
Meditación - 2022 agosto 1
(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 37, Mateo 25:21–30)
EL SEÑOR SANA NUESTRA ENFERMEDAD
Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre... Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias
Salmo 103:13
Continuamente, cada año se encuentran nuevas medicinas para ayudar a la humanidad, pero a pesar de ello aún se enferman y mueren muchas personas. Hay nuevas enfermedades que atacan al cuerpo humano que no se conocían antes, y muchas de estas son fatales porque ni siquiera la medicina moderna las pueda salvar. Pero Dios puede sanar nuestras enfermedades lo cual es un gran consuelo para el cristiano.
Pero, ¿es esto verdad? Muchos hijos de Dios sufren de enfermedades como: dolores de cabeza, cáncer, dolencias del corazón, u otras cosas. Entonces, ¿por qué escribe el salmista, que el Señor "sana todas tus dolencias"?
Sí, es verdad que el Señor sana toda enfermedad porque tiene el poder de hacerlo. Sabemos esto porque la Biblia nos enseña acerca del gran poder de Dios. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento de la Biblia, leemos que Dios obró a través de Moisés para salvar a muchas personas de las picaduras de las serpientes. También Dios sanó a un hombre llamado Naamán de una enfermedad de la piel, y respondió a la oración de un rey cuando estaba a punto de morir otorgándole quince años más de vida.
Los escritores de los evangelios en el Nuevo Testamento nos relatan la manera en que Jesús: sanó a muchas personas con fiebres, curó a los sordos, y a los ciegos. Aún Jesús resucitó a los muertos como: la hija de Jairo, el hijo de la viuda del pueblo de Naín y a su amigo, Lázaro, aunque este ya había estado en la tumba por cuatro días. Jesús poderoso nos promete: "Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré… Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré" (Juan 14:13,14).
Es la verdad que Jesús sana todas nuestras enfermedades; sin embargo, lo hace en su tiempo y a su propia manera. Puede ser que en su amor Jesús permita que la enfermedad continúe en nuestra vida para enseñarnos cuán débiles somos. Con frecuencia Dios usa las tribulaciones para que nos acerquemos a Él, y permite que la vida del creyente termine por causa de la enfermedad para llevarnos a la vida eterna en el cielo.
Nuestro Señor Jesucristo atacó la raíz de la enfermedad, es decir, el pecado. Jesús Venció: el pecado, la muerte, y a Satanás, cuando murió en la cruz y resucitó de entre los muertos. Un día todos los creyentes estarán en el cielo donde ya no habrá más: dolor, tribulación, ni muerte. Esta es la curación que perdurará para siempre.
Oración:
Amado Jesús, te alabo por la curación que traes a mi vida. Amén.
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