(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 23:9–25, Lucas 3:1–9)

LOS CRISTIANOS SON PACIENTES

Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse, porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.

(Romanos 8:18,19)

Algunas veces estamos tan involucrados en nuestros sufrimientos cotidianos que perdemos de vista la gloria del cielo. Uno de los grandes gozos es esperar con ansia vivir en el cielo.

Pablo sostiene una balanza en sus manos con una sartén en cada lado. En un lado pone los sufrimientos y las dificultades del presente. En la otra sartén pone la gloria que esperamos ansiosamente en el cielo. Pesa ambas y ve que no vale la pena la comparación. Nuestros sufrimientos presentes vienen a causa de nuestro pecado. Estos sufrimientos, para los hijos de Dios, duran sólo poco tiempo. Terminarán cuando muramos o cuando Jesús venga. Por otro lado, el cielo es un regalo del amor inmerecido de Dios y estaremos allí para siempre. Los cristianos esperan con impaciencia el cielo.

Esperar algo emocionante y maravilloso puede poner a prueba nuestra paciencia. Mientras esperamos, tenemos mucho que podemos hacer. Podemos servir a nuestro Señor hasta que gocemos las bendiciones finales del cielo.

Oración:

Querido Dios, llena nuestras vidas con el conocimiento feliz de que un día estaremos en el cielo. Danos paciencia para esperar ese día. Te agradecemos que nuestro hogar eterno sea el cielo. Amén.

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