles, emocionado por tan buena noticia, corrió velozmente desde Maratón hasta Atenas llevando la buena noticia, pero fue tal el esfuerzo que hizo que murió pocas horas después de dar la noticia. Para Eucles esa notica era tan importante que hizo su mejor esfuerzo para darla a conocer. Nosotros tenemos una notica mucho más importante que la de Eucles ¿Hasta qué punto estamos dispuestos para hacer el mejor esfuerzo por darla a conocer?
Por lo general, las malas noticias no tienen los mejores desenlaces. Producen tal angustia y desesperación que pueden afectar la salud que quienes las escuchan. Por el contrario, las buenas noticias levantan el ánimo, consuelan el corazón y nos llenan de alegría de tal modo que nuestra salud mejora. Por esto los pies de quien trae buenas noticias son hermosos. En la antigüedad las noticias eran transmitidas a través de mensajeros humanos que las llevaban a pie o corriendo. El polvo del suelo se adhería a los pies del mensajero y los dañaba, por lo que su aspecto no era precisamente hermoso en el sentido estético; pero sí eran hermosos por ser el medio por el cual la buena noticia llegó.
Como creyentes tenemos la responsabilidad de comunicar tanto la mala noticia como la buena noticia espiritual de acuerdo a las estipulaciones de la misma Biblia. Eso significa: 1) predicar, en toda su dureza, las exigencias de la ley y las terribles consecuencias de transgredirlas, a los pecadores impenitentes a fin de que reflexionen sobre sus actos y sobre la necesidad de un Salvador. 2) predicar el evangelio, las buenas noticias de Salvación a los pecadores aterrorizados de saberse condenados por su pecado a sufrir la ira eterna. Esa buena noticia nos dice que Cristo obedeció perfectamente la ley y sufrió en la cruz sobre sí mismo toda la ira de Dios en lugar de nosotros para salvarnos de la condenación eterna. En gratitud, vamos a querer dar a conocer esta buena noticia.
Oración:
Señor, confieso que no he usado tu nombre según tu voluntad. Gracias te doy porque por los méritos de tu Hijo he sido perdonado. Concédeme que por el poder de tu evangelio le tema y ame de modo que no use su nombre para maldecir, jurar, hechizar, mentir o engañar, sino que lo use para adorarte, alabarte, darte gracias y para compartir el evangelio. Amén.
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