(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 6:10–25, Marcos 16:14–20)

HABLE A OTROS LA PALABRA DE DIOS

Extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: “He puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar”.

Jeremías 1:9-10

Jeremías, un profeta de los tiempos del Antiguo Testamento, fue llamado por Dios para predicar la palabra de Dios. El Señor tocó la boca de Jeremías y le dijo que hablara sólo la palabra de Dios. “La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).

Dios nos ha dado a nosotros, su pueblo, el instrumento perfecto para ser sus mensajeros. Ha colocado en nuestras manos su palabra revelada, la Biblia. Al usar este poderoso instrumento, tenemos todo lo que necesitamos para hablar un mensaje que traerá honor y gloria a Dios.

Como la tierra de Jeremías, Judá, se había apartado de Dios, entonces él les advirtió de su ruina y destrucción. También prometió el perdón de Dios cuando el pueblo de Judá regresara a Dios y se arrepintiera.

Al pueblo de Dios de todos los tiempos se le ha dado el mismo mensaje. Con la palabra de Dios los creyentes dicen a aquellos que se burlan de Dios y rehúsan creer en Él que serán juzgados. Serán destruidos a causa de que no creen el mensaje del amor y la misericordia de Jesús. Antes de que el pecador pueda apreciar el amor de Dios, debe comprender su pecaminosidad y conocer la ira de Dios sobre el pecado. Pero eso no es todo lo que tenemos que decir a los no creyentes, tenemos además el mensaje de consuelo para compartirlo. Es el mensaje de esperanza y salvación. El evangelio del mensaje de Jesús, el Salvador de toda la gente, tiene el poder de conducir a la gente a la vida eterna. Por eso arrancamos y destruimos para que podamos edificar y plantar.

Este mensaje de la ley y el evangelio, de tan gran valor para los creyentes, estará en nuestra boca para proclamarlo a otros en: nuestros hogares, iglesias, comunidades, y por todo el mundo.

Oración:

Querido Dios, hazme un fiel testigo de tu palabra. Dame el deseo de compartir claramente tu mensaje sobre el pecado y tu gracia con toda la gente. Amén.

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