
Meditación - 2023 junio 7
(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Reyes 12:1–24, Juan 6:22–24)
EL SEÑOR SE COMPLACE EN BENDECIR POR GRACIA
Entonces el SEÑOR tu Dios te bendecirá con mucha prosperidad en todo el trabajo de tus manos y en el fruto de tu vientre, en las crías de tu ganado y en las cosechas de tus campos. El Señor se complacerá de nuevo en tu bienestar, así como se deleitó en la prosperidad de tus antepasados
Deuteronomio 30:9
¿Ha sentido temor acerca de qué le depara el futuro? Cuando Moisés estaba cercano a su muerte convocó al pueblo para alentarlos con un discurso acerca del provenir de ellos como pueblo de Dios ¿Se aplica también a nosotros? ¿De qué manera?
El texto que hoy meditamos es parte de ese último discurso de Moisés. Allí dice que Dios bendecirá a su pueblo con mucha prosperidad y que se complacerá en hacerlo. Sin embargo, no es correcto imaginar que esta bendición vendrá del Señor como recompensa por la buena conducta de ellos. La verdad es que Dios opera en base a su gracia. Él provee las bendiciones eternas a su pueblo por gracia. Inclusive las bendiciones terrenales también las da por gracia, no porque su pueblo ha hecho algo que lo merezca.
Dios promete sus bendiciones a quienes viven en arrepentimiento. La Palabra nos anima a arrepentirnos, y aun los ángeles en el cielo se regocijan por nuestro arrepentimiento. Sin embargo, no olvidemos que el poder para arrepentirse viene de Dios por medio de su palabra, de su evangelio. Por esto entendemos que, según la Escritura, la motivación para obedecer no es la recompensa. Vivimos en la gracia de Dios y esperamos cualquier bendición que él quiera brindarnos por causa de esa gracia. La salvación gratuita es una de esas bendiciones por gracia. También lo es la fe que nos permite recibir la salvación. Esa misma fe, alimentada por el evangelio es la que, por gracia, nos mantiene firmes en la salvación. Por esto Dios quiere que permanezcamos aferrados a las promesas incondicionales de su Palabra. Quienes se apartan de esa Palabra están en peligro de perder la fe, y con ello todas las bendiciones gratuitas, incluso la salvación. Nuestro viejo Adán resiste continuamente la Palabra de Dios. Por eso merecemos toda su ira. Pero Cristo, como nuestro sustituto hizo todo lo necesario para librarnos de las consecuencias eternas de nuestro pecado. En gratitud vamos a querer apreciar y retener la Palabra y así permanecer bajo la bendición divina.
Oración:
Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él. Sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera. De la misma manera llama, congrega, ilumina y santifica a toda la iglesia cristiana en la tierra, y en Jesucristo la conserva en la verdadera fe. Gracias te doy por ello, pues mi salvación no depende de mí sino de ti. Amén.
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