
Meditación - 2022 agosto 20
(Lectura de la Biblia en tres años: Levítico 11:1–20, Mateo 27:38–45)
SOMOS SANTOS Y JUSTOS
“En santidad y en justicia delante de él todos nuestros días”
Lucas 1:75
Si HOY alguien nos dijera que los creyentes somos santos y justos, probablemente nos reiríamos o podríamos decir: “Usted no me conoce bien. Estoy muy lejos de ser perfecto”. Decimos esto porque pecamos muchas veces en nuestra vida: al no ser amables, ni cariñosos, o al ser egoístas y avaros. Todo lo que hay que hacer es pensar en nuestra vida de ayer o de hoy, donde hemos dicho malas palabras y hemos tenido malos pensamientos. De verdad damos gracias a Dios, porque la mayor parte de las personas no nos conoce como somos realmente. Nos alegra que otros no puedan ver en nuestro corazón, ni saber lo que pensamos.
Pero la palabra de Dios nos dice que todos los que creemos en Jesús somos santos y piadosos en sus ojos. ¿Cómo puede esto ser verdad? No merecemos ser llamados santos ni piadosos. Somos santos y piadosos porque la sangre de Jesucristo nos quita todos nuestros pecados. Cuando Jesús murió en la cruz, Dios dijo que todas las personas de todo tiempo son santas. Por medio de la fe en Jesús, Dios nos ve justos y piadosos. ¡Qué gran bendición es Jesús!
No debemos sentir miedo: del pecado, de la muerte, ni del poder del diablo, porque nuestros pecados son perdonados. No debemos sentir miedo de Dios, porque somos sus hijos por medio de la fe en Jesús. No podemos ganar nuestra entrada a la vida eterna en el cielo por medio de nuestras obras. Ya tenemos la vida eterna, gracias a la obra redentora de Jesús.
Como hijos de Dios somos diferentes de los no-creyentes. Por ejemplo: seguimos la palabra de Dios, confiamos en ella, y hacemos lo que Cristo quiere que hagamos. Usamos nuestro tiempo para alabar a Dios en nuestro hogar con nuestra familia y amigos. Jesús ha cambiado nuestra vida ahora y para siempre. Piense en lo que sería nuestra vida sin Jesús. No seríamos felices sino perdidos; iríamos al infierno en vez del cielo. Sin embargo, Jesús vino y cambió todo esto. Ahora, quienquiera que crea en Jesús será salvo, por eso alabemos a Dios por lo que él hizo por nosotros.
Puede ser que ante otras personas del mundo no parezcamos santos ni piadosos, y puede ser que no nos sintamos santos ni piadosos, debido a nuestros pecados. Pero a los ojos de Dios somos santos, cuando Dios mira nuestro corazón y ve la fe en Jesús.
Oración:
Amado Señor, sigue poniendo tus brazos alrededor de mí. Sigue guardándome como a tu propio hijo amado, ahora y para siempre. Amén.
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