(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 32:23–52, Lucas 5:17–26)

ALABE A JESÚS POR VENIR A REDIMIR A SU PUEBLO

Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo… Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás delante de la presencia del Señor para preparar sus caminos.

(Lucas 1:68,76)

Qué maravilloso es que Jesús haya venido a nuestro pequeño mundo. Somos personas que nos rebelamos contra Dios; sin embargo, Jesús vino a nuestro mundo. Porque él vino, entonces los creyentes tienen una buena razón para alabarlo, igual como Zacarías lo hizo. Jesús todavía no había nacido, pero Zacarías, movido por el Espíritu Santo, vio el nacimiento del Salvador como un hecho. Vio a Jesús como al “Señor Dios de Israel”. Zacarías describió a su propio hijo, Juan, como “profeta del Altísimo”. La obra de Juan era ir “delante de la presencia del Señor para preparar sus caminos”.

Por la gracia de Dios, en la Navidad también vemos en el pesebre de Belén al que es “Dios de Dios, luz de luz, verdadero Dios de verdadero Dios”. Es tan maravilloso que el Dios todopoderoso se convirtiera en un pequeño bebé. Alabamos a Jesús por este hecho glorioso, especialmente alabamos al Señor cuando nos detenemos para aprender la razón que hay detrás de la venida de Jesús a nuestro pequeño mundo. ¿Por qué vendría a redimir, es decir a comprar de nuevo, a quienes se habían rebelado contra él? ¿Por qué cargaría con nuestros pecados, sufriría el castigo, y enfrentaría el infierno por nosotros? Su gran amor por nosotros lo hizo redimirnos, para que un día podamos estar con él en el cielo.

El Señor todavía viene a su pueblo. Por medio del evangelio en la Biblia y los sacramentos, viene a nuestros corazones y los llena con su amor salvador. El último día de nuestras vidas, o cuando se acabe el mundo, vendrá otra vez. Entonces dirá a aquellos que creen en él: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34). El cielo estará lleno de alabanzas de los redimidos por su amado Señor. ¿Pero por qué esperar hasta ir al cielo? Cada día es una oportunidad de alabar a Dios, con nuestros labios y nuestras vidas.

Oración:

Señor, recibe nuestra alabanza por tu venida a la tierra para salvarnos. Amén.

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