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Meditación - 2023 octubre 18

(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 2:26–3:11, Marcos 15:26–33)

UNA VIRGEN CONCEBIRÁ Y DARÁ A LUZ A DIOS CON NOSOTROS

Por tanto, el Señor mismo les dará esta señal: Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y Le pondrá por nombre Emmanuel (Dios con nosotros).

Isaías 7:14, NBLH

¿Por qué Cristo tenía que nacer de una virgen? Todos los seres humanos hemos sido concebidos de los genes de un varón descendiente de Adán. Por esto heredamos de Adán la naturaleza pecaminosa, tal como David lo confiesa: «Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre.» (Salmo 51:5 cf. Romanos 5:12) Por tanto, nuestro Salvador para poder ser el Cordero sin mancha y así poder ser el precio por el pecado no debía heredar la condición pecaminosa de Adán. Por esto su concepción y nacimiento fueron virginales. Jesús nació de María virgen. Su naturaleza humana viene de María. Pero él fue concebido por el poder del Espíritu Santo de modo que el eterno verbo de Dios (Dios el Hijo) asumió la naturaleza humana en el vientre de María. El niño que nació del vientre puro de María es Dios, el Hijo. Por tanto es apropiado decir que María fue madre de Dios (en griego: Theotokos, portadora de Dios). Sin embargo eso no significa que ella sea una diosa madre (he métēr tou Theoú). María sí fue la portadora de Dios pues en su vientre llevó a Dios y llamó a su hijo «mi salvador» (Lucas 1:47). Con esas palabras ella muestra que, como todos, necesita la salvación y el perdón por gracia. La Biblia no nos autoriza a acudir a ella en oración, ni como intercesora, ni como mediadora y mucho menos como co-redentora.

Solo Cristo fue quien obedeció perfectamente la ley moral por nosotros y es solo él quien fue a la cruz para pagar por nuestros pecados. Gracias a sus méritos somos salvos y nuestras oraciones son escuchadas por el Padre. María dijo: «Hagan lo que él les ordene.» así demostró que ella no está interesada en dirigir la atención hacia nadie excepto Cristo. Puesto que gracias a Él somos salvos vamos a querer centrar toda nuestra adoración, devoción, meditación y fe en Dios Padre Hijo y Espíritu Santo.

Oración:

Señor, no siempre puedo comprender a cabalidad toda tu palabra. Por eso la acepto tal como la revelas sin procurar hallar explicaciones lógicas. Creo que tu Hijo, el Verbo eterno, se hizo carne en el vientre de la virgen María cuando fue concebido por el poder del Espíritu Santo. Confieso que nació sin pecado y que vivió una vida justa como nuestro sustituto, y que, injustamente, murió cargando el castigo por nuestro pecado. Solo por estos méritos suyos he sido perdonado y salvado. En gratitud quiero confiar en ti, temerte y amarte sobre todas las cosas. Amén.

 

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