
Meditación - 2022 enero 1
(Lectura de la Biblia en tres años: Ezequiel 29, 1 Pedro 3:8–15)
AÑO NUEVO, VIDA NUEVA
Pero el varón incircunciso, al que no se le haya cortado la carne del prepucio, será eliminado de su pueblo por quebrantar mi pacto. […] Cuando se cumplieron los ocho días y fueron a circuncidarlo, lo llamaron Jesús, nombre que el ángel le había puesto antes de que fuera concebido.
—Génesis 17:14; Lucas 2:21
A muchos nos gusta estrenar cosas nuevas. También nos encanta pensar que un nuevo año nos da nuevas oportunidades, y muchas veces es así. Cada uno de enero amanecemos con nuevas expectativas. Tenemos todo un nuevo año por delante para alcanzar aquello que no alcanzamos el anterior. Por esto el año nuevo es un motivo de celebración en todo el mundo. Sin embargo, desde siglos atrás, el uno de enero la Iglesia celebra, no el año nuevo sino, la circuncisión de nuestro Señor Jesucristo, ¿cómo así?
La ley de Moisés estipulaba que los niños varones fueran circuncidados al octavo día de haber nacido y era costumbre dar al niño, ese mismo día, el nombre con el que sería conocido. Tradicionalmente Jesús nació el 24 de diciembre, los 8 días se cumplen el uno de enero. Es apropiado recordar este evento porque tal como Pablo lo señala, Jesús nació «bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley» (Gálatas 4:4-5, RV1995). El niño Jesús fue circuncidado y eso es una parte de su obediencia activa: él cumplió la Ley perfectamente en nuestro lugar. Eso es motivo de gran gozo pues significa que por sus méritos somos justos delante de Dios. Al mismo tiempo, su circuncisión le puso fin a nuestra necesidad como cristianos del Nuevo Testamento de practicar la circuncisión como un rito religioso en cumplimiento de la ley del Antiguo Testamento. En este sentido, Cristo es verdaderamente el fin de la Ley (Romanos 10:4). El ángel Gabriel le dijo a la virgen María que el niño se llamaría Jesús porque «Él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21) Solo en su nombre somos salvos tal como Pedro dijo: «en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.» (Hechos 4:12)
En gratitud queremos regocijarnos y celebramos con gozo el nombre de Jesús pues él vino para salvarnos y lo hizo siendo nuestro sustituto. Él obedeció perfectamente la voluntad de Dios en lugar nuestro y también sufrió la ira eterna de Dios en la cruz por nosotros. Por sus méritos, tenemos la vida eterna.
Oración:
Señor, te doy gracias porque por los méritos de tu Hijo Jesús me diste gratuitamente la salvación y ahora me permites comenzar este nuevo año regocijado con estas buenas noticias. Amén.
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