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Meditación - 2022 enero 2

(Lectura de la Biblia en tres años: Ezequiel 30, 1 Pedro 3:16–22)

NUEVO PACTO

»Vienen días —afirma el SEÑOR— en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con la tribu de Judá.[…] »Éste es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —afirma el SEÑOR—: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

—Jeremías 31:31,33

Desde tiempos de Moisés el pueblo de Israel se había venido rebelando contra la voluntad de Dios. Continuamente caían en la idolatría. Esto sucedió mucho más en tiempos de los Reyes de Israel. Los profetas advertían al pueblo de las malas consecuencias que ello traería. Pero el pueblo persistía en el pecado. Uno de estos profetas fue Jeremías quien anunció el exilio de los israelitas a Babilonia.

Tanto el Reino de Israel, al norte, como el de Judá, al sur, terminaron exilados y fuera de su territorio. Sin embargo Dios, hablando por medio de Jeremías, promete que habrá un nuevo pacto por el cual la ley de Dios estará en la mente y el corazón del pueblo. Este nuevo pacto se realizó con Jesucristo como mediador del nuevo pacto. Por este nuevo pacto, su perfecta vida de obediencia plena a la voluntad de Dios nos es atribuida gratuitamente a favor nuestro, y nosotros pecadores que sólo merecemos el infierno, somos declarados justos por los méritos de Jesucristo. Además, su muerte en la cruz, en lugar de nosotros, es el pago que merecíamos padecer por nuestros pecados. En la cruz, Cristo cargó sobre sí mismo nuestro castigo padeciendo toda la ira de Dios que nosotros merecíamos. Lo hizo para así poder salvarnos de la condenación eterna. El nuevo pacto que Dios hizo con el pueblo es ratificado con la sangre del cordero de Dios y es hecho efectivo para nosotros: primero al darnos, en el bautismo, el perdón de pecados y al escribir en nuestro corazón el deseo de hacer la voluntad de Dios. Después, en la cena del Señor, al participar de su cuerpo y sangre entregada por nosotros, Dios nos afirma en la verdadera fe para vivir en vida nueva bajo la gracia de Dios. En gratitud vamos a querer servir al señor por amor y de todo corazón anunciando las buenas noticias del nuevo pacto.

Oración:

Señor, gracias porque, aunque no lo merezco, me elegiste para ser tu mensajero en el nuevo pacto para anunciar el evangelio . Te suplico me fortalezcas y guardes en la verdadera fe para la vida eterna. Amén.

 

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