
Meditación - 2022 junio 28
(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 13, Mateo 19:22–30)
Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros.
1 Corintios 5:13
Retener los pecados, la excomunión de la congregación cristiana, debe ejecutarse sobre aquellos miembros de la congregación que son pecadores impenitentes manifiestos. Su pecado tiene que ser manifiesto, o sea, un pecado que es reconocido por todos en la congregación como evidente transgresión de la ley de Dios. Pero aún esto no es suficiente para la excomunión. La impenitencia del pecador también tiene que ser evidente a todos los de la congregación. ¿Pero cómo es posible esto? ¿Quién puede mirar dentro del corazón?
No es necesario mirar en el corazón de nadie. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo en el pasaje de San Mateo 18:15-17 nos ha instruido sobre la manera en que se puede saber si un pecador es impenitente: Cuando nos consta el pecado de un hermano es necesario ir con él y amonestarle en privado para que así, de una manera llena de amor, paciencia y mansedumbre, protegiendo su reputación, ayudarle a proceder al arrepentimiento. Si el hermano amonestado reconoce su pecado y, acepta la amonestación, ha sido ganado y escuchará la absolución.
Pero si se rehúsa a aceptar la amonestación, entonces es necesario tomar a uno o más creyentes para que sean testigos de la amonestación que procura el arrepentimiento del impenitente. Si se rehúsa a escucharlos, luego, junto con los testigos, es necesario llevar el caso a la congregación del hermano que ha pecado. Esta congregación para la última amonestación al impenitente invitándolo a arrepentirse. Si se rehúsa a escuchar la amonestación de la congregación, está claro que es un impenitente. El mismo Señor Jesús, el que escudriña los corazones, nos instruye que debemos considerar a tal persona un gentil y publicano (es decir, que ya no es un creyente y sí es un pecador impenitente). En tal caso el pastor de la congregación anuncia oficialmente la situación del impenitente: le es retenido el perdón de los pecados al pecador impenitente, y por tanto, no puede participar del pan y el vino, el cuerpo y la sangre de Cristo entregados "para el perdón de los pecados".
Pero, si el impenitente, al comprender la gravedad de su impenitencia, admite su culpa y tan pronto como se arrepienta es necesario darle la absolución y restaturarlo a la comunión. Porque aún la excomunión se efectúa no buscando la perdición, sino la salvación del alma.
Oración:
Señor Jesucristo, te ruego me concedas a mí y a todos los verdaderos cristianos tu Espíritu Santo, de modo que tratemos con nuestro hermano que ha pecado conforme a tu palabra y voluntad, con el fin de que los pecadores sean debidamente amonestados y disciplinados con el fin de que Dios les conceda su gracia para el arrepentimiento y la salvación. Amén.
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