(Lectura de la Biblia en tres años: Números 32:19–42, Marcos 14:10–11)

EL BAUTISMO NOS SALVA

Los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho fueron salvadas por agua. El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias del cuerpo, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) mediante la resurrección de Jesucristo

1 Pedro 3:20-21

Nuestro bautismo nos da consuelo todos los días de nuestra vida porque no es solamente algo que se hace en una iglesia. Es algo que Dios hace por nosotros. El apóstol Pedro nos dice: “El bautismo...ahora nos salva”.

Pedro nos explica que el agua del diluvio destruyó todo lo que había en el mundo. Sin embargo, fue esa misma agua la que salvó a Noé y a su familia al levantar el arca. Ahora es el agua del bautismo que hace morir a nuestra naturaleza pecaminosa debajo del agua. Y luego resucita la naturaleza del hombre nuevo por la obra de Cristo. La palabra de Dios en el bautismo unida al agua, nos salva de la muerte eterna en el infierno. El bautismo no es un lavamiento que quite la suciedad de nuestro cuerpo, sino que nos quita el pecado que se encuentra en nuestra alma.

Pero, ¿Cómo lo limpia y le salva el bautismo a usted? “Jesucristo...nos salva mediante [su] resurrección de entre los muertos.” Dios aceptó el pago de la muerte de Jesús a cambio de la salvación de nuestra alma. Por lo tanto, Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Si Jesús no hubiera resucitado de entre los muertos, el nombre de Dios: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, en el que somos bautizados, no sería buenas noticias. La resurrección de Jesús de entre los muertos es la prueba de que Dios cumplió su promesa, y esto significa que la salvación de usted es segura, debido a lo que Jesús hizo por usted.

Oración:

Dios el Padre, que al amarnos enviaste a tu Hijo a salvarnos; Dios el Hijo, que sufrió y murió para quitar nuestro pecado; Dios el Espíritu Santo, que ha obrado la fe salvadora en nosotros; te agradecemos por las bendiciones: de la fe, del perdón, de la vida, y de la salvación, que son nuestras en el bautismo. Amén.

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