(Lectura de la Biblia en tres años: Josué 15:35–63, Lucas 8:26–39)

SOY ESCLAVO DEL SEÑOR

Sacrificio y ofrenda no te agradan; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: “He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu Ley está en medio de mi corazón”

(Salmo 40:6-8)

¿Le gustaría ser esclavo por un día? No creo que a ninguno de nosotros le gustaría mucho. Sin embargo, muchas veces tratamos a los que nos rodean como esclavos. Les decimos que hagan algo por nosotros que podríamos hacer nosotros mismos.

No obstante, en el caso de Dios es diferente porque tiene el derecho a pedirnos que le sirvamos. Si no servimos a Dios, nos convertimos en esclavos del pecado y de Satanás. Sin embargo, Jesucristo vino a ser un esclavo de la voluntad de Dios; se convirtió en esclavo por nosotros. Jesús por su propia voluntad se hizo esclavo de Dios.

Nos convertimos en esclavos cuando con gusto nos ponemos completamente al servicio de alguien más. Éste es el servicio que por naturaleza no ofrecemos a Dios. Éste es el servicio que Jesucristo vino a dar en nuestro lugar. Jesús dijo: “el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado”. Por medio de la fe, Dios atribuyó el servicio perfecto de Cristo a nosotros. A causa del sacrificio obediente de Cristo él perdona todo el servicio que no estamos dispuestos a hacer.

Ahora Dios nos llama a servirlo. Lo servimos adorándolo. Servimos a Dios diciendo a otros acerca de Jesucristo y de lo que Jesús ha hecho por nosotros. Servimos a Dios cuando mostramos amor unos a otros.

Oración:

Señor Jesús, gracias por servirme tan fielmente. Tú serviste al Padre por mí. Guíame para que imite tu servicio amoroso en mi vida. Amén.

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