
Meditación - 2022 febrero 25
(Lectura de la Biblia en tres años: Amós 2:6-16, Apocalipsis 9:1-6)
AMOR QUE NO MERECEMOS
Los ojos de todos esperan en ti y tú les das su comida a su tiempo. Abres tu mano y colmas de bendición a todo ser viviente. Justo es Jehová en todos sus caminos y misericordioso en todas sus obras.
— Salmos 145:15-17, RV95
¿Por qué la gente malvada no es eliminada de una vez por todas? Muchas personas se hacen esta pregunta. Hay mucho crimen en nuestro planeta y pareciera que si se acabara con todos los que causan daño las cosas mejorarían radicalmente. Pero quienes dan lugar a este pensamiento, no se incluyen a sí mismos entre los malos. Dios dice que todos somos malos (Romanos 3:10-12).
Si aplicamos el dictamen de Dios, todos deberíamos ser eliminados de una vez por todas. Dios ha demostrado que todos merecemos sufrir toda su ira en el castigo del infierno eterno. Nuestro orgullo pecaminoso nos dice que todos son malos excepto nosotros mismos. Sí, imaginamos que nosotros somos mejores o no tan peores como los demás. Pero la Biblia es clara. Ninguno de nosotros alcanza el ideal de Dios «porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios». Pero Dios es amor. Él es el amor que no da lo que uno merece sino lo que necesita. Nosotros merecemos su condenación eterna pero necesitamos su salvación eterna.
El salmista del texto de hoy da testimonio de la Bondad de Dios que en lugar de castigarnos con un planeta árido, lo mantiene fructífero, a pesar del mal cuidado que nosotros tenemos con la tierra, «no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones» (Hechos 14:17 RV95). «Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos.» (Mt 5.45).
El provee no solo para los animales sino también para todos los seres humanos aunque ellos sean ingratos. Lo hace así, por gracia, «pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.» Esa verdad que Dios quiere que conozcamos es que Cristo nos salvó siendo nuestro doble sustituto: «Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida como rescate por todos.» (1 Timoteo 2:4-6).
Oración:
Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas. Digno eres, Señor Cordero de Dios, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación, y con ellos a mí. Amén.
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