
Meditación - 2022 enero 19
(Lectura de la Biblia en tres años: Ezequiel 43, 1 Juan 2:18–22)
LA LEY EN LA MENTE Y EL CORAZÓN
Éste es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —afirma el Señor—: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón.
—Jeremías 31:33
La historia del pueblo de Israel del Antiguo Testamento se caracteriza por mostrar como este pueblo se reveló continuamente contra Dios, y como Dios manifestaba su misericordia y paciencia para con ellos. Aunque ellos continuamente eran enseñados en la palabra de Dios permanecían siendo un pueblo rebelde y pecador. En el texto de la meditación de hoy, Dios, por medio de Jeremías les promete que en el nuevo pacto pondrá su ley en la mente y el corazón de su pueblo. ¿cómo lo hará ¿así?
Gracias al sacrificio redentor de nuestro Señor Jesucristo, se ha establecido el nuevo pacto por el cual Dios nos perdona nuestros pecados. Cuando una persona escucha la ley de Dios, aprende que no es justo sino pecador porque no ha cumplido perfectamente los mandamientos de Dios y que por eso es merecedor de toda la ira de Dios por la eternidad en el infierno. Pero ese conocimiento no nos hace obedientes. Lo más que puede hacer es aterrorizarnos o endurecernos más en nuestro pecado. Puede suceder que una persona que ha quedado aterrorizada por las amenazas de la ley se sienta totalmente perdida y sin salvación. Si esa persona escucha el evangelio puro aprenderá que Cristo hizo todo lo necesario para conseguirle el perdón gratuito. Esa buena noticia no sólo le dará tranquilidad y paz. Puesto que el evangelio es poder de Dios para salvación, esa persona recibirá el don de la fe y el Espíritu Santo que escribirá en su mente y su corazón el deseo de obrar de acuerdo con la voluntad de Dios en gratitud a lo que Cristo hizo por él. Dios el Espíritu Santo hace este milagro de transformar el corazón duro del pecador en un corazón devoto y agradecido a través de los medios de gracia es decir del evangelio presente en el bautismo, en la cena del Señor y en la predicación y enseñanza de la palabra de Dios. En gratitud, vamos a querer hacer un continuo buen uso de estos dones de Dios
Oración:
Señor, por tus medios de gracia concédeme un corazón agradecido e íntegro de manera que con diligencia pueda predicar el evangelio. Te lo suplico en el nombre de Jesucristo, tu Hijo amado. Amén.
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