(Lectura de la Biblia en tres años: Ezequiel 31, 1 Pedro 4:1–11)

UN CORAZÓN NUEVO

«Yo les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón de carne, para que cumplan mis decretos y pongan en práctica mis leyes.»

—Ezequiel 11:19–20

El nuevo pacto representa para los creyentes no sólo una nueva forma de conocer a Dios, también es portador de otras novedades para el ser humano. ¿Cómo así?

El Espíritu Santo, por medio del profeta Ezequiel, nos revela que en el nuevo pacto, Dios nos dará un corazón íntegro a los creyentes y un espíritu renovado. Arrancará el corazón de piedra, duro, y así somos renovados con una nueva forma de pensar y sentir por el poder del evangelio. Es así, que los creyentes llegamos a querer hacer la voluntad de Dios.

La Biblia habla de la circuncisión del corazón porque nuestro corazón necesita ser circuncidado. No se refiere a nuestro órgano cardíaco. Aquí habla de cosas espirituales: cada ser humano tiene un orgullo pecaminoso que quiere salvarse por sí mismo por sus propias obras, es decir que quiere merecer ganar el cielo. Es en el bautismo que Dios circuncida, quita, ese orgullo pecaminoso y en su lugar coloca el arrepentimiento junto con la fe salvadora que confía sólo en los méritos de Jesucristo para alcanzar la bienaventuranza eterna en los cielos.

Todos los seres humanos hemos nacido pecadores, heredamos de Adán una naturaleza que nos empuja a pecar. Es por esto por lo que no podemos alcanzar la gloria de Dios. Basta que desobedezcamos un solo mandamiento para ser culpables de todos. Pero Jesucristo vino como nuestro sustituto para obedecer perfectamente la voluntad de Dios en lugar de nosotros y para morir pagando nuestros pecados. En gratitud vamos a querer vivir piadosamente hasta la venida de Cristo.

Oración:

Fuente de vida eterna, que por los méritos de Jesucristo en el bautismo me lavaste de mi pecado, con el evangelio de perdón, concédeme, por ese mismo evangelio, ser hallado limpio, por la fe, cuando él retorne por su iglesia. Amén.

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