(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 1, Mateo 15:29–39)

Domingo 12 de junio

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. San Mateo 6:11

¡Qué tiernamente recuerda nuestro Padre celestial aún nuestro pobre cuerpo y sus faltas y necesidades! Su Hijo, nuestro querido Salvador, nos enseña a orar: "el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy." Con "el pan de cada día" quiere decir todo lo que pertenece al sostén y las necesidades del cuerpo. Por tanto, Dios nos dará esto si le pedimos en el nombre de Jesús. No necesitamos preocuparnos como, desafortunadamente, estamos muy prestos a hacer, sino que podemos orar. Dios quiere que confiemos en él y le pidamos en oración lo que necesitamos cada día: "dánoslo hoy".  Él quiere que ya no vivamos preocupados acerca del día de mañana, sino que seamos como los niños pequeños. ¿Se preocupan los chiquitos por su comida y ropa? ¿No piden más bien a sus padres lo que necesitan? ¿Y has oído a un niño decir: Mamá, habrá algo para comer mañana? ¿Se preocupa el niño por la provisión del día de mañana que recién vendrá? Los hijos  confían en el cuidado de sus padres hacía ellos y así ha sido por siglos. 

Nosotros, los hijos de Dios, tenemos un Padre amoroso y leal que nos demostró definitivamente que nos ama cuando envió a su Hijo Jesucristo para salvarnos de la condenación eterna. En gratitud, vamos a querer vivir confiados en su cuidado por nosotros y, con confianza sencilla, pedirle lo necesario para nuestra vida aquí en la tierra, y Él, que que hace salir el sol sobre buenos y malos, nos proveerá como a sus hijos amados lo suficiente para nuestra necesidades y aún más a fin de que podamos compartirlo con nuestro prójimo necesitado.

Oración: Querido Padre celestial, lléname de tu Espíritu Santo que viene a mí solo en tu palabra, para que mi fe y confianza permanezcan firmes en ti como tu hijo querido.  Concédeme que diligentemente cumpla con mis deberes según mí vocación y estado de vida, en el que tú me has puesto, y  que siempre busque mi pan de cada día de tu bondad paternal, y de ningún modo cargando mi corazón con preocupaciones paganas; porque tú eres mi querido Padre, por medio de Jesucristo. Amén.

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