
Meditación - 2022 marzo 24
24 de marzo de 2022
(Lectura de la Biblia en tres años: Zacarías 8, Apocalipsis 20:5–10)
Aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos.
Hechos 17:27-28
Después que en el principio creó la tierra, y sobre todo al hombre, Dios no retiró su mano de la creación, sino que sigue activo y trabajando. Hace esto según las leyes que ha establecido en la naturaleza, pero siempre reservando para sí el ejercicio completamente libre de su voluntad. Es por amor a nosotros que obra en conformidad con sus leyes, porque nosotros tenemos que cultivar la tierra y hacer que la tierra y todo lo que hay en ella sirva para nuestro beneficio; y ¿Cómo podríamos hacer esto si no hubiera leyes naturales? Siempre obra también conforme a su voluntad libre y soberana, porque, como es el Señor, no está sujeto a las leyes, sino que es superior a ellas. Dice: 'Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él." Y al crear los animales, dijo: "Fructificad y multiplicaos," y lo mismo dijo cuando creó al hombre. El sol, la luna y las estrellas deben dividir el día de la noche, y servir de señales para estaciones, días y años. (Génesis l). Estas son leyes de la naturaleza que Dios ha establecido. Pero siempre es el gran Señor soberano que en y por medio de estas leyes sigue creando, obrando y sosteniendo. Así es apropiado que no solamente Adán y Eva, sino también nosotros hoy digamos: "Creo que Dios me ha hecho a mí juntamente con las demás criaturas; que me ha dado mi cuerpo y mi alma, mis ojos y mis oídos, y todos mis miembros, mi razón y todos mis sentidos, y los sostiene aún." Dios no está lejos de cada uno de nosotros; porque en él vivimos, y nos movemos y somos. A Dios le debemos nuestra vida y existencia; en Dios, por virtud de su gran poder, existimos; cada aliento, cada movimiento de nuestro cuerpo, debemos atribuirlo a su gran poder. ¡Qué abominación tiene que ser para Dios si abusamos del poder que él nos da para pecar! ¡Y qué paciencia de Dios de sostenernos a pesar de ello!
Oración: Oh gran Dios, en cuyo poder - que sostiene todas las cosas - yo, juntamente con toda criatura, vivo, me muevo y soy, por los méritos de Jesucristo perdóname mis pecados que te son tan ofensivos. Y dame tu Espíritu Santo, para que pueda vivir, y moverme, y tener mi ser en ti, no solamente en lo corporal, sino también espiritualmente. Y ten paciencia con tu hijo débil, hasta que tú me lleves al estado de eterna perfección. Amén.
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