
Meditación - 2022 marzo 5
05 de marzo de 2022
(Lectura de la Biblia en tres años: Jonás 3–4, Apocalipsis 12:8–17)
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano.
Éxodo 20:7
Este es el segundo mandamiento de Dios. Él nos prohíbe tomar en vano su nombre. El nombre de Dios es todo aquello que él revela sobre sí mismo, especialmente en su palabra preciosa. Si tomamos en vano este nombre divino, si lo profanamos, cometemos un grave pecado, y profanamos a la divina Majestad misma. No debemos usar los varios nombres de Dios en exclamaciones frívolas. Es impudencia y blasfemia vergonzosa hacerlo. No debemos maldecir en el nombre de Dios, eso es, ni blasfemar, ni invocar sobre nosotros mismos ni sobre otros la ira y el castigo de Dios. No debemos jurar por el nombre de Dios, ni hacer juramentos no necesarios, frívolos, pecaminosos, o hasta falsos. No debemos usar hechicerías ni conjuros, buscar que nos digan la fortuna, ni decirla nosotros mismos, tampoco consultar a los muertos, ni practicar semejantes artes satánicas en el nombre de Dios. No debemos mentir ni engañar en el nombre de Dios, adornar ni encubrir la doctrina falsa o una vida impía utilizando la palabra y el nombre de Dios. No, ya que Dios tan misericordiosamente se nos ha revelado dándonos a conocer su nombre y dándonos su palabra, debemos adherirnos a él, haciendo el uso debido de su nombre y de su palabra porque esto es su voluntad para nosotros. En fe y amor sencillo debemos invocarlo en toda necesidad de cuerpo y alma, y confiadamente debemos creer que seguramente nos escuchará, que se manifestará bondadoso y benigno, y derramará sobre nosotros sus bendiciones. En todo tiempo debemos orarle a él, alabarle y darle las gracias. ¡Qué pecaminosos somos! ¡Con cuánta misericordia Dios se ofrece a nosotros por medio de su nombre y palabra! Pero, que pobre uso hacemos de ellos, ¡y con cuán poca gana aceptamos lo que él tan misericordiosamente nos ofrece!
Oración: Oh gran Dios, que misericordiosamente me has revelado tu nombre y tu palabra. Y quieres que allí te busque y te encuentre, que mi corazón se deleite en ti, y que te honre, te alabe, y te magnifique. ¡Qué pecaminoso y débil de fe, tardío y frío soy! Perdóname este pecado por los méritos de Jesús. Concédeme, te ruego, tu Espíritu Santo para que pueda dirigir el cuerpo, alma y mente, en tu nombre y palabra, para que tenga toda mi existencia en ti. Amén.
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