
Meditación - 2023 octubre 12
(Lectura de la Biblia en tres años: Números 34:13–35:8, Marcos 14:51–58)
AGUARDAMOS CON PACIENCIA LA VENIDA DEL SEÑOR
Así también ustedes, manténganse firmes y aguarden con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca.
Santiago 5:8
«Quien espera desespera cuando larga es la espera», solían decir los mayores cuando yo era niño. Sin embargo ¿Cuán tediosa es la espera? Eso depende mucho de lo que se espera. A Jacob, enamorado de Raquel, le tocó esperar siete años para poder casarse con ella. La Biblia dice que «le parecieron como pocos días, porque la amaba.» (Génesis 29:21, RVR60) ¿Le parece a usted que la segunda venida se ha tardado mucho?
Nuestra vida actual fomenta la idea de que la satisfacción inmediata es la única que vale la pena. Los padres, cual si fueran esclavos, procuran satisfacer cualquier capricho de sus tiránicos hijos lo más pronto posible. Los novios rechazan la idea de esperar hasta el matrimonio para tener unión intima. Estamos habituados a que las cosas sean inmediatas y efímeras, en otras palabras: desechables. Por tanto, no es sorprendente que la importancia de la espera paciente sea ignorada. Dios quiere que apreciemos la espera paciente en su justa medida. Santiago lo ilustra con el ejemplo del agricultor que, al no poder apresurar el tiempo de la siembra ni de la cosecha, no puede darse el lujo de ser impaciente.
Por causa de nuestro viejo Adán pecaminoso somos impacientes por naturaleza. Lo que nos lleva a conseguir nuestros deseos de forma pecaminosa y a sucumbir ante la tentación abandonando la vigilante espera en santidad de la venida de Cristo. Por eso somos merecedores de toda la ira de Dios (Mateo 24:48–51). Pero Cristo nos salvó de la condenación al haber sido paciente en lugar nuestro y al llevar, en la cruz, el castigo que merecemos por este pecado. En gratitud vamos a querer aguardar con paciencia, y en santidad, la venida del Señor (Mateo 24:13; Lucas 21:18) como está escrito: «No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. “Que el injusto siga haciendo injusticias, que el impuro siga siendo impuro, que el justo siga practicando la justicia, y que el que es santo siga guardándose santo.”» (Apocalipsis 22:10–11, NBLH)
Oración:
Señor, quiero esperarte en santidad. Concédeme: Que mi vida entera esté consagrada a Ti, Señor. Que a mis manos pueda guiar el impulso de tu amor. Que mis pies tan sólo en pos de lo santo puedan ir: y que a Ti, Señor, mi voz se complazca en bendecir. Que mis labios al hablar, hablen sólo de tu amor. Que mis bienes dedicar yo los quiera a Ti, Señor. Que mi tiempo todo esté consagrado a tu loor. Que mi mente y su poder sean usados en tu honor. Toma, ¡oh Dios!, mi voluntad, y hazla tuya nada más; Toma, sí, mi corazón y tu trono en él tendrás. Amén. (CC255)
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