(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 22:1–12, Lucas 2:41–45)

LA PALABRA DE DIOS DURARÁ PARA SIEMPRE

“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

(Lucas 21:33)

Los cristianos creen que, con la muerte y la resurrección de Cristo, sus pecados son perdonados y el cielo es su hogar. Esto es lo que Dios prometió. “El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado” (Marcos 16:16). Dios no cambia su palabra. Él es perfecto. Lo que es cierto de Dios también es cierto de sus palabras y de sus promesas. Las palabras de Dios “no pasarán”.

Todo lo que la Biblia nos dice se hará realidad. Sin embargo, no será así con el mundo en que vivimos. “El cielo y la tierra pasarán”. Todas las cosas que ahora conocemos ya no estarán – los árboles, el aire que respiramos, las montañas, el suelo que pisamos – esto no estará. Esas cosas desaparecerán el gran día cuando Jesús venga otra vez a juzgar a la gente de este mundo.

Sí, el cielo y la tierra pasarán. Pero cuando nada más quede, Dios estará allí y su palabra permanecerá. Las palabras de Dios, sus promesas, se cumplirán.

Como cristianos entonces, no sólo esperamos la salvación. Sabemos que somos salvos por la gracia de Dios y por la sangre de Jesucristo. Los gozos celestiales, de los que habla la Biblia, son más que sueños divinos. Estar con Dios para siempre es la meta segura y cierta de cada hijo de Dios.

Por lo tanto, regocíjese, creyente bendecido, y cante alabanzas a Jesús; manténgase firme a su palabra. La palabra lo guiará, lo llevará, y lo sostendrá, aun cuando el mundo en el cual ahora vivimos empiece a derrumbarse. La palabra de Jesús lo llevará a casa, a reunirse con su Señor en la gloria.

Oración:

Señor Jesús, esperamos dejar este mundo atrás e ir al cielo que tú has preparado para nosotros. Amén.

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