
Meditación - 2022 febrero 5
(Lectura de la Biblia en tres años: Daniel 7:1-11, Judas 17-23)
EL PODER DE DIOS
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.
— Zacarías 4:6b, Reina-Valera 1960
¿Qué puede tener más poder y contundencia que una gigantesca roca lanzada al aire con la ayuda de una gran catapulta? En las guerras de la antigüedad las rocas enormes podían destruir los muros más resistentes; y cuantos más guerreros aguerridos tenía un ejército, mayor ventaja había para alcanzar el éxito. Sin embargo, hoy sabemos que basta la explosión de un solo átomo para destruir toda una ciudad o el planeta entero, como lo demostraron ya las bombas atómicas y otras más sofisticadas.
El texto que hoy meditamos es la palabra de Dios que el ángel comunicó a Zacarías para Zorobabel. En ella le asegura que el éxito de la misión que se la ha encomendado no depende, ni de la cantidad de gente que le apoye, ni de la fuerza con que pueda contar sino del Espíritu de Dios. Para lograr el desafío de edificar el templo de Jehová Zorobabel necesitaba depositar toda su confianza en el Espíritu de Dios y no en los recursos terrenales.
Nosotros hemos sido llamados a construir el templo espiritual del Señor. Las habilidades naturales y recursos terrenales de nada servirán sino contamos con el poder del Espíritu de Dios. El Señor se glorifica en hacer cosas extraordinarias con elementos totalmente no extraordinarios. Un ejemplo son los escasos dos pescaditos y cinco panes de un desconocido niño, que Cristo uso para alimentar cinco mil personas. Dios puede usar poderosamente a un recién convertido, que poco conoce de las Escrituras, pero que confía en el poder de ellas y no necesariamente al erudito con vasta capacitación y experiencia que confía precisamente en sus habilidades propias. Recordemos que quien es fiel en lo poco lo será en lo mucho. Las dos pequeñas monedas que la viuda ofrendó en su pobreza tuvieron el visto bueno y la aprobación divina puesto que fueron ofrecidas en fe agradecida y delante de Dios representaron mucho más de lo que cualquiera de los prósperos judíos haya dado. Dios reprochó a quienes menospreciaron el día de las pequeñeces. En gratitud a la obra redentora de Cristo vamos a querer apreciar las pequeñeces a la hora de servirle confiando no en nuestra capacidad sino en el poder del evangelio que es el poder del Espíritu de Dios. Recordando que si a causa de nuestras limitaciones no podemos hacer para el Señor todo lo que queremos, siempre podemos hacer todo lo que podamos.
Oración:
Señor, te doy gracias: por tu paciencia conmigo al darme tiempo de gracia para tener la oportunidad de conocer tu misericordia; y por Jesucristo, mi doble sustituto. Pues por sus méritos soy salvo y tengo entrada al cielo eterno. Amén.
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