(Lectura de la Biblia en tres años: 2 Samuel 15:16–37, Lucas 24:23–35)

DIOS QUIERE QUE TENGAMOS VIDA ETERNA

Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Juan 3:16

¿Cree usted que los milagros narrados en la Biblia sucedieron realmente? Yo sí. Sin embargo, muchos líderes, estudiosos y eruditos, que afirman ser cristianos, no creen que los milagros de la Biblia hayan sucedido realmente. Argumentan que todo lo milagroso de la Escritura no es otra cosa que mito piadoso cuya finalidad es ayudar a impartir lecciones morales. Amparados en títulos tales como erudito, escriturario, biblista, máster o doctor en Teología; y armados con la metodología de la sospecha, concluyen que hubo un gran predicador llamado Jesús sobre quien se construyó un mítico Jesucristo, el de la Teología, adornándolo con cuentos que lo muestran poderoso y divino. Como maestro, según ellos, Jesús no habría tenido ningún poder divino, y que fueron escritores posteriores quienes lo habrían elevado a la gloria magnificando su vida y hechos. Muchos que estudiaron en los seminarios con la intención de guiar espiritualmente al pueblo de Dios ahora lo descarrían de la fe. ¿Cómo sucedió eso? La respuesta es muy simple: ellos, en lugar de estudiar la Palabra con fe, aprendieron las ideas de famosos escritores y líderes religiosos que niegan la inspiración verbal de la Biblia. ¿Cuál es el resultado? Dejaron de creer en Cristo como Dios el Hijo, que vino para ser nuestro salvador.

Muchos de estos eruditos, conocen casi de memoria el texto bíblico en sus lenguas originales, el hebreo y griego. Pero eso no les aprovecha para nada, porque no creen lo que esos textos dicen. Su incredulidad resiste a la palabra de Cristo y con ello rechazan los beneficios de la salvación. Dios quiere que tengamos vida eterna. Pero nuestra naturaleza pecadora, Satanás y el mundo conspiran para que no seamos salvos. Dios, en Cristo, hizo todo lo necesario para que tengamos vida eterna y la otorga gratuitamente a todo el que la quiera. Nada nos pide que hagamos nosotros a cambio. Pero esta vida eterna disponible para nosotros solo nos beneficia en Cristo. Sin Cristo no tenemos la salvación ni la vida eterna. No importa cuánto conocimiento memorizado tengamos, sin Cristo, como Dios hecho hombre para nuestra salvación, de nada nos sirve (Filipenses 3:4-9; 1 Corintios 1:18-25). El dudar de la veracidad de un solo pasaje de la Biblia puede llevarnos a dudar de las buenas noticias de salvación.

Oración:

Señor, mi naturaleza pecadora tiene tendencia hacia la incredulidad. Tu palabra es la verdad y dudar de ella es decirte mentiroso. No creer perfectamente en tu palabra me hace merecedor de toda tu ira. Pero tu Hijo vino para salvarme y te obedeció perfectamente en lugar mío y por su sangre derramad mi pecado ha sido perdonado. En gratitud quiero crecer en fe. Fortaléceme por medio de tu evangelio en la verdadera fe para la vida eterna. Amén.

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