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Meditación - 2022 febrero 8

(Lectura de la Biblia en tres años: Daniel 9, Apocalipsis 1:9-20)

LOS MINISTROS INÚTILES

Así ha dicho Jehová, mi Dios: «Apacienta las ovejas destinadas a la matanza, a las cuales matan sus compradores sin sentirse culpables; y el que las vende dice: “Bendito sea Jehová, porque me he enriquecido”. Ni aún sus pastores tienen piedad de ellas. Por tanto, no tendré ya más piedad de los habitantes de la tierra, dice Jehová. Entregaré a los hombres, a cada uno en manos de su compañero y en manos de su rey. Ellos asolarán la tierra y yo no los libraré de sus manos».

— Zacarías 11:4-6, Reina-Valera 1995

El profeta Zacarías tuvo el privilegio de ser el portador de muchas profecías mesiánicas. Ya vimos cómo anunció a Cristo como el Renuevo, como rey y como sumo sacerdote. El pasaje que hoy meditamos tiene que ver con Cristo profetizado como Pastor. ¿Cómo así?

Zacarías manifiesta el dolor de Cristo como Pastor en relación con la gente. El ser humano prefiere tener otros pastores en lugar de él. Hoy, como en aquél entonces, es muy común encontrar que se aprecia más a aquellos que ministran movidos por la ganancia material, por dinero, que al Cristo de la cruz. La clase de ministro que más agrada a la gran mayoría es aquél que dice: «Alabado sea el Señor, soy adineradamente rico». Pero esto no es sin consecuencias. Cuando el verdadero Pastor y Profeta es rechazado, al final tendrá que decirles a quienes prefirieron tales pastores: «Ustedes así lo prefieren. Si no están de mi lado, están contra mí. Al elegir estar en el lado contrario al mío eligieron también las consecuencias que tendrán que sufrir». En el texto Jehová dijo: «no los libraré de sus manos». El deseo de los que rechazan al Pastor se convierte en su castigo.

Jesús enseñó que sólo dos clases de pastores (posiblemente hoy les llamemos líderes, ministros, etcétera): los buenos y los malos. Los pastores malos han envenado a las ovejas de tal manera que ellas rechazan al buen pastor. En el versículo ocho Jehová dice que el alma de las ovejas «se hastió de mí.» Jesús es el Buen Pastor pero a ellos no les importó; el terco rebaño gritaba: «¡Crucifícale! ¡Crucifícale!» (Juan 19:6). Él dio su vida por ellos, pero eso no los conmovió.

Este rechazo entristeció tanto a Jesús, el buen pastor, que se lamentó con llanto audible, diciendo: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!» (Mateo 23:37). Nosotros no somos menos culpables de lo mismo (Romanos 3:22b) y es solo gracias a la doble sustitución que fuimos perdonados. En gratitud vamos a querer seguir a Cristo.

Oración:

Concédeme, Señor, el querer mantener mi mirada en ti y en tu obra redentora, de manera que en mí aflore tal gratitud que me mueva a amarte a ti sobre todas las cosas y amar a mi prójimo como a mí mismo de modo que quiera compartir el evangelio a los demás. Amén.

 

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