
Meditación - 2022 octubre 7
(Lectura de la Biblia en tres años: Números 10:11–36, Marcos 8:22–26)
EL EVANGELIO SE DIFUNDE POR MEDIO DE LA PRÉDICA
Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. En cuanto llegaron, entraron en la sinagoga de los judíos. Estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Muchos de ellos creyeron, y de los griegos, mujeres distinguidas y no pocos hombres
(Hechos 17:10-12)
Una vez más vemos cómo Pablo llevó a cabo la obra misionera en Grecia. Después de que Pablo y Silas su ayudante, dejaron la ciudad de Tesalónica, llegaron al pueblo de Berea donde buscaron la sinagoga judaica. (La sinagoga es el lugar de adoración para los judíos.) Allí predicaron acerca de Jesucristo al usar las Escrituras del Antiguo Testamento, o sea, la palabra de Dios. Las personas de Berea que escucharon a Pablo estudiaron las Escrituras con cuidado para ver si Pablo y Silas les decían la verdad, y de esta forma muchas llegaron a creer en Jesucristo como su Salvador. ¿Cómo fue posible todo esto? Fue el Espíritu Santo quien les aseguró por medio de las mismas Escrituras que lo que Pablo predicaba era realmente la verdad. En la realidad el Espíritu Santo llega a nosotros en la misma manera al plantar la fe en Jesús en nuestro corazón, a través de la prédica y el estudio de la palabra de Dios.
Nuestra fe en Jesús no ocurre por algo que hagamos, o digamos, ni por que hayamos hecho alguna buena obra o porque seamos buenos. La fe en Jesús llega a través de compartir las buenas nuevas acerca de Jesús. El apóstol Pablo escribió lo siguiente para ayudar a los romanos a entenderlo: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Cuando se predica el mensaje acerca de Jesús, Dios lleva la fe a nuestro corazón y fortalece esa fe en Jesús como nuestro Salvador. Pero es la prédica acerca de Jesús la que produce la fe.
Los de Berea “[escudriñaron] cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”.
¡Qué ejemplo para nosotros! Si querremos saber si lo que se nos predica es lo mismo que Dios escribió en las Escrituras, hay que compararla con la Biblia. Cualquier enseñanza que no esté de acuerdo con la palabra de Dios puede dañar nuestra fe en Jesús y por eso hay que tener cuidado de distinguir entre la buena doctrina y la falsa. Cuando se predica fiel y correctamente la palabra de Dios, sabemos que nuestra fe se fortalece y podemos regocijarnos que nuestros pecados han sido perdonados a través de Jesucristo, nuestro Salvador.
Oración:
Amado Señor Jesús, sigue haciendo que nos aseguremos que las palabras que se nos predican en la iglesia sean verdaderamente la palabra de Dios. Por medio de esa palabra sigue obrando en mi corazón para que yo siga creyendo y siendo fortalecido en mi fe. También sigue ayudándome a recibir tu palabra con alegría. Amén.
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