(Lectura de la Biblia en tres años: Ezequiel 42, 1 Juan 2:7–17)

CRISTO ES EL MEDIADOR DEL NUEVO PACTO

Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto.

—Hebreos 9:15

Muchos predicadores de la actualidad animan a las personas a hacer pactos con Dios. Creen que Dios aceptará cualquier cosa que le propongamos con sólo creer y punto. Es verdad que Dios hace pactos. Pero también es soberano y justo de modo que dará mucha importancia a los fundamentos.

La Sagrada Escritura usa el término pacto de 2 maneras. Con una se refiere a un acuerdo donde las condiciones del pacto o acuerdo son puestas por ambas partes. La otra es cuando sólo una de las partes pone las condiciones del pacto y la otra solo acepta o rechaza. A esta última también se la llama testamento. En un testamento, el testador poner las condiciones y los herederos sólo tienen que aceptarlas. Los acuerdos de Dios son siempre de este último tipo. Cuando Dios hace un pacto, él es el único que establece las condiciones del pacto.

La Carta a los hebreos, al tratar del nuevo pacto lo hace con el sentido de un testamento, incluso usa la palabra la palabra herederos. Para que entren en vigor los beneficios y las condiciones de un testamento es necesario que muera el testador. Cristo es el testador del nuevo pacto.

El Antiguo pacto fue celebrado con sacrificios de sangre. Los sacerdotes del antiguo pacto debían ofrecer sacrificios de sangre cada día. Esa sangre recordaba a los israelitas su pecado y les enseñaba que la única manera de quitar el pecado era mediante el derramamiento de sangre. Pero la sangre de esos sacrificios de animales no tenía el poder de limpiar los pecados. Esos sacrificios simplemente señalaban a la sangre del cordero de Dios quién vendría para establecer el nuevo pacto y para quitar los pecados con su propia sangre.

La sangre purificadora de Cristo permite que los pecadores entren y gocen de «las cosas celestiales» sin mancharlas. La entrada del creyente a la presencia celestial de Dios comienza ya aquí en la tierra, cuando es llevado a la fe por el poder del evangelio que habla de la sangre de Cristo, pues sólo su sacrificio hace posible para los pecadores esa bendita comunión con Dios. En gratitud vamos a querer confiar solo en Cristo para llegar al cielo

Oración:

Señor, no siempre tengo el valor ni la sabiduría para amonestar al que se aparta de tu camino. Te suplico me auxilies para que, en gratitud por la salvación, pueda hacerlo oportunamente. Amén.

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