
Meditación - 2022 septiembre 28
(Lectura de la Biblia en tres años: Números 6:1–21, Marcos 6:45–52)
PAZ VERDADERA
Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; este es Señor de todos
(Hechos 10:36)
Algunos esposos y esposas discuten y pelean entre ellos. Algunas personas no hablan con sus vecinos porque no les gustan. Desafortunadamente lo que sucede entre los individuos en la sociedad, es también lo que sucede entre las naciones del mundo, y como resultado, estos países envían ejércitos a hacer la guerra contra sus vecinos. De esta forma hay guerra y no hay paz. Mucha gente muere.
La paz es algo difícil de encontrar y de mantener en esta vida. Todos quisiéramos la paz: en nuestro matrimonio, en nuestra familia, y en nuestra nación. Aunque tenemos el deseo de la paz, en nuestra vida en este lado del cielo nunca tendremos la paz perfecta. ¿Por qué no? No tendremos paz debido al pecado y porque por lo común los pecadores ponemos nuestras propias necesidades y deseos antes que las de los demás.
La paz verdadera: ¿Existe algo así? Sí, ¡claro que existe! El apóstol Pablo habla de las buenas nuevas de paz en nuestra lectura de las Escrituras. Esta paz es la que se encuentra entre Dios y su pueblo por medio de Jesús. Piense en esta paz. ¡Tener paz con Dios es la mayor bendición que podemos tener! Tener a Dios como nuestro amigo y no como enemigo es maravilloso. Es una gran bendición que Dios nos sonría. No queremos que Dios esté enojado con nosotros. Tenemos la alegría de saber que Dios no nos rechazará; más bien, nos da la bienvenida en sus brazos. Esta bendición trae la paz verdadera.
El apóstol Pedro quiere que conozcamos esta paz y quiere que nos aferremos a esta paz, que llega solamente por medio de Jesucristo. Por nosotros mismos, no podríamos hacer la paz con Dios porque somos pecadores. Sin embargo, Jesús hizo por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer cuando Dios cargó sobre él todos los pecados del mundo. Jesús fue castigado por los pecados de todo el mundo, cuando murió en la cruz del Calvario y de esta manera cumplió con los términos de paz del acuerdo con Dios. Jesús firmó ese acuerdo de paz con su propia sangre que derramó en la cruz.
Solamente Jesús podía hacer esto porque él es el “Señor de todo”. Solamente él podía pelear con Satán y ganar la batalla. Solamente la sangre santa y preciosa de Jesús, el único hijo de Dios, podía comprar para nosotros el perdón de todos los pecados. Solamente su gloriosa resurrección de entre los muertos, podía asegurar la victoria sobre la muerte y sobre la tumba.
Oración:
Ahora tenemos muchas grandes bendiciones debido a esta paz. En su epístola a los Romanos, el apóstol Pablo las describe de esta manera: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Ahora ya no vivimos con temor a Dios ni tampoco tenemos miedo de ver una tumba. ¡Somos redimidos y perdonados, y estamos en paz con Dios! De veras ¡estas son buenas noticias! Padre celestial, gracias por darnos la paz del corazón y de la mente, debido a tu paz salvadora. Amén.
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