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Meditación - 2022 marzo 13

13 de marzo de 2022

(Lectura de la Biblia en tres años: Habacuc 1, Apocalipsis 16:7–12)

Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Éxodo 20:5,6

 

Con estas palabras Dios amenaza con castigar a todos los que quebrantan sus mandamientos. Como prueba de que habla en serio y de su celo santo señala sus acciones escritas en la historia bíblica, que nos cuenta que él ha castigado la maldad de los padres aun sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación cuando los hijos lo han odiado así como sus padres. Pero promete misericordia a todos los que guardan sus mandamientos. Y aquí, también, la historia bíblica demuestra que él ha hecho bien a millares de israelitas piadosos. Debido a su amenaza, debemos temer su ira, y no actuar contrariamente a sus mandamientos. Y debido a su promesa, debemos amar y confiar en él, y hacer de buena voluntad lo que está de acuerdo con sus mandamientos. Pero dime, cristiano, ¿tienen las amenazas de Dios el poder para guardarnos del pecado, para que no quebrantemos los mandamientos de Dios? ¡De ningún modo! El pecado ha tomado posesión de nosotros demasiado firme y completamente. Impulsados y atraídos por el Espíritu Santo a través del evangelio, tenemos que huir a Cristo, y diariamente apropiarnos de la gracia de Dios para el perdón de los pecados. Luego, movidos por el Espíritu Santo por la fe, tenemos que temer y amar a Dios, para evitar el pecado y hacer conforme a sus mandamientos. Entonces, Dios nos mira en Cristo con ojos de misericordia como a sus amados hijos, escondiendo su cara de los muchos pecados que todavía se adhieren a nosotros, y viendo solamente nuestro guardar sus mandamientos, aunque es tan imperfecto, y mostrándonos misericordia. Y esto es solamente gracia, pura gracia.

Oración: Mi Señor y Salvador, aquí estoy, un pobre pecador, que no he merecido nada sino tu ira y castigo. Pero concédeme aquella gracia que has procurado para mí y me has prometido. Perdóname mis pecados. Permite que yo sea un hijo de Dios. Enséñame por tu Espíritu Santo a andar, aunque sea débilmente, en las sendas de los mandamientos de Dios. Y según tu benigna misericordia, acepta esa obediencia, bendíceme, y hazme bien, oh Jesús. Amén.


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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