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Meditación - 2023 julio 2

(Lectura de la Biblia en tres años: 2 Reyes 6:24–7:20, Juan 9:20–25)

EL CUIDADO AMOROSO DE DIOS

Cuando el faraón dejó salir a los israelitas, Dios no los llevó por el camino que atraviesa la tierra de los filisteos, que era el más corto, pues pensó: «Si se les presentara batalla, podrían cambiar de idea y regresar a Egipto.» Por eso les hizo dar un rodeo por el camino del desierto, en dirección al Mar Rojo.

Éxodo 13:17,18

Dios es descrito en la Biblia como un valiente guerrero y como un león de rugido estremecedor, pero eso no significa que él quiera tratar con adversidad a sus criaturas (Éxodo 15:3 cf. Oseas 13:7). Por el contrario, Dios dispone las cosas para el bien de todos, incluso de quienes lo rechazan (Mateo 5:48; Hechos 14:17; 1 Timoteo 6:17) El salmista da testimonio de la inmensa bondad divina con estas palabras: «Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras. […] Los ojos de todos esperan en ti y tú les das su comida a su tiempo. Abres tu mano y colmas de bendición a todo ser viviente.» (Salmo 145:9, 15,16).

Después de las diez plagas el faraón dejó salir a los israelitas de Egipto. Dios, en amor, no quiso someterlos a un sufrimiento innecesario. Por eso los condujo por un camino alejado del peligro de ser atacados por los violentos pueblos de entonces. Aunque los israelitas se rebelaron muchas veces contra Dios y contra Moisés, el Señor continuó siendo fiel a sus promesas y no quitó sus bendiciones durante los cuarenta años que duró el viaje. Ni los vestidos de ellos, ni sus calzados se envejecieron, tampoco sus pies se hincharon. Nunca quitó la nube ni la columna de fuego. Aunque el pueblo fue continuamente infiel, Dios permaneció fiel y no los abandonó en ningún momento. Como lo dijo San Pablo: «si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo.» (2 Timoteo 2:13). En conclusión, «la fidelidad de Jehová es para siempre.» (Salmos 117:2).

¿Es la garantía de la fidelidad divina un permiso para que nosotros seamos infieles? ¡Por supuesto que no! Dios exige que nosotros seamos fieles a él (1 Corintios 4:2 cf. Apocalipsis 2:10). El Señor exige el primer lugar en nuestras vidas tal como lo demanda en el primer mandamiento. Pero la verdad es que nunca fuimos perfectamente fieles (Mateo 5:48) pues no podemos serlo. Por esa razón merecemos toda la ira de Dios. El Señor, en fidelidad a sus promesas, ha enviado a su Hijo para que, siendo nuestro sustituto, obedezca perfectamente en lugar de nosotros y pague con su sangre por nuestros pecados. En gratitud vamos a querer serle fieles.

Oración:

Señor, no merezco tu fidelidad ni tus bendiciones. Pero te doy gracias que los méritos de tu Hijo Jesucristo me haces parte de tu pueblo. Concédeme que, en gratitud y por el poder de tu evangelio te sea un siervo fiel y prudente. Amén.

 

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