
Meditación - 2022 octubre 28
(Lectura de la Biblia en tres años: Números 25, Marcos 11:27–33)
JESÚS NOS DA ESPERANZA
Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él
(1 Tesalonicenses 4:14)
Nos sentimos muy tristes cuando muere algún ser querido. Esta muerte es uno de los momentos más tristes de nuestra vida. Jesús también se sintió triste cuando murió Lázaro, el hermano de María y Marta, quienes vivían en el pueblo de Betania. Allí, fuera de su tumba, Jesús lloró con dolor por su amigo.
Es cierto que la muerte nos quita nuestros seres queridos. La muerte deja a los hijos sin padres; le arrebata el esposo a su esposa; deja a los padres sin sus hijos. La muerte parece ser el final. No esperemos estar con nuestros seres queridos para siempre en la tierra. Hay tristeza inconsolable para los que ven la muerte como el fin de todo.
Pero los cristianos somos tristes y felices a la vez, debido a la fe que tenemos en Jesús. Nuestra fe nos dice que no estaremos separados por siempre de nuestros seres queridos. La resurrección de Jesús nos da la esperanza viva, porque él dijo: “Porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14:19). La tumba de Jesús estaba vacía la mañana del domingo de Pascua de la resurrección y todavía está así porque Jesús vive. Jesús resucitó con poder para mostrar la victoria sobre la muerte y para cumplir lo que el mismo dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida” (Juan 11:25).
La muerte no es el fin para nosotros, cuando morimos en la fe de Jesús como nuestro Salvador del pecado. La muerte tampoco es el fin para nuestros seres queridos que mueren con la misma fe. Jesús le promete la vida eterna a todo el que cree y confía en él. El Señor Jesús se lleva nuestra alma para estar con él en el cielo en el momento cuando cerramos nuestros ojos por la última vez. Es solamente nuestro cuerpo que descansa en la tumba hasta el día del juicio final.
No sabemos cuándo, pero tarde o temprano Jesús vendrá en ese día para resucitar a todos los cuerpos de la sepultura y para conceder la vida eterna en el cielo a todos los creyentes.
Por ejemplo, en la Biblia se menciona al rey Herodes que prometió proveer alimentos para sus amigos todos los días; pero cuando le tocó la muerte, no pudo cumplir con su promesa y a sus amigos le hacía falta el pan de cada día. ¡Cuán diferente es la promesa de nuestro Señor Jesús! No nos dejó sin la esperanza de la vida eterna en el cielo. Cristo vive y todavía sigue predicándose este mensaje de la vida eterna por medio de su sacrificio.
Oración:
Amado Señor, cuando mueren los creyentes, evita que nos sintamos tristes como los que no tienen esperanza. Por favor danos la alegría al saber que el cristiano que ha muerto ha recibido la vida eterna en el cielo. Amén.
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